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El Loco Montaño: el peronista que relataba sus jugadas y le gustaba tanto la rula que una noche se tiró arriba de la mesa y dijo ¡me juego!

Foto CA Huracán.com


Al Loco le gustaba la farra. La noche, la rula, el cabaret. Los sábados era el día… Montaño ya jugaba en Peñarol y los dirigentes conocían su fama. El elenco aurinegro concentraba en un hotel céntrico y, como no podía ser de otra manera, el Loco se escapaba. Entonces, los dirigentes, cansados de la situación, resolvieron que un integrante de la directiva se concentrara con el plantel para marcar de cerca al argentino y no saliera de farra.

Pero el Loco se las ingeniaba para escapar. Un domingo, a las seis de la mañana, Montaño volvía de la garufa y al doblar la esquina vio al dirigente paradito como un soldado en la puerta del hotel. Obviamente lo estaba esperando. No había escapatoria. Pero el Loco siempre tenía una moña. Y cuando se acercó a la puerta, Montaño lo anticipó: “¿Qué dice, don? Ta lindo el día, eh. Por eso aproveché para salir a caminar temprano”.

Elío Loco Montaño, un personaje de los que ya no existen. Díscolo y transgresor. Un argentino que pasó por las canchas del fútbol uruguayo dejando su particular sello. Tenía la costumbre de relatar los partidos a sus rivales mientras los dejaba por el camino y lo perseguían para pegarle. “Sigue Montaño, pasa a uno, pasa a dos...”, narraba el Loco sin importarle nada.

Sus historias y anécdotas son infinitas. Cuentan que en un clásico le preguntó al árbitro: “Señor, ¿usted autorizó el ingreso de Carballo?”. El árbitro, sin entender el motivo de la pregunta, respondió: ‘No, ¿por qué pregunta?’. La respuesta fue al estilo de Montaño: “Porque a ese señor no lo vi en todo el primer tiempo”. Carballo era el encargado de marcarlo.

Montaño, conocido en Argentina como El Tuerto, nació el 29 de agosto y jugó en Huracán de Parque Patricios, Newell’s Old Boys, Boca Juniors, en 1956 desembarcó en Peñarol, Benfica de Portugal, Los Andes, Danubio, club donde en 1963 se consagró goleador del Uruguayo con 16 goles, Galicia de Venezuela y Cúcuta.

En Peñarol tuvo como compañero al recordado zaguero Williams Martínez. En un amistoso que jugaron los aurinegros con Huracán, Martínez le rompió la media y le arrancó la canillera al Loco de una patada. Discutieron. Se fueron por el túnel…

William Martínez Estrellas Deportivas


“A los pocos días de aquel partido me lo encontré en Los Aromos, había pasado a Peñarol. Casi enseguida salimos de gira. Estuvimos dos meses y Montaño estaba aburrido y se quería volver. En uno de los partidos le pegaron una patada y cayó dando muestras de dolor. En el vestuario lo revisó en kinesiólogo de Racing, que después nos enteramos que era su amigo personal, y diagnosticó esguince de rodilla. De inmediato le enyesaron la pierna de arriba abajo. Entonces, como no podía jugar más, se determinó que volviera. El día de la partida fuimos todos a acompañarlo al aeropuerto. Lo ayudamos a caminar, pues se movía con tremenda dificultad; y en el momento de la despedida me dice: ‘Williams, tocame. Mirá como tengo la pierna”. Toqué y no tenía yeso. Se lo había sacado la noche antes de partir, en la pieza, con una hoja de afeitar. Fue todo teatro para irse”, narró Martínez en la revista Estrellas Deportivas.

 

Relataba las jugadas

El Gráfico


El argentino permaneció tres años en Peñarol. De su pasaje por el club recordó: “Era un cuadrazo. A los chicos los agarrábamos y en el primer tiempo y ya estábamos 3-0 arriba. Entonces en la cancha empezábamos a embromar. Yo decía: ‘toma la pelota Montaño, se va llegando al área. Tira, tira, gooooool’. Y me quedó eso, decían que el Loco trasmitía los partidos”.

Con 34 años Montaño volvió a Uruguay para ponerse la franja de Danubio donde fue goleador del campeonato Uruguayo.

En Maroñas tuvo como compañero a Héctor Lito Silva que lo recordó con particular cariño: “Un día jugábamos contra Wanderers que tenía un zaguero brasileño Belco. Yo le estaba pegando un baile bárbaro. Entonces se apareció el Loco Montaño, que tenía un montón de ocurrencias increíbles, y me dice en pleno partido: ‘¿Me prestás un poquito a este negrito? Te estás divirtiendo vos solo”.

