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Siente a Rampla como parte de su vida. Empezó y se retiró en el club, dirigió al cuadro cinco veces hasta que su señora enfermó. Su corazón es picapiedra, pero vaya paradoja, su vida cambió gracias a Cerro. Juan Carlos Borteiro y su orgullo de barrio alejado del odio de la rivalidad.


La vieja cancha de Rampla. El astillero. La casa de dos aguas de Pedersen. El pasaje hasta el agua de la bahía donde se veía el partido de parado. La memoria de Borteiro es Rampla en estado puro. Ahí empezó a los 13 años hasta que se lo llevaron a la Tercera de Peñarol.

“En aquel cuadro de Peñarol había señores jugadores como el puntero derecho Martínez, que venía del primero de River. Hermano de Ruben Martínez, ese era un mini Cubilla. De 8 el Tubo Sosa, bruto jugador que se fue a jugar a Colombia, de 9 estaba yo, de 10 Beltrán Sosa que pasó del primero de Liverpool a la Tercera de Peña rol y de puntero izquierdo Fontora o Iriarte. Teníamos una delantera tremenda, salimos campeones”, recordó en charla con Que la cuenten como quieran.

Fueron dos años en el carbonero donde pudo entablar amistad con las figuras de la época. “Pude compartir con monstruos como el Pepe Sasía, que me paro para nombrarlo, con Alberto Spencer que sigo parado, Tito Goncalves, el Cholo (Ledesma), con Ángel Ruben Cabrera, Nelson Díaz, Pablo Forlán, el Lito Silva, con Maciel. Yo tuve la fortuna de criarme en un ambiente donde pudo compartir cosas con William Martínez, Ciengramos Rodríguez, Davoine, el Beto Gil, Washington Puente, Pablo Rodríguez, el Peta Ubiña, Mujica, el Flaco Manicera, Petrolino Acosta, Origoni, entre otros”.

Rampla Juniors 1973

Fueron dos años en Peñarol hasta que llegó la oportunidad del Deportivo Quito de Ecuador. Borteiro jugó unos meses en el referido club ya que lo contrató Barcelona de Guayaquil donde fue campeón y goleador del torneo local. Apenas pegó la vuelta a Montevideo, su suegro, que era dirigente de Cerro, le empezó a insistir con que se pusiera la albiceleste.

“Mi señora hincha de Cerro al igual que toda su familia. Yo era la oveja negra. Y tanto me insistieron que en el año 67 fui a entrenar”, contó Borteiro. Y agregó: “Mire yo siempre lo dije, no tengo que ocultarlo: yo no soy anti-Cerro, de ninguna manera. Si tenemos al vecino, la señora, la tía, el amigo, todo lo que nos rodea, uno de Rampla, otro de Cerro. No podemos tener enemigos. Dentro de la cancha se pelea como se pueda para poder ganar, pero fuera de ella todo lo contrario. Yo no soy anti-Cerro. No se puede ser así”, afirmó.

Y vaya paradoja del destino aquellos primeros entrenamientos en Cerro terminaron cambiando su vida.

Resulta que una tarde Borteiro se quedó rematando al arco con el golero de la Tercera, el Pantera Rodolfo Rodríguez que luego entró en la historia con Nacional. Y en eso cae la selección de Bolivia, que estaba disputando el Sudamericano en Uruguay, a hacer fútbol en el Tróccoli.

A los bolivianos les faltaban jugadores para completar dos equipos por lo que recurrieron a los que estaban pateando al arco. Entre ellos, Borteiro.

En el Palco de la cancha de Cerro estaba un contratista que había llegado a Montevideo para llevarse a Horacio Troche. El hombre se puso a mirar el entrenamiento de los bolivianos y cuando terminó bajó a la cancha a hablar con Borteiro. “¿A usted le gustaría ir a jugar a Alemania?”, le dijo el emisario. “¿A qué hora nos embarcamos?”, respondió Juan Carlos.

Increíble pero real: el simple hecho de quedarse a patear al arco con los muchachos a Borteiro le cambió la vida.

A la uruguaya

Borteiro con Troche

El delantero desembarcó en el Alemannia Aachen, equipo de la ciudad de Aquisgrán que por entonces jugaba la Bundesliga.

Y allá empezó la odisea. Para ir a entrenar, Borteiro se tomaba primero un tranvía y luego un trole que lo dejaba en el estadio. Se podrán imaginar que no hablaba una sola palabra en alemán. “Yo me subía al trole y el chofer me conocía porque era hincha del cuadro de la ciudad. Yo no hablaba nada, le ponía la plata para pagarle y el tipo me hablaba y me decía que me sentara en un asiento al lado. Entonces, cuando subía gente el tipo le decía ahí esta fulano sentado y la gente me miraba”, rememoró el exfutbolista.

