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Vivía en un rancho de lata que se inundaba. Dormía arriba de tablas con bloques. A los 8 años quedó ciego. Pensó que su madre lo había abandonado. Estuvo a punto de apuñalarse. Hoy vive con $ 4 mil por mes y se siente orgulloso de defender a la selección uruguaya para ciegos.



Nadie puede ser capaz de imaginar lo que siente un niño que pierde la vista. Su dolor. Su llanto. Las miles de preguntas sin respuesta que lo invaden. La rebeldía de negarse a llevar un bastón blanco. Lenny Lemos lo vivió en carne propia. La vida lo golpeó.

Lenny nació con un problema en la vista que le generó un desprendimiento de retina y cataratas a los 3 años. Con el paso del tiempo el problema se fue acrecentando y comenzó a perder la visión. Fue así que cuando tenía 8 años fue sometido a tres operaciones. La primera y la segunda intervención salieron bien. Pero la tercera marcó su vida para siempre.

“Cuando me desperté no veía y fue un golpe tremendo… Fue un dolor inmenso, algo que me impactó, porque mucha gente me había ilusionado con que luego de las operaciones vería mejor, sin embargo, perdí la vista. Intenté abrir y cerrar los ojos pero no había caso, no veía. Empecé a llorar con mi madre al lado. ¿Por qué yo mamá?”, comenzó diciendo Lenny en la charla con Que la cuenten como quieran.

Y aportó una reflexión profunda. Dura y realista. Que solo él fue capaz de sentir. “Llevar la vida así es muy difícil. Es adaptarse nuevamente a querer la vida, valorar la vida y la gente que tenés alrededor. Mis hermanos siempre estuvieron, mi madre también más allá de muchas cosas que pasaron”.

Entre esas cosas que pasaron Lenny no olvida su pasado en Toledo Chico viviendo en un rancho de lata, pegado a una cañada, rogando para que no lloviera porque se inundaba la pieza donde dormía con sus cuatro hermanos. “No teníamos camas, eran unas tablas apoyadas en bloques donde poníamos colchones arriba. Dormíamos todos juntos porque era la única manera de sobrellevar el frío”, contó.

En aquel marco de extrema pobreza, entre las carencias, muchas veces faltó comida. “A veces tomaba una taza de cocoa con agua caliente y un cacho de pan que era lo único que había para comer”.

Las carencias le enseñaron a valorar los pequeños detalles. Una pelota pinchada era un tesoro. “Nosotros no teníamos plata para comprar juguetes y cuando encontraba algún muñeco que le faltaba un brazo lo disfrutaba al máximo. No lo dejaba ni en el piso, me dormía con él”, recordó.

"No era yo"

Todos podemos hacernos la idea del inmenso dolor que significa para una persona quedar ciega, pero nadie lo sufre en carne propia como el que recibe el golpe de un día para el otro. Lenny era un niño. Se enojó con el mundo. No se aceptaba. “No me aceptaba porque no era yo”, reveló. Lloró todas las noches. Sin parar. Cuando lo cuenta, su relato desgarra…

“Cuando todos se dormían yo tenía mi desahogo. Era el llanto de todo el día porque te queda esa lastimadura en el pecho, porque sabés que estuviste ahí afuera haciendo de todo pero no pudiste ver nada”.

En los primeros tiempos Lenny negó el bastón blanco que se le da a los ciegos. Reconoció que llegó a romper varios. “Me costó entender el bastón” asumió con sinceridad. Como le costó también hacerse respetar en el barrio y en la escuela. “Sufrí bullying y sentía bronca pero me hice respetar”. Lenny tampoco se lleva con el sistema braille, el lenguaje para los ciegos, porque le trae recuerdos de su dura infancia.

Admite que su ceguera también fue traumática para los maestros de la escuela a la cual concurrió, debido a que no estaban acostumbrados a tratar con un niño que había quedado ciego. “Nadie sabía cómo tratarme, cómo calmarme, ellos aprendieron conmigo a cómo tratar a un niño ciego, para ellos también fue impactante. Además, yo era fatal”, reconoció.

