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Sosita, el rey de la diversión al que Julio María Sanguinetti le negó bajar en helicóptero en el Centenario


Foto Martín Cerchiari


“¡Payaso, va vaffanculo! ¡Bastardo!”. Parados en la tribuna, los tanos gritaban indignados. Una mano abierta contra la boca para direccionar mejor el insulto. La otra con el puño cerrado. Estaban enardecidos. El destinatario de los insultos era un uruguayo. ¿Qué había irritado a los hinchas del Pescara? Que antes de empezar el partido el jugador en cuestión sorprendió a propios y extraños. Se pegó un pique corto hasta la mitad de la cancha, se trepó a una bicicleta que estaba allí para ser sorteada, y empezó a dar vueltas por la cancha. Los tanos se lo querían comer.

¿Quién podía ser capaz de tamaña locura? Ruben Sosa. El Peter en Piedras Blancas. Sosita en Nacional. Sosich en Alemania. Principito en la selección. Un jugador extraordinario surgido de las formativas de Danubio, donde debutó con 15 años, y se transformó en ídolo de Zaragoza, Lazio, Inter de Milán y Nacional.

Sosita fue de los pocos futbolistas que jugó como vivió: con alegría.

Aquella tarde en la cancha del Pescara los reconocidos jugadores de Inter de Milán, entre los que se encontraban hombres de la talla de Zenga, Bergomi, Ferri, habían salido a reconocer el campo y palpitar el ambiente previo.

“La bicicleta estaba toda cuidadita y bien presentada. Todo iba tranquilo hasta que escucho, desde atrás, a un compañero que me dice en voz baja: ‘Ruben, ¿a qué no te animás a dar una vueltita?’. ¡¿Cómo?! No me importó que faltara poco para el comienzo del partido, me pegué un pique al centro de la cancha, agarré la bicicleta y me puse a dar vueltas en el redondel del círculo central. ¡Me querían matar! ¡Lo que me gritaban desde la platea! ¡Payaso, va vaffanculo (andá a cagar)! El canchero se metió en la cancha y me corría con un palo. ¡Bastardo!, me gritaba. Había como 40 mil personas en las tribunas y se armó una rechifla tremenda”, rememoró entre risas Ruben Sosa.

Sosita fue un elegido. Una especie de hombre-niño que sintió y vivió el fútbol a su manera. En su reino de diversión todo estaba permitido. Hacerse pasar por un turista en pleno partido, caminar rengo para generar preocupación, salir de la cancha con un paraguas porque llovía, contratar una limousine para dar la vuelta olímpica y pretender descender en helicóptero en medio del Centenario con la copa de campeón, pero el presidente de entonces, Julio María Sanguinetti, se lo impidió como rememoró en el libro Son cosas del fútbol (Fin de Siglo).

Allí rememoró algunas de sus anécdotas más locuaces como la que vivió con el exgolero de la selección italiana Walter Zenga.

“Una vez yo estaba brindando una nota para la RAI y desde el primer piso Zenga me tiró un balde de agua. ¡En plena nota para la televisión!¿Qué hice? Esperé el momento… Un día llego temprano y le pedí al equipier de Inter que me diera los guantes de Walter. Yo sabía que él andaba siempre con dos pares. Entonces le corté los dedos del medio. Llegamos al estadio y cuando se fue a poner los guantes para calentar se armó un lío bárbaro. Y le dicen, mirá estos guantes llegaron así. Entonces me le arrimo y le digo, ‘esta fue por la del balde de agua. Te doy los sanos con una sola condición: si me los firmás y me los llevo a casa’. Me los firmó y me los traje”.

 

Sosich en el Dortmund



De su pasaje por Alemania, Sosita recordó las locuras que hizo en el Borussia Dortmund. Allá fue Sosich. Y, entre otras cosas, a Sosich se le daba por hacerse el rengo...

“En un partido por el torneo alemán ganábamos 3 a 0 y había como menos 15º. ¡Un frío! Y en eso el técnico me dice para entrar. ¡No seas malo!, decía yo. Con el frío que hace… Qué necesidad. Pero el tipo me exigió que me atara los cordones. Me calenté y no le hice caso y de bronca me mandé para la cancha con los cordones desatados. El hombre se enojaba conmigo. No me ponía nunca”.

¿Saben quién era el hombre al cuál hacía referencia Sosita? Ottmar Hitzfeld, dos veces campeón de la Champions y la Intercontinental. Ganador de la Bundesliga alemana en siete oportunidades y seleccionador de Suiza en el Mundial de Brasil 2014.

Aquel equipo tenía jugadores de la talla de Andreas Möller, Stefan Reuter, el golero brasileño Julio Cesar, el delantero goleador suizo Chapuisat, y Karl Heinz Riedle, entre otros.

Pero a Sosich nada le importaba. Su talento, a pesar de la rodilla maltrecha, estaba intacto. Y a la hora de pegarle a la pelota no perdía las mañas.

“Un día, contra Bayern Münich, entré faltando 15 minutos. Y me queda un tiro libre. Esta es la mía dije. La metí en el ángulo y luego del gol salí caminando haciéndome el rengo”.

A partir de ese gol se hizo habitual que, como respuesta a las pocas posibilidades que el técnico Hitzfeld le daba, Sosita cada vez que convertía un gol se sacara el zapato y lo agitara como si tuviera una piedrita. Claro que después de esas cargadas la relación con su entrenador iba de mal en peor, por lo que lo sentaba en el banco.

