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¿Giles o dignos? El partido que afectó la historia y fracturó la interna de Central Español


 

Locura en el Centenario. Peñarol es un volcán en furia. Empujado por su hinchada, el carbonero va enardecido por el gol. Y en medio del partido lo inesperado. Un delantero aurinegro le dice a un defensa de Central Español: “Ustedes están locos, hermano… Déjense hacer un gol, y no jodan”. El zaguero lo miró con cara de incredulidad. La respuesta dejó congelado a su rival: “¿Pero de qué me hablás? El gol lo tienen que hacer ustedes. No me vengas con cosas raras”.

La historia de Central Español tiene un antes y un después de aquella noche del 23 de diciembre de 1984. El club jamás volvió a ser como antes.

En un hecho inédito a Central le servía perder para clasificar por primera vez en su historia a la Copa Libertadores de América. Por lo que se podrán imaginar que aquel curioso partido afectó para siempre la historia del club de Palermo. Por un lado quedaron los que miraban el aspecto deportivo. Por el otro los que consideraban que lo más adecuado era transitar por el sendero de la rectitud. Para ser más claro, giles o dignos, esa era la cuestión.

Pocos saben y permanece oculto en los viejos baúles del fútbol lo que le pasó a Central Español.

Aquella noche de 1984, en el marco de la Liguilla Pre Libertadores, todo se vivió a ritmo de locura. La llegada del presidente del club al Estadio Centenario, la reunión de directiva convocada de forma urgente en los pasillos del vestuario, gritos, malestar, y de pronto la puerta del camarín que se abrió y los jugadores que partían a la cancha con una sola consigna: ganar pese a todo.

 

De la B a campeón Uruguayo

El Central de la década de los 80 dejó su nombre con letras de oro en la historia del fútbol uruguayo.

En 1982 jugaba en la B. Eran tiempos de cobrar salteado como recordó el golero Héctor Tuja. “Aquel año los jugadores cobraban medio sueldo el 10 de cada mes y el resto el día 20. Formamos una sociedad con los dirigentes por los premios estableciendo porcentajes de la recaudación. En los triunfos el equipo percibía el 60% de lo que le quedaba a la institución y en los empates el 40%. En las derrotas no se cobraba. Pero ahí Carlos Di Giovanni (exdirigente y eterno colaborador de la causa palermitana) fue un fenómeno, cuando nadie lo esperaba aparecía por tu casa con un surtido o te dejaba paga la carnicería”.

El equipo de Palermo logró el ascenso en 1983 con Roberto Fleitas como entrenador que, una vez logrado el objetivo, se alejó de la conducción técnica y llegó Líber Arispe para el año 1984. Cuando se empezó a conformar el plantel nadie imaginó que el equipo podía llegar a pelear el campeonato Uruguayo.

Arispe era un hombre muy particular. Formado con el viejo estilo. Para que tengan una idea, el Bolita, como le decían, paraba en el Bar Rover y para hablar de fútbol con el entrenador los dirigentes tenían que ir a su cancha: al boliche. Entonces los lunes se hicieron habituales las reuniones en esa esquina de San Martín y Propios.

El zaguero de aquel equipo, Obdulio Trasante, aportó que su exentrenador tenía una psicología especial para manejar al grupo. “Faltando pocos partidos se preocupaba de que no saliéramos de noche. Nos había hecho una promesa y nos dijo: ‘Muchachos no salgan de noche, nos quedan cinco partidos, cuídense que después, cuando salgamos campeones, yo voy a amanecer con ustedes”.

Y aquel plantel amaneció. Inscribió su nombre en la rica historia del fútbol como campeón uruguayo.

 

El extraño sistema de puntos



Por aquellos tiempos ganar el torneo de liga no significaba obtener la clasificación para las copas internacionales. Había que ganarse el derecho jugando la Liguilla.

Pero miren lo que son las cosas, aquella temporada la AUF había establecido una serie de puntajes que se brindaron a los clubes por su ubicación final en los tres campeonatos que se jugaron en el año. El reglamento decía que los equipos acumulaban puntos adicionales en una tabla a lo largo de los tres torneos, de acuerdo a su posición en cada uno de ellos. La AUF brindó puntaje a los cuatro primeros de cada rueda del Campeonato Uruguayo y lo mismo aconteció con la Liga Mayor y finalmente la Liguilla.

Cuenta la historia que cinco días después de caer ante Nacional 2 a 1, Central se vio en la encrucijada de tener que perder el partido frente a Peñarol para poder clasificar a la Libertadores. Por curioso que resulte, era conveniente la derrota para clasificar.

¿Por qué se llegó a esa extraña situación? Los palermitanos terminaron mal ubicados en la Liga Mayor. Ello fue lo que determinaba que el resultado que más les conviniera fuera el de la derrota ante los aurinegros. Es que Peñarol había ganado el primer torneo y fueron segundos en el Uruguayo. Si se consagraban campeones en la Liguilla iban a la Copa Libertadores como campeones de este último torneo y habilitaban a Central a clasificar como el equipo de mejor puntaje acumulado.

Y se generó el lío. Ante la realidad de tener que perder para clasificar un dirigente planteó la necesidad de jugar con un equipo de emergencia o, de lo contrario, hacer públicamente la declaración de que Central no se presentaría a jugar el partido frente a los aurinegros.

