Defensores, un club curtido por las tragedias, que se forjó a sangre, sudor y lágrimas
Qué
historia la del Defe… Que la cuenten como quieran. Pero fue a sangre, sudor y
lágrimas.
Años
comprando chapas para levantar un gimnasio, en tiempos donde los Espert cedían
un terreno para armar el carnaval y juntar el dinero. Allí los jugadores fueron
choriceros, vendedores de rifas y hasta cantores del bingo.
El
equipo de los curtidores pasó de las alegrías de llenar las canchas, sacando
dos camiones cargados de gente para acompañar al cuadro, a la tragedia de la
muerte de Ricardo Moreira, y la tristeza de la desafiliación.
Defensores
de Maroñas, un club con el aroma del barrio adherido a su piel. Una historia plagada de alegrías, tristezas y
tragedias. Una historia de orgullo de barrio.
El
club nació con un claro rol social. Allá por 1934 la gente se reunía para hacer
bailes y salir de picnic, al tiempo que niños y jóvenes jugaban al fútbol. Hasta
que un día de 1940 apareció Pedro Preliasco y propuso inscribirse para jugar al
básquetbol.
La
primera cancha estuvo en Osvaldo Cruz y Arbolito. Hasta que en la década del 50
el club adquirió el terreno que ocupa hasta hoy en día sobre José Belloni.
Allí
se generó una de las primeras dudas de la existencia del Defe. Los dirigentes
pretendían embarcarse en la construcción de un gimnasio pero apareció Coco
Bentancur, aquel exitoso organizador de bailes, que sugirió hacer un salón.
Los
dirigentes, siguiendo el consejo de Coco, construyeron el salón. Pero resulta
que Bentancur renovó contrato con el club Colón y se llevó los bailes a San
Martín y Fomento. Defensores se quedó sin gimnasio y con un salón precioso,
pero inactivo.
Etapa de gloria
El
club de los curtidores no bajó los brazos. Por la década del 60, con la
influencia de los dueños de las principales curtiembres de la zona, se
empezaron a formar equipos que metían miedo.
Y
allí, en la cancha de Belloni, jugaban todos entreverados. Dueños de
curtiembres, como los Ramponi o los Álvarez, con los obreros.
En
1966 el club conmovió el mercado al incorporar al goleador de Primera, el
olímpico Edison Ciavattone. Era la segunda vez que Defensores contrataba a un
jugador olímpico, el primero había sido Wilfredo Peláez. ¿Cómo hizo un humilde
club de barrio para incorporar a dos jugadores de tamaña magnitud?
“Luego
de los Juegos Olímpicos de 1952, Peñarol pretendió llevarse a Peláez que jugaba
en Stockolmo. Entonces se generó un problema con el tema del profesionalismo.
No estaba permitido. Pero ese no fue el tema, el problema fue que a Peláez lo
habían expulsado en los Juegos por pegarle a un árbitro y fue suspendido por
varios años. Entonces los dirigentes del club hicieron una gestión en la
Federación para que sea rehabilitado. Fue autorizado a jugar en Segunda. Y así
llegó a Defensores”, reveló José Cacho Moreira a Que la cuenten como quieran.
Moreira
recordó un gran partido de Peláez. Ocurrió en 1962 ante su exequipo, Stockolmo,
que entre otros contaba con el goleador Adesio Lombardo.
“Ellos
llegaron a Defensores con un invicto como de 30 partidos. Tenían un cuadrazo. Y
nosotros, con un rejuntado, les sacamos el invicto”, expresó. Una vieja foto
con el tablero de chapa de fondo refleja el momento: Defensores 85 – Visitantes
84.
El fenómeno Ciavattone
Tiempo
después incorporaron a Edison Ciavattone, goleador de Primera.
“El
Rasca llegó porque trabajaba en algo vinculado a las curtiembres y entre las
gestiones de Walter Minvielli y el dinero que puso Ramponi lo convencieron”, expresó
Carlos Palillo Moreira.
Ciavattone
era un fenómeno. Un jugador acostumbrado a meter 30 puntos por partido. No
arrugaba en ninguna cancha. Provenía de Stockolmo.
Palillo
Moreira recordó una anécdota jocosa vivida en aquellos tiempos con el técnico
Hebert Rey.
“Acá
trabajaron grandes entrenadores, entre ellos Rey, que era demasiado profesional
para lo que se acostumbraba en el Defe. El Rasca no entrenaba. Venía solo a los
partidos. Un día Rey le dijo que tenía que venir a entrenar. Pero el Rasca no
vino. Esa semana nos tocaba jugar contra Miramar y el técnico no lo citó. Pero
el Rasca llegó a la cancha, se cambió, y se sentó en el banco. Ganábamos como
por 15 puntos. Cómodos. Pero ellos se empezaron a venir y nos empataron. Y la
gente afuera empezó a pedirlo: “¡Rasca!, ¡Rasca!, ¡Rasca!”, gritaban. Rey no lo
puso. Perdimos. Lo querían matar al técnico”, contó Palillo Moreira.