Lito agregó otra historia más al repertorio del Loco: “Una vez, en el casino, ya sin un peso para jugar, se tiró arriba de la mesa y gritó: ¡Me juego!, ante la mirada atónita de los asistentes”.

Corría 1963 y por aquellos años muchos argentinos que reforzaban a los equipos en Uruguay se juntaban en un boliche. Una noche, previo a un partido de Danubio contra Sud América, el Loco le tiró el desafío al golero Tarnasky. Si no convertía antes de los 20 minutos pagaba un asado. Corría el minuto 18 en Jardines (cancha de Danubio) y el partido estaba 0 a 0. En eso Montaño tomó la pelota cerca del túnel y encaró relatando la jugada como tantas veces. “Escapa Montaño, elude a uno, sigue Montaño, pasa a otro, tres por el camino…”. Y se le venía de frente Chiche Monti para “matarlo”. Pero también quedó parado como un poste ante la habilidad del Loco. El golero Tarnasky le cerró el arco pero Montaño lo eludió y empujó la pelota a la red. Cuando los hinchas esperaban que el Loco saliera corriendo celebrando el golazo y se colgara del alambrado, se acercó caminando al golero buzón y le dijo: “¡Gil, te gané la apuesta!”.

Otra tarde de fútbol en el Centenario, Montaño narró lo que le sucedió en un partido contra Rampla: “Vino un defensa de ellos y me pegó una patada que me revolcó por la cancha, entonces corté una manta de pasto, me paré y le dije: ‘Tomá caballo, comé’. El árbitro se mataba de la risa”.

El periodista Enrique Yannuzzi narró en el programa Derechos Exclusivos de Radio Uruguay: “El Hugo Bagnulo siempre me contaba el famoso partido con Rampla Junios. El Hugo entraba con el partido comenzado, era una cábala, era el rey de las cábalas, nunca veía la movida. Aquel día,  cuando va camino por el túnel viene el Loco Montaño. ¿Qué hacés?, le pregunta el Hugo. Voy al baño, respondió el Loco. Bagnulo pensó le habrá pasado algo. Pero lo habían echado porque en la movida con Kulik un número 5 que tenía Rampla, trancaron fuerte se dijeron de todo y Armental echo a los dos”.



Yannuzzi aportó otra anécdota memorable del Loco, que terminó en lío.

“Resulta que por aquellos tiempos las radios tenían como sponsor al agua Matutina. Todas las radios tenían el “Informa Matutina”. En un clásico el Loco elude al Gallego Taibo y hace el segundo gol de un partido que ganó Peñarol 3-1. La pelota quedó en el fondo de la red, Montaño dio la vuelta por atrás del arco y le pega a la pelota hacia afuera, acotando: ‘Por adelante y por atrás. ¡Informa Matutina! Vale dos goles del Loco’. Se armó un lío bárbaro.

Lito Silva reconoció que: “El Loco era un jugador brillante pero su problema era afuera de la cancha. Le gustaba la ruleta y como concentrábamos en Atlántida, se escapaba. En la cancha hablaba mucho y lo insultaban. Yo le decía, no te metas Loco, no armes lío, pero él te narraba la jugada”.

 

Lío clásico

Montaño tiene un memorable historial de hechos en Argentina donde era conocido por el apodo de Tuerto. Pero también se hizo famoso por su devoción peronista. Al punto que la hinchada de Huracán, cuando hacía un gol, gritaba: ¡Perón, Perón!

Una de las historias más jugosas la vivió en el clásico rosarino. El clima estaba caliente porque el Loco, nacido futbolísticamente en Newell’s Old Boys, había pasado a Rosario Central. Resulta que esa tarde el canalla ganaba 2 a 0 y el Loco se floreaba para la tribuna. Pero el equipo rojinegro descontó y la hinchada de Central empezó a insultar a sus jugadores recriminando que no metían. Hasta que Montaño encaró, dejó a dos por el camino, se sacó al golero de arriba y la tocó suave al arco. ¡Para qué! El Loco giró y encaró a la tribuna colmada de hinchas de su propio club. “¡Vieron giles, insulten ahora!”.

El detalle es que Montaño no se había percatado de que la pelota no había entrado, pegó en el palo y se quedó mansita cerca del arco. Lo querían matar. César Luis Menotti, ex compañero del Loco recordó que eran las 10 de la noche y todavía permanecían en la cancha encerrados en el vestuario.