“Y claro, dije, Sosita no juega, entonces se divierte. Como no jugaba nunca, me vestía de hincha: con la bufanda y el gorrito del Dortmund. Y cuando el equipo entraba a la cancha, y desde la platea me saludaban, yo levantaba los brazos y gritaba ‘no, no, i am only a tourist, a tourist’…”. ¡Se quería hacer pasar por turista!

La aventura alemana duró poco y en 1996 se fue a Logroño para ponerse la camiseta de Logroñés.

“A Logroño fui a divertirme”, admitió. “Ese era un cuadro que venía de la B, con muchos jóvenes, y era todo fiesta. Bajamos, pero yo entraba con los pelos todos pintados, cuando gritaba los goles agarraba alguna bota de vino de algún hincha y me hacia el que tomaba”, rememoró. En Logroñés tuvo como compañeros a Ricardo Canals y Danilo Baltierra.

Foto Twitter Inter.it


 

Hizo teñir a los chinos

La última salida de Ruben fue a China donde se encontró con la rígida disciplina militar de los chinos. Y se podrán imaginar lo que fue Sosita…

Cuando llegó le dijeron que tenía que correr tres mil metros. ¿Para qué? En aquellos tiempos, antes de ficharlo, los equipos chinos exigían al jugador una prueba física. Y cuando le comunicaron a Sosa que la tenía que hacer se podrán imaginar… “Agarré al que me quería hacer correr y le dije: ‘dame la pelota que te la pongo donde quieras’. Pero el traductor no se animaba a decirle al técnico lo que yo le había mandado decir porque el hombre era militar”.

Sosita no olvida aquella experiencia que duró apenas seis meses. “El técnico era un militar que tenía como 60 años. Y en las charlas nos decía, hay que marcar como en la guerra. Y antes de los entrenamientos hacíamos fila como los milicos. Estos están todos locos, decía yo. Pero el tipo se levantaba a las 6 de la mañana y ordenaba despertarnos a todos. Nos ponían en fila y al minutos nos decía, bueno ahora vayan a dormir. Y que voy a volver a dormir, mago… Ya me despertaste…”.

Pero el chino no pudo con Ruben. El campeonato se inició y el equipo arrancó perdiendo todos los partidos. Hasta que un día Sosita apareció con el pelo pintado de blanco y le dijo a sus compañeros que había que pintarse para ganar. “Ganamos y empezaron a caer los chinos con los pelos pintados”.

 

Los festejos en Nacional



Cuando decidió que era tiempo de volver y radicarse definitivamente en Uruguay se vino para cumplir el sueño de niño de terminar jugando con Nacional. Pero le tocó vivir una etapa complicada. Sufrió el quinquenio de Peñarol hasta que, con el paso del tiempo, se terminó transformando en ídolo.

Y en Nacional hizo de todo y hasta más de lo que puedan imaginar. En 1998, cuando ganaron el torneo y celebraron en un partido contra Huracán Buceo, le pintó la cabeza a todos sus compañeros con los tres colores de su equipo. A algunos les hizo escudos en el pelo o en la frente, a otros franjas, la bandera… “Pah, esa fue horrible. ¡Me vino un dolor de cabeza! Jajaja. Es que usé pintura para ropa, y en pleno partido nos empezó a arder a todos la cara y tuvimos que salir a lavarnos”, contó Sosita entre risas.

En el año 2000 se mando otra de las suyas en una entrevista radial.

Resulta que luego del partido contra Rocha el vestuarista de radio Carve, Elbio González, debía citar a un avisador antes de presentar cada nota. El hombre recibía a los entrevistados con una pregunta al aire. González le pide la nota a Sosa que acepta gustoso. El hombre prendé el micrófono, y grita entusiasmado: “¡Carlos! (Muñoz), ¿Sabés quién vino?”, disparó dando pie a que el locutor comercial citara el aviso.

Pero Sosa se adelantó, tomó el micrófono, y contestó sin que le preguntaran a él: “Vino Fallabrino”.

A lo que González, desesperado gritaba: “¡No, no, no…!”. No era para menos, el avisador era de la competencia: Barlovento.

Pero una de las cosas que marcó aquella época fueron los festejos ideados por Sosita.

“Una vez llevé una limousina para dar una vuelta olímpica, alquilé una avioneta para lanzar papelitos con los colores de Nacional, nos pintamos el pelo, descorchamos botellas y hasta llevé una torta de cumpleaños”, expresó.

Pero le quedó una cuenta pendiente por la que hizo hasta una gestión nada más ni nada menos que ante el presidente de la República. “La única que me faltó fue llevar la copa en un helicóptero en el último partido. Llamé al presidente Julio María Sanguinetti que es hincha de Peñarol. Y le dije miré yo sé que usted es manya, pero para darle alegría al fútbol, quería bajar con un helicóptero en la cancha y llevar la copa con cinco compañeros.’ Imposible Rubén, mire si hay un accidente’, me dijo y no me dejó. Me dijo que en el Estadio no estaban dadas las condiciones para que aterrizara el helicóptero”.

Sosa terminó su carrera jugando en Racing. Llevaba dos años inactivo pero lo fueron a buscar. Jugó dos partidos. Su rodilla no respondió. Pero en Sayago dejó su huella. Sus acciones no se olvidan. “Rubén traía zapatos para los gurises que no tenían y organizaba cada comidas que eran un disparate”, reveló el equipier del club Julio Aguilera. El Peludo, como se lo conoce, agregó un detalle que define a Sosita: “Yo le decía: ‘bo Ruben, esto es un disparate de comida’. Y el loco me miraba y me decía: ‘si pasa uno por Millán, y tiene hambre, le dan de comer”.

Comentarios

  1. El Julio César q menciona no era el arquero,era un zaguero q también jugó en Juventus.El arquero del Dortmund era Klos.

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