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Mostrando entradas de 2023
“Capurro… Yo amaba Capurro. Me gustaba el barrio. Era cruzando la vía. La cancha quedaba para abajo. Tenía tribunas bajitas y de madera. ¡Qué recuerdos, cuántos amigos!”. La memoria de este hombre viaja en el tiempo. No olvida la cantina del cuadro. Lucio León, el argentino que salvó a Fénix. Para muchos, Lucio León es un desconocido. Para los viejos hinchas del club albivioleta, es el argentino que los salvó del descenso. No lo olvidan… Todo comenzó en una charla de boliche. Café de por medio, un dirigente de la vieja guardia del club como Ovidio Cabal, rememoró la historia del año que se salvaron del descenso y se festejó como un campeonato. El Campeonato Uruguayo de 1961 fue sufrido para Fénix. Apenas tres triunfos en 18 partidos llevaron al albivioleta a padecer una dramática definición, cargada de emociones, y pulseadas políticas. El club de Capurro comenzó siendo dirigido por el profesor José Ricardo De León. Luego de once fechas sin victorias, se alejó del cargo por reco
“Yo recogía basura”, dijo con la humildad de los grandes para definir su juego. Sin embargo, le ganó un salto inicial a Jordan y enfrentó a Magic Johnson. Nació en Olimpia, se definió de Aguada, y fue querido en todos lados. El Peje Luis Eduardo Larrosa, no fue un jugador más, marcó una época del básquetbol uruguayo. Arrancó en Aguada pero surgió en Olimpia, club donde debutó con 16 años, para luego defender a Nacional, Atenas, Hebraica y Macabi, Peñarol, Neptuno, Biguá y Lanús de Argentina. Su apodo de Peje surgió en el Sudamericano de 1977 en Valdivia. Allí, debido a que era finito y largo, le pusieron como el pez: Pejerrey. Y para toda la vida quedó marcado bajo el diminutivo de Peje. La gloria eterna la alcanzó defendiendo a la selección uruguaya con la cual se coronó campeón Sudamericano y logró el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Integró un quinteto que se recitaba de memoria: Carlos Peinado, Wilfredo Fefo Ruiz, Horario Tato López, Hebert Núñez
Hanna llegó al mundo sin una manito. El síndrome de bridas amnióticas se la amputó en la pancita de su mamá. A los 6 años la niña empezó a nadar. En el último torneo de natación la descalificaron. Su papá le escribió una carta: “nunca dejes que nadie te ponga tus limitaciones”. Hanna, la historia de resiliencia de una niña deportista. Martín y Alhomay vivían en la sala de partos los nervios propios del nacimiento de su primera hija. Esperaban a Hanna. La chiquita llegó al mundo llorando. De pronto, lo inesperado. “Mamá, ¿vos tenés las ecografías de la niña?”, preguntó la doctora al ver que la bebé había nacido con una deformación. “En ese momento, tomado de la mano de mi señora que estaba en la camilla, se me vino el mundo abajo”, reveló su papá Martín. De inmediato la doctora preguntó si querían ver a la niña. “Por supuesto. Me doy vuelta y la veo desnudita en la balanza y vi que le faltaba una manito, pero no vi lo deforme. Entonces la miro a mi mujer y le digo: ‘Negra, es una go