Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2021
Mágico. El rey de la bohemia. Un jugador de otro planeta como lo definió Maradona. Se dormía en la discoteca. No se levantaba para ir a entrenar. El Bambino Veira le contrató un grupo flamenco que le fue a cantar para despertarlo. Lo invitaron a jugar en Barcelona y llegó tarde al aeropuerto. Pagaba la vuelta en los bares y le prestaba el auto al que se lo pidiera. A Jorge Alberto González la gente no lo conocía por su nombre. Para el mundo del fútbol fue simplemente Mágico. Un fenómeno sin igual. El orgullo del fútbol de El Salvador. “Un genio”, como lo definió el uruguayo José Luis Zalazar que fue su compañero en Cádiz y del que no dudó en afirmar que fue “el mejor jugador con el que he jugado en toda mi carrera”. Zalazar llegó a Cádiz para la temporada 87/88 a pedido del técnico uruguayo Víctor Espárrago. Allí, los dos uruguayos, se encontraron con el genio del Mágico. Su fama trascendía fronteras y las dudas, en la ciudad rodeada de playas, pasaba por saber cómo controlaría Esp
Donó sangre la mañana previa a un partido para un colega paraguayo. Rechazó un cheque en blanco de la NBA. Y se escondió en una casa para evitar pedir pase para Peñarol y no traicionar a Stockolmo. Adesio Lombardo, el goleador olímpico. El flaco, un bohemio. Foto: Twitter Stockolmo El Flaco era distinto. Le encantaba andar a caballo. Para definir su humildad basta saber que se disfrazaba de gaucho para pasar desapercibido. Adesio fue el primer goleador uruguayo pero era un hombre humilde, sencillo y solidario. La prueba más contundente de su espíritu la vivió su hijo, Carlos, cuando viajó a jugar un campeonato a Asunción. El equipo que defendía el hijo del goleador tuvo fecha libre por lo que la mayoría del plantel aprovechó para armar un paseo a las Cataratas. Sin embargo, Lombardo, Zanandrea y Turcatti, optaron por no ir. En aquellos tiempos era complicado importar pelotas por lo que decidieron aprovechar el día para salir a buscar buenos precios y traer balones para el club.
  Conoció el dolor a un grado que no se lo desea a nadie. La morfina no le hacía efecto. Fue sometido a 40 intervenciones. Su mamá imploró para que no le amputaran la pierna. Fue inevitable. Le costó aceptarse. Hoy juega en Plaza Colonia de amputados y tiene el sueño de jugar los Paralímpicos. El 5 de diciembre de 2010 Cristian Butin se subió a la moto y partió rumbo al tambo donde trabajaba. Iba mal dormido. A la altura del kilómetro 190 de la ruta 21 el cansancio le pasó factura. Fue un instante. La moto se fue de la ruta. Con el codo tocó un cartel y cuando reaccionó pretendió salvar la situación. Intuitivamente atinó a mover la rodilla derecha que impactó contra un pilar del Puente San Pedro. Voló por el aire. Como estaba consciente atinó a llamar a su padre Miguel Ángel. “En el momento no percibí la gravedad del accidente. Para que tengan una idea cuando llegó mi viejo le pedí que llamara al trabajo para avisar que me iba tomar el día libre”, recordó Cristian. Pero el supues