 

El Valium

Danubio.org.uy


Otra vez el Loco acusó problemas. El médico del club le recomendó tomar un Valium diario de lunes a viernes. Llega el domingo y hay tiro libre para Central. La jugada estaba planificada. Menotti tocaba por arriba de la barrera para el Loquito Montaño. Pero cuando se la pasaron, Montaño, en lugar de patear al arco, tomó el balón con las manos, se agachó y simuló atarse los cordones. La gente no entendía nada, muchos menos sus compañeros que conocían la jugada. Cuando llegaron al vestuario el médico lo notó mareado y le preguntó: “Montaño, ¿usted no habrá seguido tomando el Valium ayer?”. Y el Loco respondió: “Ayer y hoy… me hacía tan bien que ayer me tomé tres y hoy repetí la dosis”.

Era tal la forma de sentir y vivir el fútbol de Montaño que una tarde con sus compañeros había acordado no pasarle la pelota a Menotti. “Cerca del final del partido voy a sacar un lateral y le digo: ‘¿La querés, Flaco?’ Se la pasé pero el Flaco en lugar de pararla le pegó de volea con una bronca bárbara y casi me mata. El árbitro lo expulsó”.

 

El peronista

Foto: Instituto Nacional Juan Domingo Perón


En 1955 se produce en Argentina el golpe militar que termina con el general Juan Domingo Perón en el exilio. La Argentina estaba tan politizada que existía una formalidad normativa, el decreto-ley 4161, que  prohibiría siquiera mencionar al peronismo y a su líder.

Aquel año Huracán salió de gira por Panamá, justamente donde se encontraba el General.

En un artículo de la revista Un Caño se narra que Montaño abandonó la concentración y se lanzó al encuentro de su líder. “Los pocos dólares asignados para viáticos los invirtió en hacer los 80 kilómetros que lo separaban de la ciudad de Colón. Allí, luego de vivir durante un tiempo en un hotel, Perón se había instalado en una casa que permanecía bajo estricta custodia. Era víspera de navidad y Perón, a cuya agenda le sobraban renglones, invitó al futbolista a quedarse.

Compartir sidra y pan dulce con Perón fue una utopía perfeccionada. Aturdido por la emoción, para Montaño el tiempo se detuvo. Pero para sus compañeros de plantel no. La vida continuaba. Y, luego de empatar con la selección local 1 a 1, emprendieron la vuelta a Buenos Aires sin el delantero justicialista”, narró el artículo de Un Caño.

El 26 de diciembre el Loco tenía que emprender la vuelta. Sin un mango en el bolsillo, Perón volvió a darle una mano. Le pasó un sobre y le dijo por lo bajo: “Vaya, cómprese el pasaje, mi amigo”.

Montaño se subió al avión, viajó, pero apenas puso un pie en Ezeiza se encontró con tres robustos agentes de inteligencia que lo subieron a un Ford y se lo llevaron. El Loco quedaba detenido.

A los pocos minutos entró a una oscura sala un jefe de servicio que preguntó de mal tono: “¿Qué carajo te dio Perón?”. Nada, respondió el Loco Montaño.

Ante las insistentes negativas del Loco, el interrogatorio subió de tono.

En determinado momento, el militar golpeó la mesa e insultó. Montaño se levantó de la silla, extendió las manos y dijo: “¿Usted quiere saber qué me dio el General Perón? Esto, esto es lo que me dio”, dijo mientras abrazada al agente. “Me dio un abrazo. Eso es lo que me dio Perón”.

Comentarios

  1. Amigo siempre un aporte que nos trae a aquellos personajes que en una u otra ocasión conocimos en el ámbito deportivo, los locos de siempre.
    Salú hermano.

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  2. Muchas gracias Alejandro. Se valora el comentario

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  3. Notable anecdota, El Loco Montaño Gracias estimado amigo Señirans

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  4. Muy buena y atrapante historia, qué además presenta tinte histórico y cómo siempre, con un estilo más que ameno y divertido.

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  5. Inefable el Loco Montaño....impredecible !! Muy buena nota

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  6. Muy buena la historia. Siempre escucho sus publicaciones en el programa de Barranca

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  7. Siempre escuché las anécdotas e historias de este personaje de boca de mi abuelo (f), sobre todo lo de ir relatando su propia jugada en el momento en que transcurría, pero no conocía tantos detalles. Muchas gracias por la nota.

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