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Mostrando entradas de marzo, 2021
Fue operado  y le sugirieron guardar reposo. Pero se iba a la cancha, pedía una silla, y tiraba sentado. Moglia, un apellido de leyenda de la Fiba que generó una emotiva carta de un compañero… “Temblando entonaba el himno. Lloré como un niño. Hoy solamente una amiga me recuerda aquellas glorias. Es mi Medalla de Bronce que te dice:  Gracias Oscar".   Domingo de ravioles en la casa de los Moglia. La familia se sentó alrededor de la mesa y se disponía a almorzar. Ya habían realizado el brindis por la posibilidad que se le presentaba a Osky de ir a jugar a España. Se dispusieron a comer. El silencio gobernaba la escena cuando de pronto el dueño de casa miró a su hijo y lo sorprendió con una pregunta: “¿Querés que te mejore el tiro?”, le disparó. Quedaba una semana para la partida de Osky. Oscar le había advertido que con su juego le iba a ser sumamente complejo quedarse en Europa. Su hijo jugaba de base y se destacaba por su altura. Una de sus principales características era pe
Tres días después de cumplir 15 años Richard Huelmo despertó y se encontró con su familia amenazada a punta de revólver. “¡Dame la plata! gritaban hasta que uno apretó el gatillo. Richard se paró de escudo delante de su madre. La bala recorrió su cuerpo. Lo dejó en silla de ruedas. Internado, agarró una bacteria. Estuvo grave y se entregó. No quería vivir. Pero el deporte lo sacó a flote. Hoy es el capitán de la selección uruguaya de básquetbol de sillas de ruedas. Un ejemplo de fortaleza y sobreponerse a la adversidad. Todo comenzó un 3 de julio de 2005. Su mamá María había sido recientemente operada de cáncer. Eran las 3 de la mañana en la vivienda de la casa del Cerro cuando Richard despertó. Miró a su lado y no estaba su sobrino de 5 años. Se levantó rápidamente para ir a buscar al niño y cuando llegó al comedor se encontró con un panorama inesperado. Tres personas habían copado la casa y a punta de revólver le pedían a su madre por la plata. El miedo lo invadió. “Uno estaba en
El Estadio en penumbras. Barreto discutiendo con los jugadores. Desaparece un línea. Baja al camarín y llama por teléfono a la AUF.  Embarrados, los jugadores de Nacional y Progreso esperaban. Los árbitros no sabían cómo se definía. Insólito. Terminó 14 a 14, pero Barreto decretó ganador al bolso. El relator Solé, incrédulo, dijo a sus compañeros: “Si alguien entiende algo de esto que me explique”. El fútbol uruguayo tiene historias tan ricas como insólitas. Esta es una de las ellas.  Progreso llevaba 23 años de condena en la B, por lo que el torneo Ciudad de Montevideo, que lo disputaban equipos de Primera y del ascenso, era la oportunidad de volver a la fiesta grande y jugar contra los grandes. Después de perder 0-4 con Defensor y 1-2 ante Liverpool a los gauchos los esperaba Nacional. Aquel equipo tricolor venía de ser campeón del Mundo y Uruguayo.   El historiador Agustín Montemuiño reveló que aquel partido era todo un acontecimiento para el club. Y allá fueron los gauchos la t
La trataban de varoncito en el recreo de la escuela. Como sus padres no tenían plata para el boleto se iba caminando a entrenar. Para poder jugar se inyecta ácido hialurónico. A Victoria Pereyra no se la cuentan, la peleó. Un canto a la rebeldía y la lucha de las mujeres. Foto Twitter Victoria Pereyra Fue dura la batalla. Pelear por su sueño generó dolores de cabeza. Ser discriminada por el hecho de ser mujer y hasta caminar 45 minutos para ir a entrenar porque en su casa no había plata para el boleto. Pero nada fue capaz de detener a Vico Pereyra. Tenía 9 años cuando se pegó a su hermano Felipe. Lo acompañaba a la canchita del barrio en las viviendas de Euskalerría. De aquellos tiempos le quedó el recuerdo imborrable de treparse a un árbol para ver los partidos. En la escuela pretendía mezclarse en los picados pero la discriminaban por ser mujer. “Por el hecho de hacer un deporte para varones era considerada un varoncito. En la escuela me decían cosas, que era machita, porque anda
Amado u odiado. Nadie le regaló nada a Leandro. Pidió que le abrieran el club un 1 de enero para ir a tirar. Vivió en un barrio latino donde gobernaba la violencia. Para hacerse de unos dólares vendió hamburguesas en los partidos de béisbol. Leandro: una carrera producto del trabajo . Pese a que vivían cerca se encontraron por primera vez en el club. Se hicieron hermanos. La carrera de Leandro García Morales y Martín Osimani va de la mano. No son producto de la casualidad. No fueron tocados por la diosa fortuna. Podían haberse quedado en Uruguay sin tomar riesgos. Sin embargo, armaron la mochila y salieron. La mentalidad y el profesionalismo los forjaron con trabajo, condiciones que exigen en todos los equipos donde juegan. A modo de ejemplo basta con decir que Leandro pidió que le abrieran el Club Aguada un 25 de diciembre para ir a tirar. Y mientras todos estaban con la sidra y el pan dulce, Lea, que se recuperaba de una lesión, se paró en la línea de libres para lanzar 500 tiros