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Mostrando entradas de septiembre, 2020
El dueño del Velódromo: la particular historia del hombre que corrió la Vuelta Ciclista por una heladera y $ 30 mil y fue a los Juegos de Tokio Una noche de verano Oscar se acomodó en la tribuna del tablado. Las luces iluminaron sus recuerdos. Miró al horizonte y vio la pista. Los ojos se le nublaron. Allí estaba. Sentado en el Velódromo, a punto de ver la actuación de una murga. Fue inevitable. Su memoria viajó al pasado. Aquellos lejanos años donde llenaba la pista. Oscar Almada, el dueño del Velódromo. Un hombre con una historia de amor puro a un deporte por el que viajó 20 días pegado a las calderas de un barco de tercera categoría para defender a la selección en los Juegos Olímpicos de Tokio, y que terminó corriendo la Vuelta Ciclista a cambio de una heladera y 30 mil pesos. Almada es protagonista de una aventura digna de ser definida como Made in Uruguay. Seis meses antes de los Juegos viajó a Italia y Francia para prepararse con la selección. Pero no entrenaron como Urugua
  Marcó a Maradona, Zico y Platini, pasó meses sin cobrar, lloró descensos y una tribuna lleva su nombre: Chifle, símbolo de Wanderers Foto: Martín Cerchiari Cien años. Miles de partidos. Mitos y leyendas. Grandes presidentes. Reconocidos entrenadores. Cada uno con su impronta. Infinidad de jugadores. Desde René Borjas pasando por Obdulio Varela que tiene su monumento. Zibechi, Saldombide, Cayetano Saporiti, Francescoli, Esnal, Krasouski, Bengoechea… Y entre todos ellos: una leyenda. Un hombre que traspasó los límites y llegó al corazón. Jorge Walter Barrios. Chifle, con eso alcanza. Marcó a Maradona, Zico y Platini. Jugó el Mundial. Fue campeón de América con la camiseta de su país. Pero nada como el orgullo de sentirse bohemio. Fueron 17 temporadas con la blanca y negra de Wanderers. Las pasó todas. Tomó café con leche con los hijos de Doña Gloria al pie de la tribuna del Viera, lloró descensos, pasó meses sin cobrar. Dedicó buena parte de su vida al club y lo reafirma con un con
  Puente de amor: la acción de corazón del exbasquetbolista Álvaro Ramírez y su familia El dolor se respiraba en el ambiente de la casa de los Ramírez. Aquel no era un día más. La tristeza de palpaba en cada acción. Mariana bañó al bebé. Álvaro, invadido por la melancolía, armó el bolso del pequeño en silencio. Joaquina ya estaba en la escuela. Y Emiliano había decidido irse antes. Cuando se enteró de la ingrata noticia, tomó su mochila y partió a Mercedes con un nudo en la garganta. Cada uno se desahogó a su manera. En la oscuridad de la noche lloraron. El   impacto de tener que entregar el bebé que, durante cinco meses habían cobijado con tanto amor, fue durísimo de soportar. Álvaro y Mariana subieron a la camioneta y partieron a la Fundación Mir. Un beso al bebé marcó el final de la relación de la familia con el chiquito. Regresaron a su casa destrozados. Pero Joaquina, con sus 11 años, marcó la cancha: “¿Mamá, para qué llorás? Si sabías que esto iba a pasar”. Y al poco tiem
¿Giles o dignos? El partido que afectó la historia y fracturó la interna de Central Español   Locura en el Centenario. Peñarol es un volcán en furia. Empujado por su hinchada, el carbonero va enardecido por el gol. Y en medio del partido lo inesperado. Un delantero aurinegro le dice a un defensa de Central Español: “Ustedes están locos, hermano… Déjense hacer un gol, y no jodan”. El zaguero lo miró con cara de incredulidad. La respuesta dejó congelado a su rival: “¿Pero de qué me hablás? El gol lo tienen que hacer ustedes. No me vengas con cosas raras”. La historia de Central Español tiene un antes y un después de aquella noche del 23 de diciembre de 1984. El club jamás volvió a ser como antes. En un hecho inédito a Central le servía perder para clasificar por primera vez en su historia a la Copa Libertadores de América. Por lo que se podrán imaginar que aquel curioso partido afectó para siempre la historia del club de Palermo. Por un lado quedaron los que miraban el aspecto de
  Ni LeBron James, ni Ginóbili, ¡Chavarría! Es uruguayo, tiene 90 años y sigue jugando el básquetbol: un canto a la vida Don Raúl entra a la cancha. Bastón en mano, camina unos metros y llega al banco. Se saca la campera y se ajusta los championes. Y allá va. A jugar al básquetbol. Como uno más. Sencillo es decirlo, extraño resulta verlo. No es el promocionado LeBron James. Mucho menos Manu Ginóbili. Tampoco calza los puntos de Horacio Tato López. No. Este hombre juega por cosas más importantes. “El básquetbol es mi rinconcito, es donde disfruto la vida. La veo pasar y la veo venir”, afirma. Raúl Chavarría, un caso único en el mundo. Un canto a la vida. Un ejemplo de voluntad. Tan nuestro como su orgullo. Un uruguayo de 90 años que FIMBA (Federación Internacional de Maxibasketball) destacó como el jugador de básquetbol más longevo del mundo. Su ánimo jamás decayó. Para muestra, lo que sucedió previo a viajar a Finlandia para defender a la selección. Su médico, debido a las horas