En
esa época pasaron por Defensores entrenadores de la talla de Raúl Ballefín,
Ramón Pirulo Etchamendi , Wilfredo Peláez y el citado Rey en dos oportunidades.
“En ese entonces todo el mundo quería venir a jugar acá”, acotó Palillo.
Sangre, sudor…
La piedra fundacional del gimnasio |
Corría
1968 cuando Defensores de Maroñas renovó su sueño del gimnasio. Aquel año se
puso la piedra fundamental y se había llegado a un acuerdo con una empresa
constructora. Pero empezaron los golpes…
La
empresa dio quiebra. Desapareció. Y quedaron las columnas como testigo de
aquella utopía.
Con
el paso de los años todos se pusieron la camiseta. Y cada aniversario del club
era motivo para recoletar dinero a los efectos de comprar las chapas para
techar el gimnasio. “Se compraban como 10 o 20 chapas. Pero la plata se
terminaba gastando en los jugadores. Traían dos jugadores para el ascenso y se
olvidaban del techo. ¡Lo techaron 10 veces el gimnasio!”, recordó entre risas
Palillo Moreira.
…y lágrimas
El
club estaba en pleno auge. La zona crecía al influjo de las curtiembres. Para
que tengan una idea del furor, en la cantina del Defe se vendían 300 litros de
vino por semana. Otros tiempos…
“Llegó
un momento en que decidieron traer vino embotellado para que no tomaran tanto.
Yo compraba caña y grappa. Tres cajas de grappa, que traían 12 botellas cada
una, y dos de caña. ¡Por semana!”, contó Cacho Moreira.
Pero
al margen de la cantina, los botijas del barrio encontraban en el Defe su lugar
para practicar deportes. Entre todos ellos, hubo uno que rápidamente llamo la
atención: Ricardo Moreira.
El
chico había vivido toda la etapa de bonanza. Hasta bebió el amargo trago de una
derrota contra Bohemios que, según Carlos Moreira, marcó para toda la vida al
Defe. “Jamás habíamos estado tan cerca de jugar en Primera como aquella vez.
Fue en la cancha de Tabaré. Estaba ganado el partido pero nos liquidaron con un
doble en la hora de Ramiro De León. Fue un duelo tan grande el regreso a la
sede…”.
La muerte de Ricardo
Ricardo Moreira |
En
1963 Defensores pasaba por un mal momento. El club estaba a punto de perder la
categoría cuando alguien le pasó el dato al técnico Marrero: “Hay que subir al
botija Moreira”. Marrero se opuso. Es que en aquel entonces, si un jugador era
ascendido al primero, después no podía bajar a jugar en las formativas. Pero lo
subieron y el Defe se salvó de la mano de Ricardo que tenía 15 años.
Al
poco tiempo fue citado a la selección. Pese a ello, por nada del mundo se
perdía las domas en el Defe. Palillo contó que los campeonatos internos que
armaban las curtiembres eran memorables. En uno de ellos, su hermano se
fracturó y no pudo concurrir a una gira previa de la selección que se preparaba
para el Mundial de 1967. Increíble pero real.
El
8 de agosto de 1969, antes de salir de su casa, Ricardo le pegó el grito a su
madre: “¡Vieja, mirá que vengo a comer milanesas!”.
Al
día siguiente, su hermano Cacho salió de trabajar y cumplió con la rutina
diaria de pasar por la casa de sus padres. Al llegar, su viejo le comentó: “Vos
sabés que Ricardo ayer no vino a dormir”.
A
Cacho le llamó la atención por lo que decidió hablar con Diego Rodríguez, un
directivo que era muy allegado a Ricardo. “Diego me dijo que Ricardo le había
pedido las llaves de un apartamento para quedarse allá”.
Aquella
noche, Ricardo encendió una estufa a gas, se quedó dormido, y murió por
asfixia.
Para
el club fue un golpe terrible. El chico tenía 22 años y se había consagrado
recientemente campeón Sudamericano con la selección uruguaya. “Ahí se derrumbó
el club”, expresó su hermano Palillo.
Por
si fuera poco, en la década del 80 falleció Horacio Bautes, expresidente y
jugador, junto a otro directivo del club. La muerte fue trágica. Fueron a una
casa de campo a arreglar un tema eléctrico y murieron electrocutados.
Gimnasio de ladrillos
Debieron
pasar 20 años para que el sueño cristalizara. Recién en 1988 se retomaron las
obras y se levantó el gimnasio que tiene la particularidad de ser todo de
ladrillo a la vista.
“Alberto
(Tavokjian, expresidente y jugador del club) siempre contaba que el gimnasio se
levantó de ladrillos porque fue la forma de cobrar una deuda. Al club le
pagaron con ladrillos”, expresó Ricardo Moreira.
Cacho
Moreira acotó que “los fondos para el gimnasio fueron en gran parte con lo
recaudado por el carnaval cuando Eddie Espert nos cedía el predio donde se
hacia el tablado del Gigante de la Curva”.
