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Malvinas: el jugador de Bohemios que fue a la guerra, lo estaquearon con una granada en la boca y se alimentó de agua con tres arvejas

 

Malvinas. Hambre y frío. Dos soldados juntaron plata y salieron a comprar comida para todos. Al volver los descubrieron. Les sacaron la ropa y los estaquearon varias horas en un pozo con agua helada. A Carlos le pusieron una granada en la boca y le sacaron el seguro. Se alimentó de agua con tres arvejas. Tuvo problemas en una pierna.

En el básquetbol uruguayo hay una historia perdida, desconocida para la inmensa mayoría. La del jugador de Bohemios que abandonó una práctica diciendo: “me voy a defender a mi patria”. Y se fue a las Malvinas.

Una tarde noche de la década del 80 se desarrollaba un entrenamiento en Bohemios. El profe Arruti ordenaba tareas cuando de pronto, uno de ellos, llamado Carlos Mihalfi, abandonó la cancha. Se fue el vestuario. Arruti miró al delegado José Luis Proto sin entender la situación. Lo llamó y le sugirió: “Chiche, ¿qué pasó? Andá a hablar con él”.

Y allá fue Chiche Proto rumbo al vestuario. Al entrar, se encontró con Mihalfi a punto de ducharse. “Carlitos, ¿qué te pasó? ¿Te habló mal Arruti?”, preguntó el delegado del equipo albimarrón.

El chico no respondía hasta que abrazó a Proto y se largó a llorar. “Me voy a defender a mi patria”, alcanzó a decirle entre lágrimas.

“¿Cómo?”, atinó a preguntar incrédulo el dirigente. “Sí Chiche… me voy”, dijo Mihalfi que debía viajar a Argentina para cumplir con el servicio militar en momentos en que el país se encaminaba a un conflicto bélico por las Islas Malvinas.

“Esas palabras no las voy a olvidar jamás. Las tengo grabadas en la memoria, cuando me dijo: me voy a defender a mi patria”, expresó Chiche Proto a Que la cuenten como quieran.
José Luis Proto


El delegado de los albimarrones le dijo a Mihalfi que lo más adecuado era reunir a sus compañeros para comunicarles la noticia.

“Yo era delegado de mesa y estaba en la cancha. Resulta que nos llama el profe Arruti, y lo recuerdo como si fuera hoy, fue sobre el tablero de la cancha vieja, contra la calle Payán, ahí Carlitos dice: “Profe, tengo que hablar con ustedes para que no me tengan en cuenta para el fin de semana que viene porque la patria me necesita”, reveló José Mendioroz a Que la cuenten como quieran.
José Mendioroz


Arruti quedó sin palabras. Los compañeros inmóviles. El silencio gobernó la escena.

“Fue insólito. No lo podía creer. Yo lo tenía desde mini al chiquilín y sabía que era argentino pero nunca me imaginé algo así, que te digan que se va a la guerra. Es muy fuerte. Aparte era un chiquilín”, rememoró el profe Arruti en diálogo con Que la cuenten como quieran.

De Argentina a Bohemios


Carlos Mihalfi llegó a los 7 años de edad a Uruguay junto con sus padres. De niño comenzó a concurrir al club Bohemios donde se enroló en las formativas.

“Pese a que éramos los dos del barrio a Carlitos lo conocí en Bohemios. Es que el club en esa época era todo”, comenzó diciendo su excompañero Jorge Pignataro desde Asunción.

Y agregó: “Teníamos 15 o 16 años. Jugaba de forward como se decía entonces. Era un tipo tranquilo, muy para adentro, no era un gran charlatán. Buen tipo. Buen compañero, lástima que estuvo poco tiempo porque se fue a la guerra”.


Chiche Proto recordó con estima a la familia Mihalfi. Rememoró un hecho de aquellos tiempos cuando el club estaba por armar un lugar para albergar delegaciones en el cuarto piso. “Me acuerdo que unos carpinteros nos hicieron unas cuchetas y en eso me encuentro con el padre de Carlos y le comenté si no tenía algún conocido que arrimara algo. Unos días después se apareció con una crea de sabanas”.

De Bohemios a la guerra

A los tres días de comunicar la noticia Carlos Mihalfi partió rumbo a su país prometiendo volver pronto.

Se enroló en el servicio militar siendo destinado al Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 3 General Belgrano, de la Tablada. Luego fue a Río Gallegos y cuando estalló el conflicto lo embarcaron a Malvinas.

“Cuando se presentó para el servicio militar, dio la casualidad que en ese momento comenzaba la Guerra de las Malvinas”, contó su madre, Olga Waegeli, a la agencia EFE en marzo de 2012.

Partimos cantando

El 11 de abril de 1982 los soldados, entre los que se encontraba Carlos Mihalfi, recibieron la noticia de que partirían a defender a la patria. Con el orgullo a flor de piel empezaron a cantar como lo narró el propio exjugador de Bohemios en un artículo que se publicó en el Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López.