El 23 de diciembre de 1984, cuando la oncena titular estaba a escasos minutos de salir a la cancha, el presidente Jorge Rodríguez Cavalieri llegó al Centenario y fue recibido con una frase que dejaba en claro el momento que se vivía: “hoy hay que perder”. Ante tamaño recibimiento el titular del club se mostró sorprendido y decidió que algo había que hacer. El ambiente y las sensaciones eran muy extrañas.

Rodríguez Cavalieri narró en el libro del centenario del club que: “Debido al clima decidí convocar de forma urgente a la directiva en el vestuario”.

Y se podrán imaginar. El improvisado encuentro realizado en los pasillos del camarín fue de clima caliente. Se elevaron las voces, volaron algunos insultos. A todo esto el equipo calentaba y los jugadores, ajenos a toda esta situación, se aprestaban a ponerse la camiseta para salir a la cancha.

Entonces, uno de los dirigentes se mantuvo firme en la postura de que había que perder, pero ya era tarde, el equipo estaba en la cancha levantando los brazos al cielo y nada podía modificar el sentimiento de los jugadores.

 

La nobleza de los futbolistas



Se suele afirmar que en el fútbol no hay nada más noble que los jugadores. Aquella noche los de Central Español lo dejaron en claro.

“No hubo ni que hablar de que íbamos a salir a ganar. No podían haber reproches, si Central no quería ir derecho era decisión de los dirigentes. A mí no me iban a decir que tenía que jugar para perder, porque eso es inmoral y ningún integrante del grupo lo hubiera aceptado”, expresó el entonces golero del equipo Héctor Tuja.

El caudillo Obdulio Trasante dijo en el libro Un siglo de pasión: “Eso demostró lo fiel que son los jugadores, que muchas veces son castigados. Nosotros nos fuimos con la satisfacción enorme de sentirnos campeones, no podíamos perder esa noche”.

No vayan a pensar que los futbolistas palermitanos nadaban en oro ni mucho menos. Central no era Real Madrid para desaprovechar la que, para muchos de los integrantes del plantel, podía significar la oportunidad de su vida de jugar la Libertadores. Pero nada lo dobló. Fueron rectos.

Claro que, dentro de la cancha y conforme el paso de los minutos, se generaron situaciones insólitas como que los jugadores aurinegros le pidieran a sus colegas que se dejaran hacer un gol.

“Me acuerdo que adentro de la cancha nos decían, déjense hacer un gol. Revetria nos decía: ‘ustedes están todos locos, déjense hacer un gol’. Y nosotros le respondíamos que lo hicieran ellos. Eso fue lo más digno que demostró aquel plantel”, contó Trasante.

Aquella polémica noche Central Español jugó con Héctor Tuja, César Pereira, Miguel Berriel, Carlos Barcos y Fernando Operti; Obdulio Trasante, Miguel Del Río y Oscar Falero; Uruguay Gussoni, José Villarreal y Vicente Daniel Viera. Y pese a que Falero fue expulsado por protestar, el partido terminó igualado 1 a 1.

Luego del encuentro algunos dirigentes fueron con el plantel al Bar Castro porque los jugadores se sentían manoseados por todo lo que se había comentado en los medios de prensa. El empate fue determinante para que Central quedara afuera de toda chance de clasificar por primera vez a una copa internacional y generó conflictos internos en el club.

Mire lo que son las cosas. Central dispuso de otra oportunidad para clasificar. El 3 de enero de 1985 enfrentó a Bella Vista. El partido y el alargue terminaron igualados. Y en la definición por penales ganaron los papales 4 a 2.

El único consuelo que le quedó a Central fue una carta que le envió el Comité Olímpico Uruguayo firmada por el presidente de entonces, José Vallarino Veracierto, donde felicitaba al club por la conducta asumida: “Sensibles a toda manifestación deportiva que recoja el espíritu y tradición del Movimiento Olímpico, nos es sumamente grato dirigirnos al Sr. Presidente, para felicitarle por la conducta asumida por su Institución y fielmente reflejada en el elevado concepto de deportividad de sus competidores en el reciente encuentro frente al Club Peñarol. El manifiesto sentido de “fair play”, sacrificando legítimos intereses deportivos, es merecedor de nuestro más amplio reconocimiento y constituye una actitud digna del mejor elogio, que identifica una demostración ejemplar”.



Aquella carta fue el único logro para un plantel que comenzó cobrando 50 pesos de premio por partido que servían para, después de la práctica, tomar una cocoa, como recordó Trasante. “Comprábamos dos litros de leche, unos bizcochos y tomábamos cocoa. Estábamos últimos en la tabla y desde ahí empezamos a ganar. Todos los martes cobrábamos y de los bizcochos pasamos a comprar chorizos y morcillas. Como cambiaron los tiempos… 50 pesitos servían para todo eso”. 

Comentarios

  1. Muy buena Nota....la desconocía. Excelente...."el Pepe"José Vallerino Veracierto una gran Persona y mi mejor Prof.De Historia en el Querido Liceo Joaquín Suarez

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  2. La dignidad no es moneda para este mundo de hoy, sólo unos pocos honorables se ma dejan en esos términos.
    Salú palermitanos, pueden estar orgullosos de ese plantel.

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  3. Deberían haber colgado de un árbol al que inventó el reglamento. Bien por los muchachos de Central.

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  4. no entiendo por que le convenía perder, si igual Peñarol terminó ganando la liguilla, q cambiaba q la ganara ganándole a Central?

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