Ir al contenido principal

En el silencio del olvido las rodillas dejaron de responder. Las prótesis fueron la solución hasta que una falló. Pasó año y medio en silla de ruedas. Una tribuna del Casa Blanca de Liga de Quito lleva su nombre. Es uruguayo, pero se lo conoce por el Tano. Francisco Bertocchi, el hombre del que habló el mundo 



cuando igualó la histórica marca de Pelé anotando 8 goles en un partido. Hoy, a los 74 años, disputa el juego más importante de su vida: volver a caminar.

Francisco Bertocchi estaba a punto de cumplir 15 años cuando fue a la Quinta división de Wanderers. Fue una ráfaga. A los 17 años lo hicieron debutar en Primera.

El día que lo llamaron para jugar el bohemio debía visitar la cancha de Rampla. Lo pararon de puntero izquierdo. A su frente, un hombre de enormes piernas, pelo raso y gesto duro: Luis Peta Ubiña. “Me acuerdo que en la primera pelota me pegó un trancazo y me movió los dientes”, rememoró el Tano en charla con Que la cuenten como quieran.

Y agregó: “Jugó fuerte pero leal. Luego de esa acción me tocó la cabeza y me dijo: ‘vamo arriba guacho, vamo arriba’. ¡Sin conocernos! Así era el Peta”.



En 1967 el Tano pasó a Peñarol. Un equipo plagado de estrellas que venía de ser campeón de América y del Mundo el año anterior en la recordada final ante River Plate en Santiago.

“Para ser titular en aquel cuadro tenía que ocurrir un milagro. Yo aproveché aquella experiencia porque era un Peñarol que se pasaba de gira”, rememoró el Tano.

Pero Bertocchi recordó que ese mismo año, en el primer partido del Campeonato Uruguayo, “se lesionaron Rocha y Abbadie y entramos al equipo junto con Nilo Acuña. Jugamos como 10 partidos seguidos”. El equipo fue campeón.

Un año después el Tano jugó algunos partidos hasta que el técnico Roque Gastón Maspoli se fue al Elche de España.  Llegaron nuevos jugadores, entre ellos Polo Carrera y Ermindo Onega. No había lugar para Bertocchi.

Cierto día llegó Alberto Spencer y lo encaró con una pregunta: “Tanito, ¿no querés ir a jugar a Ecuador?”. Bertocchi no lo dudó. Armó la valija y se fue a Quito. Se enroló en la Liga Deportiva Universitaria.

En setiembre de 1968 desembarcó en la capital ecuatoriana sin imaginar lo que le tendría deparado el destino. Ese primer año sirvió para adaptarse.

Pero al siguiente el Tano explotó en toda su dimensión. Liga jamás había ganado un campeonato. Los goles del Tano lo llevaron a la gloria. Marcó la misma cantidad de goles que partidos jugados: 26. La gente enloqueció.

 

La marca de Pelé



El domingo 26 de octubre de 1969 la Liga debía viajar a Ambato. Allí lo esperaba el América de Quito. El partido se jugaba a las 12 por lo que los levantaron temprano para emprender el viaje de dos horas en ómnibus.

Aquel mediodía fue tan inédito como particular. Los goles se sucedieron uno tras otro. Llegó un momento en el que, como admitió el propio Bertocchi, se perdió la cuenta. En la cancha había un viejo tablero de chapas que, cada vez que anotaban un gol, le cambiaban los números. En determinado momento el hombre que cumplía la función desapareció.

El Tano graficó aquel hecho. “Recuerdo que el hombre cambió las chapas hasta el 6 a 0. Luego no había más. Se ve que no tenía más números”.

Por la cancha corría el rumor sobre la cantidad de goles del Tano. Pero la verdad es que Bertocchi no tenía idea del número. “Unos me decían cinco, otros seis…”.

Luego del partido, que terminó 11 a 0 a favor de Liga, el plantel emprendió el regreso. Eran las tres de la tarde cuando el cuerpo técnico decidió parar a comer algo. El grupo estaba almorzando cuando llegó un dirigente que pidió atención. “Escuchen señores. El resultado fue 11 a 0 (y pasó a detallar los minutos de los goles)”. ¡El Tano había anotado 8! A los 40, 43, 46, 53, 57, 64, 77 y 82 minutos. Una bestialidad.

“Yo había convertido esa cantidad de goles pero todo quedó ahí”, dijo Bertocchi como restando importancia a la que aún es la goleada más importante de la historia del campeonato ecuatoriano.

