La cajita china, la historia desconocida de Marcelo Tulbovitz, el profe del River de Marcelo Gallardo
La
puerta de la casa del barrio Malvín fue violentada. A las dos de la mañana los
policías invadieron la vivienda. Revolvieron. Tiraron libros y discos al piso. No
encontraron lo que buscaban. Se metieron en el dormitorio y pretendieron abrir
un placard. No pudieron.
Entonces
tomaron a Elías, el dueño de casa, para llevarlo detenido. Antes de salir el
hombre pidió para despedirse de sus hijos.
En
uno de los dormitorios, en una cama cucheta, descansaban Sergio y Marcelo. En
otro cuarto lo hacía Ernesto, el más chico. Al verlos profundamente dormidos,
Elías consideró que saludarlos no era lo más adecuado para la situación que se
vivía. Por lo que los policías lo sacaron de la casa.
A
la mañana, la madre de los chicos ordenaba todo lo que estaba tirado mientras Sergio
y Marcelo se vestían para ir al liceo y Ernesto apuraba el café con leche para concurrir
a la escuela. De pronto, Rosa llamó a sus tres hijos y les comunicó la noticia:
“a papá se lo llevó la policía”.
Aquel
31 de octubre de 1975 cambió para siempre la vida de Marcelo Tulbovitz, el
reconocido preparador físico de la era fantástica de Marcelo Gallardo en River
Plate de Argentina.
Los meses sin noticias
Elías
Tulbovitz, papá de Marcelo, pasó a engrosar la lista de presos políticos del
Uruguay de la dictadura. Era militante del Partido Comunista.
Luego
de la captura pasaron varios meses sin que la familia conociera su paradero.
Rosa,
la mamá de Marcelo, comenzó a recorrer cuarteles con una bolsa de ropa limpia ante
la eventualidad de que su esposo se encontrara en el lugar que visitaba.
Así
fue un mes, dos, tres, hasta que al llegar al cuarto sonó el teléfono de la
casa. Elías estaba en el cuartel de La Paloma, en el Cerro. Posteriormente lo
trasladaron al Penal de Libertad.
En
ese entonces Marcelo tenía 14 años y cursaba el liceo en el Latinoamericano.
Allí conoció a Gustavo Iguini, al que alguna vez había visto de pasada en el
club Aebu donde jugaban al Fútbol Sala.
“En
1976 lo empecé a tratar a Marcelo en el liceo. Yo ya sabía que su padre estaba
en cana porque mi viejo estaba clandestino en el país, era requerido desde 1973,
por lo que teníamos conocimiento de las cosas que pasaban”, reveló Iguini a Que la cuenten como quieran.
En
setiembre de 1976, unos meses después de que se llevaron al papá de Tulbovitz,
cayó preso el padre de Iguini.
Por
aquellos años eran habituales las visitas del profe de River al Penal de
Libertad para ver a su papá.
Un
día se subió al ómnibus de la empresa Cita que lo dejaba en el Penal, acomodó
sus pertenencias, y tomó asiento. Cuando miró para el costado no lo podía
creer: estaba el Chinga Iguini.
“¿Qué
hacés acá?”, preguntó Iguini. “Cuando me dijo que iba a ver a su viejo al penal
nos empezamos a reír. Era increíble. Ahí empezamos a afianzar la amistad”.
Desde
ese entonces se hicieron “hermanos”. “Tenemos muchas cosas en común. Los dos
fuimos a Aebu, concurrimos al mismo liceo, y ahora nos encontrábamos en la Cita
para ir a ver a nuestros viejos a la cárcel”, contó Chinga.
Marcelo Tulbovitz y Gustavo Iguini |
En
aquel entonces Marcelo, con la rebeldía propia de su juventud, tenía actitudes
que iban contra las normas impuestas. En aquellos años, para que tengan idea,
no se podía ingresar al liceo con el pelo sobrepasando el cuello de la camisa. Si
así era para entrar al local de estudios, se podrán imaginar lo que era para
ingresar al Penal de Libertad.
“En
las visitas nos pedían el pelo corto y yo de rebelde mal. Mi vieja nos metía
una media en la cabeza para aplastar el pelo. No nos puede pasar que no te
dejen entrar, me decía. No vieja, no pasa nada, le decía yo”, contó el profe de
River Plate el 18 de octubre de 2016 en La Caja Negra de TV Ciudad.
Pero
lo cierto es que no lo dejaron entrar… A Marcelo le ganó la desesperación y no
tuvo mejor idea que salir corriendo del Penal rumbo a la ciudad de Libertad en
procura de un peluquero. “Se podrán imaginar que a la 7 de la mañana no había
nada abierto. No pude ver a mi padre”, dijo Tulbovitz.
Liberan a Elías
Sin
el padre en casa Marcelo salió a trabajar a temprana edad. “Mi vieja fue una
fiera. No solo en la contención sino en salir a pelearla. Ir permanentemente a
los juzgados a golpear puertas”, contó el profe en aquel programa.
Gustavo y Marcelo, amigos inseparables |
Debido
a la situación, Tulbovitz comenzó a trabajar a los 15 años. Allá por 1981 se
encontraba desempeñando funciones en una distribuidora de libros.