Posteriormente
se levantó la tribuna y debajo se ubicaron los vestuarios. Antes los jugadores
se cambiaban en una especie de casona vieja a la cual se ascendía por una escalerita
en caracol. Cuando se armaba lío aquello era un tembladeral.
Los
que vivieron esos tiempos no olvidan a Piazza. El hombre salía de trabajar en
la curtiembre Ramponi y, en lugar de ir a descansar a su casa, se iba derecho
al Defe para encender la caldera y que los jugadores tuvieran agua caliente.
Eran común que, pasada las 11 de la noche, Piazza bajara la llave de la luz como
forma de correr a los botijas de la cancha.
El
hecho es que, por las obras, el equipo pasó mucho tiempo jugando en distintas
canchas y lo que influyó para que muchos hinchas quedaran por el camino.
“Llegamos
a un punto tal que en un partido se vendió una entrada, que la pagó Alberto
(Tavokjian), que era el presidente, y se había olvidado del carnet. Fue en la
cancha de Unión donde jugábamos de local”, contó Ricardo Moreira.
Un club para el barrio
Los
años posteriores se compartieron entre Tercera y Segunda división. Hubo
alegrías y sinsabores. Hasta que en 1997 se sufrió el duro golpe de la
desafiliación.
La Gata Ricardo García con el equipo femenino |
Costó
volver. Se hizo a nivel de formativas. Y para ello todos coincidieron en
señalar a un hombre: Ricardo La Gata García. “Armó todo sin cobrar ni siquiera
un viático. El primer año había que presentar seis categorías y el club
presentó cuatro. Pero se puso en marcha”, contó el hoy directivo Ricardo
Moreira.
En
2017, luego de dos años de una tarea titánica y en la cual se involucraron los
jugadores de las categorías Senior, Defensores logró otro sueño que parecía
imposible: el piso flotante.
De
la nada. Partiendo con cero peso. Parece mentira, pero fue como ayer, con los
propios jugadores pelando papas, cocinando para organizar comidas y vendiendo
rifas para recaudar fondos.
Y
el viejo club se volvió a poner de pie. Ya no compite a nivel superior. El objetivo es otro. Defensores se pegó una
vuelta por su pasado. Regresó a sus orígenes. Con un claro rol social. Como en
aquellos viejos tiempos de los bailes y los picnic, el equipo de los curtidores
vuelve a ser el corazón del barrio.
Notable hermosa historia felicitaciones
ResponderEliminarQUE GRANDE EL DEFE!!!
ResponderEliminarBrillante makemba !! La historia de un club que hace a su barrio y sus orígenes.defe!!defe!!
ResponderEliminarSoy de Miramar. Leo. Cambio los nombres y me identifico por todos lados. No hay nada como el barrio, como los vecinos. Ese olor, esa pertenencia, ese orgullo. Te felicito jorge
ResponderEliminarCuanto esfuerzo en esta historia, me alegra saber que estuviste y estás directamente involucrado.
ResponderEliminarSalú amigo.
Cuantos recuerdos trae leer esta historia...es imposible no emocionarse siendo hincha del club. Felicitaciones a toda esta gente que trabajo para tener la maravilla de club que hoy es el Defe.
ResponderEliminarFELICITACIONES MUCHACHOS!!!
ResponderEliminarHERMOSO TRABAJO A PURO CORAZÓN!!
DIVINA HISTORIA BIEN CONTADA.
SE ME CAE UN LAGRIMON!!!
ADELANTE"DIOS LOS BENDIGA"
Hoy con 66 años esta historia me conmueve me emociona doy gracias a quienes la contaron Arriba el DEFE
ResponderEliminarMuy buena historia, muy emotiva para quienes vivimos tantos años sobre la vieja Cuchilla Grande, viendo partidos de bochas en el Defe, festejando allí varios cumple de 15, mirando los ensayos de Los Arlequines, viendo mil líos donde para el visitante salir hacia la calle era terrible... otros tiempos. ¡Salud al querido Defensores!
ResponderEliminarPero Defensores de Maroñas estuvo en primera, yo recuerdo partidos contra mi Atenas en la cancha de Unión, se llenaba totalmente, los autos estacionaban hasta por Camino Carrasco, en esa época el presidente era Messano, que tenía empresa de ómnibus y todavía existe, en los partidos de local era muy duro ganarle, sus clásicos eran con otros cuadros de la zona que ya no compiten, de uno no recuerdo el nombre, que era bancado por la empresa textil que funcionaba en la calle Veracierto y en la ciudad de Colonia, tenía su cancha en 8 de Octubre y Piccioli, dónde también hacía tablado el Cachete Espert, pero había en la zona otro rival de ambos, el Club Fénix de ciclismo, que no tiene ningún vínculo con el C. A. Fénix de fútbol, cuando los tres equipos estaban en tercera era un mini campeonato aparte, hoy al igual que Defensores ee Maroñas los otros dos también se desafiliaron.
ResponderEliminarEl viejo y querido CYSSAM, clasicos duros y de guapos donde se peleaba con las manos y no como ahora.
EliminarSaludos.
muy buena historia.
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