“Llegué a Quito de tardecita y al otro día de mañana suena el teléfono en casa. Atendió mi señora. Era Jorge Da Silveira, el periodista, que me dijo: ‘Tanito, igualaste el récord de Pelé’. Yo no tenía ni idea. Pah, me quería morir. Y me empecé a asustar porque ahí empezaron a llover las llamadas”, rememoró.

No era para menos. En ese entonces, solo Pelé, con el Santos de Brasil, había conseguido esa hazaña. Fue en el año 1964 en un partido contra Botafogo.

Francisco Bertocchi estuvo dos años en Liga. Tiempo suficiente para consagrase como ídolo, además de ser el goleador de la Copa Libertadores de América de 1970.

Por eso no duda en afirmar: “mi pasaje por Liga fue fenomenal”. Claro que jamás imaginó que su nombre quedaría grabado a fuego en el club. En mayo de ese año regresó a Peñarol.

 

Negro y azul



Como las oportunidades en los aurinegros eran escasas el Tano no dudó un instante en aceptar una propuesta para defender los colores que le tiraban desde niño: negro azul, los del glorioso Liverpool.

“Cuando yo tenía unos 10 años iba a ver al cuadro porque un primo, Ovidio Silva, jugaba en las juveniles y me encariñé con el club. Liverpool es algo especial. Yo viví siempre de Belvedere, caminaba por sus calles, sumado a la amistad que hice con los compañeros de plantel y dirigentes como Oscar Di Candia, Fidel Russo, el Chiche Larrea, Carlitos Leiza. Hicimos una gira de 60 días por Europa con Ondino Viera de técnico. Inolvidable”, expresó.

“Yo debutaba en Liverpool. Me acuerdo que el primer partido que me tocó jugar con el Tano fue un amistoso. Nunca hice tantos goles como ese día. ¡Pah, qué jugador el Tano! Me empezó a meter pases con las dos piernas, porque le pegaba con las dos, y fue inolvidable aquel día”, rememoró Denis Milar, uno de sus compañeros de entonces, a Que la cuenten como quieran.

Bertocchi y Milar jugaron poco tiempo juntos ya que el Tano emigró a México desde donde Hugo Bagnulo lo llamó para defender a la selección en las Eliminatorias para el Mundial de Alemania 1974.

Aquella selección fue un caos. El proceso clasificatorio coincidió con el golpe de Estado.



Milar rememoró una anécdota de lo que vivieron. “El único partido de preparación que había pactado la AUF fue con Israel. Tenían todo arreglado y los jugadores pedimos un premio fijo para ir al partido, que además te lo digo porque hoy es ridículo, eran 500 dólares. Pero la AUF decía que no. Una semana estuvimos negociando para poder viajar. Fuimos porque estaba pactado el partido”.

Uruguay clasificó al Mundial en un recordado partido contra Ecuador en el Centenario con Bertocchi de 10 y Milar de 11. Pero el Tano no fue a Alemania. Tras las Eliminatorias la AUF no le extendió el contrato al técnico Hugo Bagnulo y Bertocchi, que por ese entonces jugaba en Monterrey de México, no volvió a ser convocado.

En los Rayados jugó hasta 1976. Se lo conocía por el Vikingo. Y también fue ídolo. El Tano destacó que Monterrey siempre mantiene vivo el recuerdo. Me invitan al aniversario o a distintos eventos y siempre me están enviando regalos. Lamentablemente por el tema de mis rodillas no puedo viajar.

Por aquellos años las rodillas ya empezaban a pasar factura. Un buen día apareció el presidente y le dijo que habían contratado a otro jugador. “¿Sabe quién era?”, interrogó Bertocchi. “¡Eusebio! El portugués”, respondió.

Foto: @archivofutbolero


El presidente de Monterrey le propuso darle el pase con la condición de que jugara en Uruguay. Fue así que en 1977 desembarcó nuevamente en Belvedere. Liverpool estaba en pleno proceso de armar un nuevo equipo. El Tano calzó a la perfección.

“Puedo decir que fue el mejor jugador con el que jugué. Miren que yo jugué con Morena pero el más completo fue el Tano Bertocchi”, afirmó sin dudar Gerardo Pelusso.

Y agregó: “Bertocchi era el hermano mayor de toda esa camada. Era el líder positivo, el que te daba el consejo. Si había que hacer un asado se hacía en su casa. Fue un foco en el camino”.

