Villa Española: orgullo de barrio, historia de lucha y laburantes de un club donde los jugadores cantan el himno del cuadro Ivo Allende, jugador del club, pintando el escudo del cuadro en el vestuario La chimenea y el pitido de la fábrica que hacía apurar el paso rumbo a la escuela. Las pelotas de goma de cada 6 de enero. Los zapatos Incalcuer que la vieja compraba un número más grande para que duraran dos años. Cantinas y comedores. El humo y el aroma de los chorizos invadiendo cada casa de la zona. Tres mil obreros ganando la calle a la hora del almuerzo. Allá, al fondo de Corrales, en aquel barrio cubierto por las flores de mil colores, enclavada en un refugio de amistad, la cancha del Villa. El cuadro y su barrio fueron de la mano hasta que las máquinas de la modernidad se llevaron por delante el viejo Parque Sáenz devenido en Parque España. El dolor invadió. Fue un golpe al alma. Al corazón del barrio. El orgullo fue herido. Pero jamás murió. El Villa se levantó. Una mañ...