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Cuba: la historia del único club que desafilió y pretendió hacer desaparecer la dictadura pero jamás pudo matar su cultura de barrio








La dictadura lograba su cometido. El presidente del club preso y sometido a torturas. Una medalla enterrada en el fondo de la sede. Y un decreto que terminaba desafiliando al cuadro. Once jugadores dejaban de entrar a la cancha. La misión estaba cumplida. Pero jamás imaginaron los militares que la “cultura” del barrio permanecía viva por las calles. Nunca claudicó. Jamás murió. Club Unión Barrio Artigas. El Cuba. Una historia de sangre, sudor, lágrimas, torturas, censuras y con un increíble mensaje de un barrio pobre que vuelve a poner al cuadro de pie.

Todo nació en el Barrio Artigas de Treinta y Tres. Pobreza al extremo. Solidaridad a flor de piel. La escuela 31 como lugar de enseñanza y el Batallón de Infantería 10 integrado al lugar.

“El actor clave de esto se llama Jesús Severino Gómez que era un negro hijo de doña Lina. Jesús tiene una impronta que fue armar una murga a la que llamaron Anda a cantarle a Gardel. De esa murga se conforma otra que se llamó Los alegres profesores. El barrio fue tomando todo de esa expresión cultural. Y luego hay un componente social de convivencia de los vecinos con un relacionamiento humano excepcional”, comenzó narrando Francisco Laxalte, el Cura, como se lo conoce, a Que la cuenten como quieran.

El club se funda en 1956 con Jesús Gómez y Bebe Viera como actores claves. Camiseta similar a la bandera de Artigas. Y en su escudo, las siglas del cuadro: Cuba (Club Unión Barrio Artigas).

Por aquellos tiempos se empezó a dar un fenómeno particular. Los jugadores del barrio entraban a trabajar en el batallón y defendían al club Lavalleja, que era el cuadro del cuartel. Sin embargo, muchos eran hinchas del Cuba.

“Ese fenómeno era una convivencia que se generó entre los años 1956 y 1960 (cuando el Cura se arrimó al club). Años en que el tema del Ejército era una expresión distinta desde varios puntos de vista. Era un componente de una pobreza que hacía a la unidad de esa cultura del barrio”, reveló Laxalte.

El hombre destacó y puso especial énfasis en la expresión cultural y social del barrio. Se habían formado comisiones barriales integradas por vecinos y vecinas que se iban haciendo cargo de los problemas que surgían. Sin percibirlo, aquellos que la fomentaron plantaron las semillas que terminaron sembrando en hijos y nietos.

 

De cura a edil

En los primeros tiempos el cuadro jugaba en las categorías formativas, donde Laxalte despuntaba el vicio y se sacaba el gusto actuando como lateral derecho con la 4 en la espalda. Una vieja camiseta que terminó en el exterior en manos de sus nietos.




Laxalte era un hombre de espíritu inquieto. Así lo demuestra el hecho de que fue presidente del club, estuvo a punto de ser cura, y terminó en la actividad política.

Resulta que un día le dijo a su madre que quería ser cura y se anotó en el Seminario. ¿Por qué no llegó? Una vez, hablando con sus compañeros del les dijo que estaba en un problema. “Me fui de vacaciones y anduve en el barrio y me encuentro que tenemos un mensaje de Cristo hacia los pobres y tenemos una iglesia que es la opulencia de la riqueza. Eso me tiene complicado y no lo sé resolver”, les dijo Francisco. El tema es que uno de sus compañeros le llevó el mensaje al rector. “Me llamó y me dijo: ‘tiene 48 horas para revertir ese pensamiento’. Me fui”, contó Laxalte.

Con el paso de los años se transformó en presidente del Barrio Artigas y se volcó de lleno a la actividad política en el Frente Amplio.

Fue así como en 1971, en su primera elección, el FA sacó dos ediles en Treinta y Tres, el Dr. Gadea y Laxalte.

Diogo de niño (segundo a la derecha con una mano en la pelota)


Coincidentemente, en 1972 el club llegó a Primera división.  Un hecho que sacudió al barrio que conocía a la perfección la lucha y el origen humilde del cuadro. Entre todos aquellos jóvenes llenos de ilusiones que defendieron al Cuba se encontraba Víctor Hugo Diogo, al que Laxalte recomendó su contratación al entonces presidente de Peñarol, José Pedro Damiani. Otro de los jugadores reconocidos que surgió del Cuba fue Arsenio Tola Luzardo, excampeón con Nacional y la selección.

 

El primer muerto de la dictadura

Foto: La Juventud


La historia del club Barrio Artigas tiene un antes y un después del asesinato de Luis Batalla Piedrabuena. Fue el primer muerto por torturas en una unidad militar. ¿En cuál? En el batallón 10 del Barrio Artigas.

Laxalte no olvida aquel momento que marcó la vida del Cuba.

