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Mostrando entradas de julio, 2021
Las luces del Estadio se apagaron. La fama quedó a un lado. Su vida sufrió un vuelco. Quedó sin trabajo y pensó en salir a robar y hasta en matarse. “Se me pasó por la cabeza, es un segundo”. El conmovedor relato de Carlos Tierno De León que no duda en afirmar: “yo reinicié mi vida después de viejo” y que hoy cuenta su experiencia, a través de clínicas, para que sirva de ejemplo a otros. En diciembre de 2006 Carlitos De León me contó su dura realidad. Atrás había quedado el fútbol. Las luces del campeonato Uruguayo conquistado con Bella Vista en 1990 se habían apagado. Aquellos que revoloteaban a su alrededor desaparecieron. Se percató de que muchos fueron amigos del éxito. Cuando lo llamé para que me narrara su historia me encontré con un hombre feliz, lejos de aquel al que se le había pasado por la mente sacar el revólver del ropero para cometer locuras. “Yo reinicié mi vida después de viejo. Salí de aquel momento de locura que no se lo deseo a nadie”, me contó De León cuando l
“Me la mató a mi madre…”. El paso del tiempo le permite contarlo con naturalidad. Pero aquella noche, en el Parque Central, se le vino el mundo abajo. Arsenio Luzardo se subió al Fusca de un amigo y partió destruido a Treinta y Tres. Una camiseta de Nacional quedó como símbolo de aquella historia. Luzardo con su hijo Rodrigo. Gentileza Luzardo El Tola Luzardo la peleó desde siempre. Para que tengan idea, vivía en una casa con 8 hermanos y el día que salió campeón Sudamericano con la selección juvenil durmió en una pensión. Su tarjeta de presentación en el fútbol grande fue la selección juvenil que en 1979 ganó el Sudamericano disputado en Montevideo. Ahí le echó el ojo Nacional. Estaba todo acordado. Pero un llamado de su Treinta y Tres natal casi tira todo por la borda. ¿Qué pasó? El día del partido final del Juvenil del 79, contra Paraguay, los jugadores salieron de la concentración de Los Aromos con todos los bolsos porque al finalizar el juego quedaban liberados. Uruguay ga
Hay una historia perdida y oculta en el básquetbol uruguayo. En 1989, por siete dólares de diferencia, los jugadores se plantaron y no concurrieron al Premundial. Uruguay fue sancionado dos años. Lo increíble fue que el valor mínimo de la multa costaba más caro que acordar el viático con el grupo seleccionado. Fefo Ruiz y Carlos Peinado Cansados de las condiciones de trabajo y las rídiculas situaciones a las que eran sometidos. En desacuerdo con los escasos viáticos que les pagaban. Sin dejarse influenciar por las amenazas de dirigentes que intentaban amedrentar expresando que la selección corría riesgo de quedar excluida de toda competencia internacional. Llegó un día en que los jugadores de la selección uruguaya de básquetbol dijeron basta. Hasta acá llegamos. Y reaccionaron ante lo que consideraban injusto. Aquella “rebelión” es una historia que permanece perdida en el básquetbol local y de la que poco o nada se volvió a hablar. Ocurrió en 1989. Y quedó para siempre como un grit