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“Capurro… Yo amaba Capurro. Me gustaba el barrio. Era cruzando la vía. La cancha quedaba para abajo. Tenía tribunas bajitas y de madera. ¡Qué recuerdos, cuántos amigos!”. La memoria de este hombre viaja en el tiempo. No olvida la cantina del cuadro. Lucio León, el argentino que salvó a Fénix. Para muchos, Lucio León es un desconocido. Para los viejos hinchas del club albivioleta, es el argentino que los salvó del descenso. No lo olvidan… Todo comenzó en una charla de boliche. Café de por medio, un dirigente de la vieja guardia del club como Ovidio Cabal, rememoró la historia del año que se salvaron del descenso y se festejó como un campeonato. El Campeonato Uruguayo de 1961 fue sufrido para Fénix. Apenas tres triunfos en 18 partidos llevaron al albivioleta a padecer una dramática definición, cargada de emociones, y pulseadas políticas. El club de Capurro comenzó siendo dirigido por el profesor José Ricardo De León. Luego de once fechas sin victorias, se alejó del cargo por reco
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“Yo recogía basura”, dijo con la humildad de los grandes para definir su juego. Sin embargo, le ganó un salto inicial a Jordan y enfrentó a Magic Johnson. Nació en Olimpia, se definió de Aguada, y fue querido en todos lados. El Peje Luis Eduardo Larrosa, no fue un jugador más, marcó una época del básquetbol uruguayo. Arrancó en Aguada pero surgió en Olimpia, club donde debutó con 16 años, para luego defender a Nacional, Atenas, Hebraica y Macabi, Peñarol, Neptuno, Biguá y Lanús de Argentina. Su apodo de Peje surgió en el Sudamericano de 1977 en Valdivia. Allí, debido a que era finito y largo, le pusieron como el pez: Pejerrey. Y para toda la vida quedó marcado bajo el diminutivo de Peje. La gloria eterna la alcanzó defendiendo a la selección uruguaya con la cual se coronó campeón Sudamericano y logró el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Integró un quinteto que se recitaba de memoria: Carlos Peinado, Wilfredo Fefo Ruiz, Horario Tato López, Hebert Núñez
Hanna llegó al mundo sin una manito. El síndrome de bridas amnióticas se la amputó en la pancita de su mamá. A los 6 años la niña empezó a nadar. En el último torneo de natación la descalificaron. Su papá le escribió una carta: “nunca dejes que nadie te ponga tus limitaciones”. Hanna, la historia de resiliencia de una niña deportista. Martín y Alhomay vivían en la sala de partos los nervios propios del nacimiento de su primera hija. Esperaban a Hanna. La chiquita llegó al mundo llorando. De pronto, lo inesperado. “Mamá, ¿vos tenés las ecografías de la niña?”, preguntó la doctora al ver que la bebé había nacido con una deformación. “En ese momento, tomado de la mano de mi señora que estaba en la camilla, se me vino el mundo abajo”, reveló su papá Martín. De inmediato la doctora preguntó si querían ver a la niña. “Por supuesto. Me doy vuelta y la veo desnudita en la balanza y vi que le faltaba una manito, pero no vi lo deforme. Entonces la miro a mi mujer y le digo: ‘Negra, es una go
Escándalo en la cancha de Racing. Expulsan al golero Acuña. El hombre de bigotes se puso una campera y se paró detrás del arco. El Laca Bergara se disfrazó de golero. Julio, con su ingenio, le dijo a un alcanzapelotas: “Si viene uno solo metete a marcarlo”. En los descuentos ocurrió lo impensado. El botija entró y evitó un gol. Desde aquella tarde Racing celebra cada 27 de setiembre como el día del hincha. Una historia folclórica y con el potrero en la piel. El arco de Racing era uno de los menos vencidos del campeonato Uruguayo de 1992. Era el último año de contrato del golero Julio Acuña. Terminar el torneo con la valla con menos goles en contra podría significar el pasaporte a la renovación de un nuevo acuerdo con la institución. En pocas palabras, tener un año más de trabajo. La tarde del 27 de setiembre de 1992, Defensor Sporting visitó el Parque Roberto. Faltaban cinco minutos para finalizar el partido. La viola ganaba desde el minuto 25 con gol de Darío Silva. Pero allá iba
“El técnico de la selección es un sinvergüenza”. Enojado y sin pelos en la lengua, el volante expresó su sentimiento. A los pocos días, el club trató al entrenador de Uruguay de “incapaz e inepto”, exigiendo su renuncia al cargo. ¿Qué había provocado tanta indignación? La eliminación de un jugador que defendería a la celeste en el Mundial.   Liverpool y Saúl Rivero fueron protagonistas de una situación inédita que llevó a la directiva del club de Belvedere a pedir la destitución de Roberto Porta como entrenador de la selección. El tema llegó al grado tal que Porta respondió a la acusación remitiendo una carta a la AUF. Impensado por estos tiempos. La particular historia se generó previo al Mundial de 1974. La selección uruguaya realizó una extensa gira por Centroamérica, el Caribe y Oceanía. Rivero había sido titular en los partidos contra Jamaica y Hong Kong donde los celestes golearon 3-0 y 4-1 respectivamente. Antes de aquellos encuentros, Porta habría manifestado a su plant
Don Roque era cantinero. El presidente de la IASA era un hombre con ideas revolucionarias. Un día le pidió a Julio Toyos si lo acompañaba a ver al accionista de la FNC al que le dijo: “vengo a comprar el Palacio de la Cerveza”. Con el cuadro en la B se inició la aventura y la increíble historia de un club que fue rico. Aquel día, Toyos no podía creer cuando se sentó junto a don Roque y Numa Pesquera, expresidente de Nacional y accionista de la Fábrica Nacional de Cervezas. Luego de los saludos de rigor, don Roque sorprendió: “Le vengo a comprar el Palacio y la Popular”. Numa Pesquera se acomodó en el sillón, lo miró, y respondió: “Roque… si el Palacio y la Popular lo estamos vendiendo porque no conseguimos mantenerlo, ¿cómo va a hacer un club de fútbol? ¿De dónde van a sacar la plata para comprarlo?”. Pero a Roque Santucci, presidente de Sud América, nada lo detenía. Ni siquiera los que lo tildaban de loco por la patriada de querer comprar el Palacio de la Cerveza. El hombre llevó