“Ocurrió en mayo del 72. Un soldado va a casa y me dice vengo a buscar los remedios para el corazón de Nucho (Luis Batalla) y le digo, yo no sabía que sufría del corazón, además esta no es su casa. Ese detalle me da a pensar que algo había pasado con él.  En eso pasa el brasileño Nica Rosas por la puerta de casa y me dice: ‘el cuerpo de Nucho está en la morgue’.

Me voy al lugar donde nadie molesta y está solo, que es el baño, para pensar realmente lo que tenía que hacer. Ahí voy a hablar con el padre de Nucho, don Tiburcio Batalla que me dijo que lo habían llamado del cuartel y le habían dicho que el corazón de su hijo no había aguantado y había sufrido un ataque. Nos miramos. Me preguntó qué estaba pensando y le dije: para mí lo asesinaron”, reveló Laxalte en la charla con Que la cuenten como quieran.

Fue entonces cuando el Cura Laxalte le pidió autorización al padre de Nucho para abrir el cajón. Don Batalla lo mandó a hablar con Perico, una autoridad del Ministerio del Interior de Treinta y Tres, y con la señora del fallecido.

“Fui a la Jefatura, le hice el planteo y me dijo que estaba de acuerdo, que si creía que lo habían asesinado que acordáramos la hora de abrir el cajón. Fui a hablar con la señora de Nucho y me dijo que sí, pero que ella no iba”.

Acto seguido Laxalte llamó al Senador Juan Pablo Terra, le explicó todo y le planteó la necesidad de que fuera un legislador con inmunidad parlamentaria porque él, como Edil, no la tenía.

“El hecho se dio a las dos de la mañana y no hubo duda alguna de que lo habían asesinado. Los médicos labraron el acta en un negocio del señor Pintos. A los tantos días se va a la interpelación y el Ministro Manini termina diciendo lo siguiente: ‘Debo admitir que en el caso del ciudadano Luis Carlos Batalla, en el batallón de infantería número 10, existió anomalía en su trato’. Cuando dijo eso, yo que estaba allí escuchando, dije lo van a volar. Cosa que pasó a la semana siguiente. Pero ahí quedó al descubierto algo que decirlo ahora no es lo mismo que vivirlo por entonces”, rememoró Laxalte.

En el Batallón de Infantería se enteraron que el Cura había sido el encargado de la movida para revelar la verdad sobre la muerte de Batalla. En ese entonces, el Cura Laxalte era presidente del club Barrio Artigas. Por lo que el cuadro pagó las consecuencias en la dictadura…

 

Presidente preso y torturado

Laxalte, orgulloso con la bandera del Cuba


El país se había puesto duro. La represión policial era cada vez más intensa. A punto de estallar la dictadura un muro de la sede del club lucía el escudo del equipo con las siglas correspondientes: CUBA.

Por esos tiempos Laxalte vivía solo. Cuando decidió separarse de la madre de sus hijos el hombre quedó viviendo en la casa que se transformaría en la sede del cuadro. Y se podrán imaginar que aquella casa, con las letras Cuba pintadas en el frente, era mirada con recelo.

Laxalte, previendo lo que podía llegar a pasar, llamó un día a su hijo Juan.

Lo miró a los ojos y le puso una medalla en mano. Era la medalla que le habían regalado cuando asumió como Edil departamental.

La medalla que Laxalte entregó a su hijo


“No me vayas a decir donde la vas a esconder, porque cuando me la pidan no lo voy a saber”. Juan, que ya jugaba en el club Barrio Artigas, la enterró.

Un día de 1975 golpearon a la puerta de la casa. Cuando el hombre abrió se encontró con los integrantes del Ejercito que ingresaron a revolver todo.

Armados con fusiles iniciaron un raid tirando todo lo que encontraban a su paso. Revisaron, buscaron. Parecía que el mundo se venía abajo. Se lo llevaron detenido.

“Cuando me llevan al cuartel y me están torturando uno me dice: ‘Así que Cuba…Estaban rindiendo homenaje a Fidel Castro…’. Y se me da por decirle: En todo caso Fidel Castro nos miró a nosotros porque nacimos en el 56 y el triunfo de Fidel fue en el 60. ¿Y ahí qué pasó? Cuando me desperté estaba molido. A buen entendedor pocas palabras…”.

Laxalte estuvo un mes detenido en Treinta y Tres. Reconoció haber perdido noción de las horas, de los días, del tiempo que estuvo preso. Posteriormente lo trasladaron al Batallón número 12 de Rocha. Y de ahí al Penal de Libertad.

Mientras tanto, en la cancha, el Cuba seguía jugando.

“La dictadura nos hizo borrar la bandera del muro de la sede porque el escudo era una pelota con las siglas del cuadro, Cuba (Club Unión Barrio Artigas). Entonces vinculaban al cuadro con la revolución cubana. Como será la cosa que más de un dirigente del club fue detenido, demorado y juzgado”, aportó Juan Laxalte, hijo del Cura, que en ese entonces defendía los colores del cuadro.