“Cuando supimos que se confirmaba nuestra partida para las Islas el 11 de abril, nos pusimos a cantar, había mucha emoción y sentíamos mucho orgullo. Del otro lado de la verja del regimiento, eran miles y miles de argentinos que nos saludaban con sus pañuelos, mientras salíamos en tandas al aeropuerto del Palomar. De allí en avión a Rio Gallegos, y luego embarcamos hacia las Malvinas”.


A poco de pisar tierra le encomendaron tareas. “Nuestra primera misión fue bordear Puerto Argentino, con una caminata de casi 80 kilómetros con equipo completo a nuestras espaldas, donde por la noche montamos el campamento, hasta el primer puesto que llevó mi nombre: Puesto Mihalfi”.

Mientras tanto, en Montevideo, en el club Bohemios se vivía con inquietud el futuro de Carlitos. Los medios de comunicación no eran ni por asomo los actuales.

“Mirábamos los diarios y poníamos la radio todos los días para saber algo de él, a ver qué pasaba porque se anunció que llegaban los ingleses. Cuando salió la caravana de Inglaterra con los barcos nos preocupamos y todo eso lo íbamos siguiendo. Carlitos jamás había agarrado un arma, era un chiquilín”, rememoró su exentrenador Carlos Arruti en diálogo con Que la cuenten como quieran.

Sus compañeros tampoco estaban ajenos a la situación y buscaban saber noticias de la guerra porque habían perdieron todo contacto con Mihalfi.

“Era una cosa horrible que nos tocaba de cerca porque era un compañero. Jugábamos juntos desde chicos y de pronto partió a la guerra y no supimos más nada de él. Era una incertidumbre espantosa saber si volvía o no”, contó su excompañero Jorge Pignataro.

Los argentinos fueron atacados durante más de una semana seguida por los buques británicos.

Hambre y torturas

Fue allí donde Mihalfi conoció a otro soldado: Silvio Eduardo Katz que aquel 11 de abril también llegó a Malvinas Hizo noche cerca del puerto y al día siguiente le indicaron su destino definitivo: Bahía Elefante, frente al océano, donde teóricamente iban a desembarcar los ingleses.

La compañía estaba integrada por más de 200 personas, la mayoría conscriptos.

El artículo que se publicó en el Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López revela que “durante su estadía, Katz dormía en pozos que el mismo había cavado, los cuales, en menos de una semana, se llenaban de agua. Por esa razón debían dormir cuatro soldados pegados o sentados, en un agujero de 2x2 metros”.
Silvio Katz (Foto facebook Silvio Katz)


Por esos días el jefe de sección ordenaba la forma de distribuir la comida. El alimento se componía de “agua con dos o tres arvejitas”. El guiso era para él y para el resto de los suboficiales, según denunció años después el propio Katz ante la justicia y la prensa sobre los abusos cometidos contra los soldados por sus superiores durante aquel conflicto.

El excombatiente agregó en su relato que: “Durante la guerra un día fui con un soldado llamado Carlos Mihalfi a un supermercado de las islas, con plata argentina que habíamos juntado entre los soldados, para comprar comida para todos porque estábamos pasando mucho hambre. Al regresar me descubrieron y, por orden de mi superior, me quitaron la ropa y me estaquearon varias horas. Más tarde hicieron lo mismo con Carlos Mihalfi, al que le pusieron una granada en la boca y le sacaron el seguro, con lo cual si se le caía la granada explotaba y nos mataba a los dos”.

Mihalfi estuvo con la granada en la boca durante varias horas. “Antes de estaquearnos les ordenaron a unos soldados que nos pegaran a Mihalfi y a mí; y ya estaqueados –contó Katz- el superior obligó a otros soldados a mearnos”.

El soldado agregó en su declaración: “Habitualmente nos obligaban a ir a un pozo, que nosotros lo llamábamos el ‘pozo de los lamentos’. Ese pozo estaba lleno de agua congelada, ahí nos ordenaban meter las manos y los pies por más de media hora. A mí siempre me hacia salir ultimo. Yo era perseguido con más saña por mi condición de judío” afirmó.

Chiche Proto aportó que Mihalfi le contó por teléfono que tuvo un problema en una pierna. “Fue un tema de enfriamiento, circulación, y tengo entendido que le llegó una esquirla de granada en una pierna”.
Mendioroz reveló que la condición de deportista fue vital en ese momento. “Semanas después nosotros nos enteramos que había combatido y que tuvo un problema. Tenía congelamiento en los pies pero su condición de atleta le sirvió para salvar su vida”.

La mamá de Mihalfi explicó a la agencia EFE que su hijo “nunca quiso saber nada de las Malvinas, ni hablar ni contar cosas de aquella etapa”. Se enteró de muchas cosas de boca de sus compañeros, cuando fue a verlo mientras estuvo internado durante un mes en Argentina tras sobrevivir a la contienda bélica y a las torturas.

