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Mostrando entradas de diciembre, 2020
Su padre murió de cáncer y su madre fue asesinada por su pareja cuando era un niño. Quedó huérfano y fue mandado a un hogar de menores. Su abuela lo sacó. Años después encontró la felicidad en Uruguay adoptando un niño. Reque Newsome, historia de amor y valentía Foto: Twitter Reque Newsome Reque tenía ocho años cuando su madre le comunicó la infausta noticia. Su papá la había peleado contra el cáncer. No pudo. El golpe fue duro. Tres años después el destino se volvía a ensañar con aquel niño al que no sabían cómo avisarle lo acontecido. Su mamá había sido asesinada por su pareja de entonces. El chico se encerró en su dormitorio y no quería salir. No entendía los motivos por los cuales la vida era tan dura con él. Al quedar huérfano fue enviado a un hogar de menores. Su destino era desconocido. Esperaba por una familia que lo pidiera en adopción para iniciar un nuevo camino. Finalmente, su madrina lo sacó del lugar y terminó siendo criado por su abuela. Debió crecer a ritmo acelerad
Las locuras de Sánchez Padilla. Entró a la cancha de Verdirrojo y pidió que lo aplaudieran, lo bajaron de una trompada en Aguada, paró un partido y habló por micrófono para que no lo insultaran. Llegaba a las canchas en moto y de sombrero. Arbitró Juegos Olímpicos y Mundiales y llegó a revelar: “yo no me creía que era Dios, pero estaba cerquita…” En el fondo, una improvisada pieza hacía las veces de vestuario. La puerta se abrió y los dos árbitros se encaminaron al rectángulo de juego. Impecablemente vestidos. Pelo engominado. Andar compadrón. La cancha de Verdirrojo ardía. El cuadro del Cerro recibía a Tabaré. El que ganaba subía a Primera. Sánchez Padilla y Guillermo Garibaldi ingresaron y a la gente no se le movió un pelo. Julio se paró en el medio del rectángulo de juego y pegó un alarido que sorprendió a propios y extraños: “¿Qué pasa?”. Silencio e incredulidad. La gente apenas atinó a mirar, cuando Sánchez Padilla, sin dar un minuto para la reacción, volvió a gritar: “¿Por qu
¡Sapuca! El desconocido brasileño que entró en la historia de Miramar y generó el inédito retiro de confianza del plantel cebrita a su propia directiva. Cuando lo vendieron quebró la tablita y se elevó la cifra que debía recibir el club. Un goleador que explotó en Uruguay y fue ídolo en Colombia. Foto: Giovinatti (twitter @miramaroficial)   Bolsito en mano, el moreno desembarcó en Los Aromos. Llegaba procedente de Santa Rita do Sapucaí. Su nombre: Aparecido Donizete de Oliveira. Era un verdadero desconocido. El técnico de Peñarol de entonces, Luis Alberto Cubilla, lo mandó para su casa. El entrenador se había jugado por el paraguayo Carlos Yaluk. Poco después el club se embarcó en la campaña "A Morena lo traemos todos" para repatriar al Potrillo desde España. Jamás imaginó Cubilla que aquel moreno de bigote y piernas largas terminaría haciendo honor a su nombre, Aparecido. El hombre, lejos de apagarse, se aferró a la única chance que surgió en el humilde Miramar Misione
Fito, la leyenda del panameño con corazón uruguayo (Foto Fepaba). Llegó a Uruguay por una temporada. Se quedó 27 años. Defendió a la celeste y jugó hasta los 47 años. Guapo como pocos. Terminó viviendo en una pensión. El 12 de noviembre de 2018 su corazón dijo basta. Primer partido del campeonato. Debut del cuerpo técnico de Biguá. Neptuno el rival. Fin del primer tiempo en la cancha del club de Villa Biarritz. Gana la visita. Los jugadores de Biguá van a la sala de sesiones para escuchar la charla técnica. Y antes de que el técnico Víctor Berardi comience a hablar, el panameño Fito Medrick pide la palabra. Su actitud sorprendió porque Adolfo era justamente un hombre de hablar poco. Tosco en el trato. Un jugador que amedrentaba con el gesto serio de su cara. “Antes de que empieces a hablar, ¿puedo decir una cosa?”, le dijo Fito al técnico ante la atención de todos sus compañeros. Le ceden la palabra y con la mirada fulminante que tenía, el pana arrancó: “A este... –dice Fito mira
¿Por qué cuento esta historia? Por la carta de Graciela, por el collar de Ana Inés, por la humanidad de Martín, por la fortaleza de Mauricio, por las preguntas de Luana… Por los anónimos que la pelean Mauricio y su hija Luana   El mundo habla de Maradona. La locura mediática te atraviesa y te transporta. Un impacto que no permite visualizar más allá. Hasta que percibimos que diariamente transitamos por la vida con otros héroes. Silenciosos y anónimos. Que tienen sueños como todos. Como vos, como yo, como los tuvo Maradona. Un día me detuve. Me bajé del viaje mediático. Y percibí que muy cerca había un anónimo que la pelea. Que tiene una historia de superación digna de contar. Mauricio fue atropellado por una ambulancia. El hueso de su tibia quedó tirado en la calle. Padeció ocho operaciones. Rogó para que no le cortaran la pierna porque es instructor de gimnasia. Hasta que una charla con su hijita de 10 años lo llevó a lo inevitable. “Yo quería mi pie, no me importaba cómo ib