Como a Borteiro le daba vergüenza aquella situación, un buen día decidió irse para el fondo. “Y la típica, dije hoy no pago y me voy para el fondo que no me va a molestar nadie”.

Pero en medio del viaje ocurrió lo inesperado, subió un inspector. Cuando llegó le pide el boleto a Borteiro que estaba impecablemente vestido de traje, porque se iba a entrenar de traje. “Ahí me las vi feas. Yo no entendía lo que me decía el tipo y dije me voy a buscar al chofer. Pero el inspector me llamó con mi boleto en la mano. El chofer ya se lo había dado”.

De aquellos tiempos dice no olvidar los pucheros que hacía Horacio Troche con quien jugó esos años en el Alemannia Aachen, hoy conocido como Alemannia Aquisgrán.


Made in Germany, el nombre de su hijo


Alemania marcó la vida de los Borteiro. Por aquellos años su señora quedó embarazada. El proceso no fue sencillo. El propio Juan Carlos reveló que su esposa corrió riesgo de vida.

“Tengo dos hijos gracias a Alemania. Es algo que voy a agradecer toda mi vida, porque de no haber estado allá no sé si mi señora podría haber dado a luz”, expresó Borteiro.

El exfutbolista recordó que: “mi señora estuvo como 5 meses internada y a veces no la podía ver. Cuando me llamaban yo recorría 120 kilómetros viajando con nieve. No fue fácil la cosa”, rememoró.

El día que nació su primer hijo Borteiro viajó hasta el hospital. Antes de partir tomó su bolso de entrenamiento y lo llenó de botellas de vino blanco para tener una atención con los médicos. Cuando llegó, el doctor lo recibió y le preguntó el nombre del bebé. “Claudio”, respondió Borteiro. A lo que el doctor le dijo: “No, Claudio no. Made in Germany”.

“¿Qué me quiso decir con eso? Que si no estaba en Alemania no hubiese nacido” rememoró Juan Carlos.

Las postales que le mandan de Alemania

Cuando regresó a Uruguay, su señora quedó embarazada de su segundo hijo. La volvieron a internar. El médico llamó a Borteiro. “No se haga a la idea de que va a nacer, esto no es Alemania, va a tener la fatalidad de perderlo, me dijo el hombre, y yo dije, no para hermano”, reveló a Que la cuenten como quieran.

“Cuando entré a la sala mi señora estaba en un llanto y le digo no te preocupes que ya mismo llamo a Alemania para que nos manden los remedios. Recuerdo que tenía un registro de número porque no tenía ni nombre el medicamento. Y gracias a esos remedios que nos mandaban de Alemania pudimos salvar al segundo hijo. Nació prematuro, pero ya está más grande que yo”. Con el paso de los años su señora enfermó y Juan Carlos, que dirigió cinco veces a Rampla en Primera, rechazó posibilidades de dirigir por quedarse a su lado.

A pesar del tiempo, la gente no olvidó el pasaje del uruguayo por  Alemania. Al día de hoy recibe fotos en sobres de carta para que las firme y las reenvié.

Las cartas que recibe de Alemania

Borteiro jugó seis años en Alemania. Cuando cumplió los 30, pese a tener contrato vigente, decidió pegar la vuelta. ¿Por qué volvió? Porque tenía un último deseo: jugar en Rampla. “Empecé con 13 años y a los 31 jugué mi último partido con la camiseta de Rampla. Me despedí. No quise jugar más, me pareció que había cumplido con lo que tenía que cumplir”.

Comentarios

  1. Muy buena reseña de Juan Carlos Borteiro cómo jugador y cómo persona; quienes conocimos a Cristina sabemos de su calidez humana. Un orgullo para los cerrenses Juan Carlos y Cristina.

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  2. Que linda nota!! Juanca y flia personas que no se encuentran todos los días en la vida.

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  3. Rivales y hermanos dice una canción de Jaime. Tener claro ese concepto describe en parte a un ser humano, es la esencia del juego mismo. Más conozco de estas maravillosas historias y más abrazo al deporte. Pero esta claro que lo enaltecen las personas con valores, los soñadores y ahí es cuando el factor suerte que parece puro azar, a la distancia puede interpretarse con más claridad. Excelente historia, necesitamos conocer muchas más, gracias Jorge.

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  4. Que bueno este recorrido por tu vida! Que momentos bellos y duros que has recorrido.Eso te ha dado la integridad humana que tienes.Abrazo Argentino amigo

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  5. La gratitud es una religión me dijo una vez Juan Faccio. Soy ni más ni menos agradecido a Alemania que Borteiro. Aquí mucha gente le puso etiqueta a un país que de mil años, vivió 12 de terror. Grande Borteiro.
    Aufwiedersehen

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