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Mostrando entradas de octubre, 2020
Cuba: la historia del único club que desafilió y pretendió hacer desaparecer la dictadura pero jamás pudo matar su cultura de barrio La dictadura lograba su cometido. El presidente del club preso y sometido a torturas. Una medalla enterrada en el fondo de la sede. Y un decreto que terminaba desafiliando al cuadro. Once jugadores dejaban de entrar a la cancha. La misión estaba cumplida. Pero jamás imaginaron los militares que la “cultura” del barrio permanecía viva por las calles. Nunca claudicó. Jamás murió. Club Unión Barrio Artigas. El Cuba. Una historia de sangre, sudor, lágrimas, torturas, censuras y con un increíble mensaje de un barrio pobre que vuelve a poner al cuadro de pie. Todo nació en el Barrio Artigas de Treinta y Tres. Pobreza al extremo. Solidaridad a flor de piel. La escuela 31 como lugar de enseñanza y el Batallón de Infantería 10 integrado al lugar. “El actor clave de esto se llama Jesús Severino Gómez que era un negro hijo de doña Lina. Jesús tiene una impronta
Rubén Bulla, un maestro olvidado del básquetbol que se jugó el trabajo por Horacio Tato López     La carta que Bulla escribió a Haller Año 1976. Mesa de Directiva de Bohemios. Los dirigentes se sientan a hablar con el entrenador. El hombre, de estatura baja, toma la palabra y anuncia: “Voy a subir a un botija de los Cadetes”. Tira el nombre mostrando un amplio conocimiento del club que lo iba a contratar. Los dirigentes de la institución se miraron y le dijeron que era imposible. ¿Motivos? Argumentaron que el chico era inmaduro y otras cuestiones más. “Bueno, entonces, si ustedes saben de esto yo me voy”, dijo Rubén Bulla que se paró y se fue. No hubo forma de hacerlo volver. Pasado un tiempo, Bohemios fue nuevamente tras los pasos de don Rubén. Se entablaron las negociaciones y el técnico volvió a insistir con el chico de los Cadetes. Perfecto, no hay problema le dijeron. Don Rubén Bulla no lo citó. No cumplió con la formalidad de hacerlo llamar teniendo en cuenta que se trataba d
Sosita, el rey de la diversión al que Julio María Sanguinetti le negó bajar en helicóptero en el Centenario Foto Martín Cerchiari “¡Payaso, va vaffanculo! ¡Bastardo!”. Parados en la tribuna, los tanos gritaban indignados. Una mano abierta contra la boca para direccionar mejor el insulto. La otra con el puño cerrado. Estaban enardecidos. El destinatario de los insultos era un uruguayo. ¿Qué había irritado a los hinchas del Pescara? Que antes de empezar el partido el jugador en cuestión sorprendió a propios y extraños. Se pegó un pique corto hasta la mitad de la cancha, se trepó a una bicicleta que estaba allí para ser sorteada, y empezó a dar vueltas por la cancha. Los tanos se lo querían comer. ¿Quién podía ser capaz de tamaña locura? Ruben Sosa. El Peter en Piedras Blancas. Sosita en Nacional. Sosich en Alemania. Principito en la selección. Un jugador extraordinario surgido de las formativas de Danubio, donde debutó con 15 años, y se transformó en ídolo de Zaragoza, Lazio, Inter
Síndrome de Down, del llanto a la historia inspiradora de Diego Varela como padre y técnico de la selección Diego Varela con su hijo Thiago (Foto: @FutsalDownUy)   La vida lo ponía a prueba a Diego. Su señora en la camilla. Los trabajos de parto encaminados. Cuando, a pocas horas del nacimiento de su hijo, la pareja se enteró que el chico tenía síndrome de Down. El primer choque emocional fue demoledor. Se largó a llorar. Lloró dos días de corrido. “El impacto es tremendo, es un mazazo que te tira al subsuelo. Estuve 48 horas llorando pero sabía que esas lágrimas eran la fuerza para el futuro”, expresó a Que la cuenten como quieren . Conmovido por la noticia, Diego subió al auto con su hijo chico y puso rumbo a su casa. En silencio, el niño entendía la situación. Los ojos rojos del padre hablaban por sí solos. El vehículo se detuvo en la puerta. Entonces Luca, que en ese entonces tenía 10 años, lo miró y le dijo: “Papá, quedate tranquilo que ya lo superé y esto va a salir todo bien
  Los Fogones: la obra silenciosa de Rafa Andrade transmitiendo valores y enseñando básquetbol a niños de una zona carenciada Rafa no tenía pinta de jugador. Flaco, de andar cansino y despreocupado. Sin embargo, se transformó en uno de los pocos basquetbolistas que jugó en todas las divisionales. Por legado familiar, empezó en Sayago y terminó en el corazón de los hinchas de Unión Atlética. Rafael Andrade no fue campeón Federal, jamás jugó en la selección, no fue goleador de un torneo y no pudo vivir del básquetbol. Pero se sacrificó por el deporte que amó. Como lo demuestra su obra a pulmón y sin remuneración en una escuelita de básquet llamada Fogones. Todos los fines de semana, en una zona carenciada de Montevideo, donde si llueve los niños no pueden concurrir porque la pelota puede terminar en una cañada, ahí encontrarán a Rafa. Siempre. Brindando su corazón. Rafa a pura diversión con los niños Para quienes lo recuerda, Rafa era flaco y desgarbado. Tranquilo y callado. De and