El sufrimiento lo hizo madurar a pasos acelerados. Debió saltear etapas de la vida. Tenía 10 años cuando se produjo el quiebre. Era un niño cuando entendió que no podía seguir enojado con el mundo y que tenía que salir a pelearla. “Fue cuando dije: quedaste ciego, ya está, ahora hay que pelear por uno y ver la forma de adaptarme al nuevo mundo”.

Y aquel bastón que no quería pasó a ser una de las soluciones. Reconoce que tomar uno que le dieron en la escuela “fue una de las decisiones más acertadas. Ese bastón fue todo”.

Lenny afirmó que para recuperar la confianza se respaldó en el humor. De esa forma se le hizo más sencillo sobrellevar la ceguera. “Empecé a hacer chistes conmigo mismo y funcionaba. La gente no los entendía, le resultaba raro que hiciera esos chistes porque yo no veía, pero me sirvió para hacerme valer”, reconoció.



Su segunda madre

El destino puso en su camino a una señora que lo empezó a ayudar. La conoció a través de la almacenera donde realizaba las compras. Resulta que la mujer concurrió un día al comercio y la hija de la almacenera le comentó que conocía a un niño no vidente que no podía aprender nada en la escuela a la que concurría. La mujer fue llevada a la casa de Lenny y al ver las condiciones en las que vivía empezó a ayudarlo y hasta intentó adoptarlo, pero la mamá del chico se negó.

Lo cierto es que la señora sugirió que lo llevaran a la Escuela Especial para Discapacitados Visuales, la 198. “Zufriategui 990”, recitó Lenny de memoria. Allí se quedaba de lunes a viernes. La pasó mal. La primera semana pensó que su madre lo había abandonado. Pero con el paso del tiempo empezó a entender.

“Esa señora que me ayudó a ir a la escuela fue como mi segunda madre, aparecía siempre con una torta de cumpleaños hasta que un día mi mamá le prohibió tener contacto conmigo. Pasaron seis años sin que me pudiera visitar”.

Al poco tiempo, la directora de la escuela habló con un profesor de gimnasia que era entrenador de la selección uruguaya de fútbol para ciegos y, con 12 años, Lenny se arrimó y empezó a entrenar.

Al principio sintió temores. Reveló que se asustó mucho cuando entró a la cancha por primera vez, pero lentamente fue agarrando confianza.

“¿Por qué tuve temores? Porque te da miedo la cancha vacía, es muy difícil acostumbrarse incluso a socializar con tus compañeros. Yo no era sociable porque creía que la culpa por quedar ciego la tenía todo el mundo. No tenía amigos y pasaba angustiado”.


Intentó quitarse la vida

La realidad es que el paso del tiempo fue incrementando los problemas económicos en la familia. Por la ceguera del chico percibían una pensión de 12 mil pesos. Su mamá no tenía trabajo y la problemática se hizo sumamente compleja. El chico sintió que era un peso en la casa. Lloraba mucho. La depresión lo atrapó al punto tal de pretender quitarse la vida.

“A los 15 años tuve una depresión muy grande e intenté suicidarme, pero no me dio el valor. Me iba a apuñalar, iba a esperar a estar solo y lo iba a hacer… Estuve a punto de hacerlo porque tenía el pensamiento de que no iba a tener una vida digna”, reconoció.

Por problemas familiares, Lenny decidió que era tiempo de dejar la casa…

“Me sentía una porquería… Mi madre no tenía laburo y con la pensión no tapaba nada. Me pasaba llorando”, recordó.



Vivir con 4 mil pesos

Con la ayuda de un amigo, Lenny se independizó. Para ello salió a vender leña en la ruta. Aunque no lo puedan creer se valía de un machete para cortar y armar los atados. “Fue algo que me brindó más ánimo de darme cuenta de que podía hacer cosas”.



Alquiló una casa. Limpia y cocina. Al día de hoy su gran problema sigue siendo económico. De los 12 mil pesos que percibe de pensión, 8 mil son destinados al alquiler de la vivienda, por lo que tiene que vivir el resto del mes con 4 mil pesos.

“Es complicada económicamente, es muy duro, siempre me costó con el tema del dinero, pero tengo amigos que sacan un plato de comida de su olla, lo congelan, y me lo traen. También me ayudan trayéndome cosas para cocinar, porque me gusta cocinar. Y bueno, así la voy llevando”, reveló el chico.