En 1975, el Cuba jugó la final del Preparación contra el Lavalleja, el equipo del Batallón. Y si bien eran todos conocidos, en el ambiente flotaba una extraña sensación.

Víctor Hugo Diogo con la camiseta del Cuba


Un año más tarde a Laxalte lo hacen renunciar al documento que había firmado para hacerse responsable del pase de Víctor Hugo Diogo a Peñarol.

“Apareció un soldado por la barraca 3 y mencionó mi número: 1.836. Porque ahí no te llamaban por el nombre, eras un número, y recuerdo que me dijo, ‘firme este papel’. Y me hicieron renunciar al compromiso que tenía por el pase de Diogo”, contó Laxalte.

Pero aún quedaba un golpe más duro. El que cambió la historia.

 

La dictadura y la censura contra el Cuba



Del otro lado de la línea se hace un silencio… Se produce una pausa en el relato. La respeto. Laxalte retoma y me dice: “Fue la injusticia mayor que podían haber cometido...”. El Cura afirma que en el club jamás se le preguntó a un jugador a quién iba a votar y mucho menos se puso como condición sus ideas políticas para ficharlo. Pero la dictadura no lo entendió de la misma manera.

El cuadro jugaba en Primera cuando llegó la orden militar de que no podían competir. El Cuba fue desafiliado.

“Sacaron un decreto que mandaron a la Liga y a la Departamental de Treinta y Tres para que se firme y punto. La ilegalización del cuadro del Barrio Artigas”, rememoró el protagonista de la historia.

¿Qué les dijeron para eliminarlos? Que la forma de conducirse no estaba en sintonía con las formas de vida que se estaban teniendo en ese momento, comentó Laxalte.

“Ellos sostenían que el club representaba un inadecuado modelo si tenemos en cuenta los valores de buena ciudadanía que se esperan en una institución deportiva. Pensaban que teniéndome a mi preso el cuadro desaparecía. Pero la vida les fue demostrando que no se terminaba el cuadro y por eso lo ilegalizan”, expresó el Cura de 83 años.

Un año después que la dictadura borró del mapa al Cuba, el Cura Francisco Laxalte fue liberado. “Yo ya estaba enterado que el Barrio Artigas como club de fútbol no estaba existiendo”, comentó.

La historia esconde otro detalle increíble. Al momento de recobrar la libertad, Laxalte fue impedido de ir a su pueblo.

La dictadura cercó al Cuba. Lo atrapó y lo encerró. Pero jamás se percató de que la cultura de su barrio estaba viva. 



Un buen día Juan Laxalte fue al fondo de la sede del cuadro y empezó a escarbar en la tierra. Tenía claro el lugar de búsqueda. A los pocos minutos desenterró una medalla.  La de su padre. Aquella que le había dado en la mano con el mandato de esconderla sin revelarle el lugar. Se la devolvió. Fue como devolverle el alma al cuerpo. 

Aquel no fue el único regalo que la vida le devolvió al Cura Francisco Laxalte. Cuarenta y tres años después los ojos se le llenaron de lágrimas. Ocurrió lo inesperado. El Cuba volvió a la cancha. 

El Cuba volvió a la cancha



Comentarios

  1. Una historia maravillosa!! James Loher dice que el deporte contiene gran parte del drama de la vida, en parte es un microcosmos de la vida. La incertidumbre, la alegría, el dolor están presentes... Así es que se juega como se vive y se ponen en juego los valores de los distintos actores y eso otorga identidad a las instituciones!! Claramente el nombre de este club es mucho más que una sigla. Felicitaciones Jorge y a los verdaderos protagonistas!!!

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  2. Historia conmovedora. Una mas de los ejemplos de la miseria intelectual de quienes tomaron el poder por esos infames años. Del peso fatal de la cercanía en los pueblos. Pero sobre todo, historia de resistencia. Salud C.U.B.A.

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  3. Muy buena y emotiva la nota . También como le van a poner ese nombre al club ?? Siempre hubo gente que se la jugó por sus ideas y eso no lo pueden matar . Arriba los que luchan.

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  4. Excelente !!!! Recuerdos de cosas que pasaron en el Pais . Tiempos oscuros que afectaron a muchas Familias y que lamentablemente hay intereses oscuros que no quierne que salgan a luz . Felicitaciones

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  5. Me emocioné hasta las lágrimas.
    Y miren que las pasé
    Pero el número de preso está mal
    Llegamos hasta los 4 digitos

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  6. Espectacular historia, llena de historia y emociones. Realmente logra conjugar deporte, historia e ideales.
    Muchas gracias por socializarla y como siempre con un toque distintivo del periodista-escritor.

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  7. Que relato!!! En el 76 fuimos compañeros con el hijo del Cura Gran tipo le decíamos el chueco.

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