Con el paso del tiempo Mihalfi volvió a Uruguay.

Su medalla en venta

La medalla de Carlos Mihalfi

En una visita por Montevideo, el dirigente sindical de los Municipales de Vicente López, Victorio Pirillo, decidió salir a dar un paso por el centro alargando la hora del almuerzo.

Al pasar por una vidriera de un comercio de antigüedades, una medalla despertó su curiosidad. La presea tenía una imagen de las Islas Malvinas y una bandera Argentina. La misma había sido entregada por el Congreso de la Nación Argentina a Mihalfi en 1991.

“En una galería plagada de insignias militares de distintos ejércitos miré hacia abajo y en un lugar muy chico vi la medalla de las Malvinas con el nombre del ex combatiente en el dorso”, reveló Pirillo a la agencia EFE.
Mihalfi y Pirillo el día de la entrega de la medalla



El dirigente entró al local y corroboró con certificados oficiales que la medalla era auténtica. El funcionario de la tienda le contó que el propietario de la insignia se había desprendido de ella “por motivos emocionales, por un sentimiento de frustración”.

Fue entonces que Pirillo puso en conocimiento del tema el embajador argentino de entonces, Dante Dovena, que de inmediato se interesó por hacerse de la medalla y devolverla a quién había combatido con honor en la Guerra del Atlántico Sur.
El embajador Dovena y Carlos Mihalfi


El 29 de marzo de 2012 se le devolvió la medalla a Carlos Mihalfi.
Al hacer uso de la palabra, Dovena expresó: “Pocos actos pueden revestir tanta relevancia como la de reunirnos todos para decirles a nuestros soldados y excombatientes, representados hoy en Carlos Mihalfi, que aquí estamos a su lado, que reconocemos y valoramos el enorme sacrificio. Sobre todas las cosas, perdón y gracias”.

Comentarios

  1. Muy bueno. qué suerte que ellos dos vivieron para contarlo.

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    1. Gracias Mónica Bastos, para nosotros los Docentes fueron momentos muy difíciles...y ni que hablar para los pibes del Plantel de Bohemios

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  2. Muy buen artículo, nunca había leído nada al respecto. Felicitaciones

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  3. Gracias Jorge por haber narrado y dar la difusión que correspondía a una historia que nos tocó muy de cerca hace más de 38 años.Abrazo grande.

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  4. Buen artículo, solo ellos saben lo que pasaron culpa de unos descerebrados

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  5. Excelente relato, con alto contenido y rigor histórico. Pienso usarlo con mis alumnos. Increíble qué varios de los altos mandos, oficiales y suboficiales además de haber demostrado gran inoperancia e impericia en estrategia bélica (Argentina pudo haber ganado esa guerra, esto reconocido por los propios ingleses) hayan tratado de forma tan despreciable a su tropa. No solo reprimían a su pueblo, sino también a sus camaradas.
    Esta historia refleja la falta absoluta de previsión para con el aprovisionamiento de comida (también se dio en armamento y máquina de guerra). Muchos también carneaban ovejas, con la misma suerte que los protagonistas de esta historia.
    Mención aparte merece el apoyo del pueblo hambreado y reprimido a sus dictadores. Siempre me he preguntado que hubiese pasado si Argentina fuera la vencedora.
    Espectacular. Felicitaciones y gracias por compartirla.

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  6. La verdad, los felicito, soy argentina y este año cumplo 30 años viviendo en Uruguay, en el año 1982 estaba en la escuela primaria, todos los días cantábamos el Himno a Las Malvinas antes de empezar las clases. Hicimos colectas que después de muchos años nos enteramos que nunca les llegaron. Una parte de nuestras vidas..Cuántos recuerdos me afloraron. Excelente nota... Gracias

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  7. Los pibes en los colegios escribian cosas en papelitos que luego envolvian chocolates para los soldados.
    Mi sobrino de 10 años escribió: "Por favor no te mueras."
    Se terminaron vendiendo en las ferias.

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  8. La historia es impresionante. Pero hay datos que habría que chequear. Si en 1982 a Mihalfi le tocaba hacer el servicio militar, entonces obligatorio, era porque había nacido en 1963. Esa clase fue incorporada ese año pero antes que se produjera el intento de recuoeracion de las Malvinas y la posterior declaracion de guerra en abril. Por lo que si era conscripto, al iniciar el servicio no podia saber que le iba a tocar hacer la colimba en una guerra. Lo sé porque soy del 63 y zafé porque podia pedir prórroga por ser estudiante. Pero sin saber que al tramitarla, un año antes, estaba evitando estar en medio de una guerra y donde los jóvenes sufrieron todo tipo de abusos de aquel ejercito lleno de oficiales genocidas.

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  9. Un ejemplo de vida....para estos tiempos...para los jovenes y toda la sociedad....gracias x conocer esta historia

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