Lenny cumplió 18 años. Cursa tercer año de liceo en Toledo. Dice que ese liceo es un diamante que tiene que cuidar.

No duda en afirmar que jugar al fútbol es algo increíble. “Soltarme en una cancha es como ser libre en una selva. Correr atrás de una pelota es algo que nunca pensé porque te dicen, sos ciego, no vas a poder. No saben lo duro que es cuando te dicen que no vas a poder porque sos discapacitado…”.

Pero Lenny pudo. Viajó a México a defender a Peñarol en la Copa Libertadores. “Fue mi primer viaje, fue increíble estar arriba de un avión”.

Actualmente juega en la selección uruguaya de Fútbol Sala para ciegos. Afirma que es inigualable ponerse la camiseta de Uruguay. “¿Qué se siente? Yo siento lo mismo que Suárez y Cavani, e inclusive más. Siento que llevo al país entero conmigo, que soy responsable de algo muy grande”, afirmó emocionado el joven de 18 años.

La vida lo golpeó a Lenny. Tuvo una infancia sufrida en un rancho que se inundaba cuando llovía. Dormía arriba de unas tablas apoyadas en bloques. Perdió la vista. Pensó en matarse por considerar que jamás iba a tener una vida digna. Pero se levantó y peleó. Vive solo con 4 mil pesos por mes. No se rinde. Su reflexión final deja un nudo en la garganta… Difícil no derramar lágrimas.

“Hay algo que es muy doloroso y es que mucha gente puede disfrutar muchas cosas con la vista pero yo no puedo disfrutarlas con ellos. Pero aprendí a disfrutar de otra manera, a sentir el ambiente, la energía del lugar. Yo siento la energía del lugar…”.

Comentarios

  1. Gracias Jorge por publicar y te agradezco por haberme llamado. Esta es la realidad de la vida juntos lo único que queda es seguir adelante y abrazarla esas personas que siempre están ahí contigo un abrazo a todos Lenny

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  2. Y nosotros nos quejamos... Tal vez deberíamos mirar ya que podemos para ver, para ver más allá de lo que nuestra vista nos permite.
    Gracias por compartir amigo.

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  3. Felicitaciones Lenny.
    Difícil tu tarea. No existen palabras para valorar todo lo que luchas.
    Me hizo llorar tu historia pero valió la pena.
    No puedo estar en tu lugar pero puedo imaginar lo que sentiste y sentís. Se que no es lo mismo ponerse en tu lugar que pasar por todo eso, pero puedo entenderlo por quienes se quejan por cosas realmente insignificantes.
    Suerte para tí y si puedo ayudarte en algún momento aunque sea con palabras de apoyo podemos comunicarnos.
    Suerte Lenny, un crack celeste!

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  4. Increible Historia Real. Ejemplo de vida. A nivel Gubernamental podría haber alguna otra ayuda??
    Fuerte Abrazo.

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  5. Me conmueve el relato, cómo podemos contactarlo para ayudar?

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    Respuestas
    1. Hola buen día, si me envías un mail o un mensaje privado de twitter te paso el teléfono de Lenny y canaliza la ayuda directamente con él. Gracias

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  6. Un joven resiliente, vamos que se puede!! Estoy de acuerdo que personas como él se debe invertir.

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  7. Jorge , como podemos colaborar ? Mi cel es 094303697

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  8. Impresionante historia de vida, realmente impresionante.
    Muchas gracias por compartirla.

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  9. Tremenda historia de vida!! Ejemplarizante, héroes anónimos, quien sabe por que habrás sido destinatario de semejante herencia!! El tema no es lo que te toca en surte sino lo que eres capaz de hacer con eso que te toca!! Pero siempre es necesario un vocero de lo contrario solo pocos accederán a conocer estas vivencias que nos hacen sencillamente humanos y agradecidos!!

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  10. la salida es la educación, sabían ustedes, que en el interior las personas ciegas, van a aulas de educación especial, donde no avanzan por estar a la par de niñas y niños con discapacidad intelectual ! con educación, acceso al trabajo, es posible tener una sociedad mas equitativa, una persona ciega no necesita una ayuda puntual y nada mas, necesita que se le enseñe a pescar.
    por un cumplimiento de la ley de acceso al trabajo para personas en situación de discapacidad

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