Una
mañana, luego de visitar dos lugares, volvió a la oficina. De pronto sonó el
teléfono. La dueña del local llamó a Marcelo y le dijo: “Andá ya para tu casa
que salió tu padre”. El profe no tenía un peso y la señora le dio plata para
tomarse un taxi. El reencuentro fue sumamente emotivo. Habían pasado muchos
años.
El
padre de Chinga Iguini salió en libertad en 1984 por lo que Marcelo estuvo
espalda con espalda junto a su amigo durante esos años. “Es que cuando cayó mi
viejo anduve medio de capa caída, no quería nada con la vida”, contó Iguini.
Ni olvido ni perdón
El
compañero de ruta de Marcelo Gallardo dice hasta el día de hoy recordar con
orgullo, la cantidad de veces que los exdetenidos que compartieron el Penal con
su padre le dieron un abrazo y destacaron sus valores.
“Mi
viejo era un tipo muy cálido y muy optimista, siempre para adelante.
Mi
gran orgullo es que los compañeros jóvenes que han estado con él me ven años
después y me dicen: ‘¿Vos sos el hijo de Elías? ¿Te puedo dar un abrazo?’. Me
pasó como 20 veces y ese es mi gran orgullo”.
La detención de su padre como preso político marcó para siempre la vida de los Tulbovitz. Para que tengan una idea, Marcelo dice que ni olvida, ni perdona.
“Viste
la famosa frase que dice que en la vida no hay que ser rencoroso. Yo sí soy
rencoroso. No me jacto de serlo, pero si me preguntás ¿sos rencoroso? Sí, soy.
Por un montón de cosas de la vida. Honestamente eso no me lo saca nadie. Es el
rencor del desarraigo, de romper familias, no hablo de la familia Tulbovitz,
hablo de miles de familias uruguayas. Para mí no hay perdón. No hay olvido ni
perdón”, dijo en la nota de 2016.
La cajita china
Del
profe Tulbovitz mucho se sabe. Algunos de sus videos con sus arengas recorren
el mundo. Su manera de motivar y llegarle a los jugadores es conocida. Cuando
Marcelo Gallardo armó su primer cuerpo técnico no lo dudo un instante: lo
integró. El destino los separó un tiempo. Pero cuando Gallardo volvió a la
actividad en River, en su agenda anotó el nombre del profe. Y cuando se
presentó la oportunidad se lo llevó. Ganaron todo. Y entraron en la historia.
Marcelo
Tulbovitz tiene muchos títulos, medallas, copas y diplomas. Pero ninguno como
la cajita china…
Aquella
madrugada del 31 de octubre de 1975, cuando la policía invadió la casa de los
Tulbovitz, su mamá Rosa se paró delante del placard de su dormitorio para
impedir que se llevaran una cajita de aquellas donde las madres generalmente
guardaban los anillos. Esa cajita, de procedencia china, la tiene Marcelo. Como
un tesoro. No es para menos. Rosa se había jugado ante policías armados para defenderla. Ya no tienen los anillos ni los collares de su madre. Tiene un valor
más profundo: el de los sentimientos.
La barra de amigos de Marcelo |
Historias que no se olvidan, de muchas generaciones. Salúd Marcelo!
ResponderEliminarLA verdad te eriza!!
ResponderEliminarExcelente historia, muy enriquecedora y vivencia, en un relato que atrapa de principio a fin.
ResponderEliminarMuy buena la anécdota. Un crack el profe.en nacional también hizo un trabajo excelente.
ResponderEliminarBuenísima historia amigo.
ResponderEliminarDe eso se trata nuestro oficio. De contar buenas historias y no la basura de la que habitualmente se informa
El "chupete" de malvin y de Club Atletico Relámpago gran botija como su hermano que se dedicó a la música. Abrazo y buen recuerdo, varios pasamos en esa década por cosas similares y nunca se van a olvidar.
ResponderEliminarUna vergüenza que la pluma de señoranz no esté en un diario y que las empresas aprovechen oportunidades para quitarse problemas de encima
ResponderEliminarEl chupete de Malvin y de AEBU. A pesar de aquella época espantosa en AEBU se vivía solidaridad y quedaron algunos lindos recuerdos
ResponderEliminarQué lindo recordar a Elías y a Rosa, entrañables compañeros. Abrazo
ResponderEliminarAplausos para esta historia, Tulbovitz y Señorans
ResponderEliminarAl "Chupete" lo tuve de profe de liceales en Aebu, era un crack! gran admiración. No conocía esta historia, gracias por contarla tan bien.
ResponderEliminarLOS QUE RAMPARON PARA ABRIRSE CAMINO ANTE UN FACISMO QUE PERSIGUE AL QUE LUCHA Y QUE LA MEMORIA CORTA DE MUCHOS HACE QUE ESTEMOS OTRA VEZ EN LIBERTAD CONDICIONAL : ATACAN EDUCADORES DESMANTELAN CENTROS DE SALUD SIN INVERSION PARA VIVIENDAS POPULARES. Y EN URUGUAY DESTRUIR LA PREVISION Y DEJARLA EN MANO DE FONDOS PRIVADOS.
ResponderEliminarDefienden a los que COMETIERON CRIMENES DE LESA HUMANIDAD, COARTAN LA PRENSA. LA VERDAD NO SE PUEDE CREER.
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