Pelusso rememoró que, previo a ser vendido a México, el Tano organizó su despedida.

“Viene un día y me dice, te vamos a hacer una despedida en mi casa, la recuerdo en la calle Santa Lucía, y me dijo que fuera antes para hacer el fuego. Quería hablar mano a mano conmigo. A las seis de la tarde llegué a su casa y me brindó todos los consejos que me podía brindar un hermano sobre México. Y un detalle: me pidió que cuando nos tocara jugar contra Monterrey le mandara saludos a un 9 brasileño que era su amigo. Primer amistoso de pretemporada nos toca contra Monterrey. Antes del partido entro a la cancha y pregunto quién era Joao Carlos. Me le arrimo y le digo, mire le manda saludos Francisco Bertocchi. El tipo me abrazaba. Y todos me empezaron a preguntar por el Vikingo, como le decían allá. Su grado de idolatría en Monterrey era tremendo”.

Aquel Liverpool no ganó ningún campeonato, tampoco clasificó a una copa internacional, pero logró un triunfo más importante: ese grupo se mantiene en contacto al día de hoy. Todos los días.

 

La lucha con las rodillas

Foto: Twitter @Rayados



Allá por la década del 80, cuando curaba las heridas de las batallas, el Tano tomaba mate una mañana en su casa cuando sorpresivamente un Mercedes Benz verde paró en la puerta. Tocaron bocina. El Tano miró y no reconoció a nadie hasta que descendieron del vehículo Alberto Spencer, Julio Pérez y Oscar Omar Míguez, junto con el profesor Larrosa, que estaban en Huracán Buceo. “¿Paisano, cómo anda?”, se anticipó Spencer que sin mediar palabra le dijo que lo habían ido a buscar para jugar. “No, Alberto… Si me vine para dejar el fútbol”, respondió el Tano. Pero finalmente no pudo aguantar la tentación y jugó algunos partidos con los del Buceo, lo que le valió otro llamado de Tampico para volver a México con un contrato de seis meses. Fue el fin de la carrera. Las rodillas del Tano dijeron basta.

Atrás quedó el primer título de Liga de Quito, la consagración como goleador del torneo local y la Copa Libertadores, el Uruguayo ganado con Peñarol y un récord del que habló el mundo: los 8 goles en un partido con los que igualó a Pelé.

En Liga de Quito dejó su huella. “Mire, le voy a decir una cosa que nunca he dicho, la voy a decir ahora”, expresó y lo imaginé con la cara colorada por su humildad. “En el estadio de Liga, en la Casa Blanca, en la tribuna Norte, uno de los anillos lleva mi nombre. En el complejo deportivo hay una cancha con mi nombre. Mi casa en Ecuador es Liga. Viví allá casi 10 años, me vine con el problema de la pierna porque casi no podía caminar”.

Y de inmediato pasó a desnudar su cruda realidad: “Me tuve que poner prótesis en las dos rodillas. Al tiempo una me falló. Estuve un año y medio en silla de ruedas. Me sacaron la prótesis, y para curarme la infección del hueso me tuvieron que dejar sin rodilla. No tenía apoyo. Apenas caminaba con andador. Recién ahora me la restablecieron, me dejaron la pierna fija”.

Bertocchi está en pleno proceso de recuperación. Y allí, al firme, está unos de sus excompañeros de Liverpool, Gerardo Pelusso, que va todos los meses a verlo y a cuidarlo.

El Tano no se arrepiente del camino recorrido. “Yo no me arrepiento de nada, son cosas que pasan. Una prótesis me duró 14 años. La otra me falló… ¡y qué le va a hacer! Ahora estoy tratando de volver a caminar”.

Comentarios

  1. Excelente, real y triste historia al final .
    Muy bueno para quienes no conocíamos a este jugador "clase A".
    También posee un gran poder que reivindica el valor de la amistad con la actitud ran loable de Pelusso.
    Muchas gracias!

    ResponderEliminar
  2. Excelente texto. Los felicito. En Monterrey apreciamos mucho al Vikingo.

    ResponderEliminar
  3. Excelente como siempre, lo mejor está x venir

    ResponderEliminar
  4. Excelente Señorans....lo vi jugar .. un Exquisito.....gracias por recordarme a mi del Tano Bertochi.y hacerle conocer a la juventud ,. QUE SE PUEDE.... OTRA VEZ GRACIAS

    ResponderEliminar
  5. De chico iba a ver las practicas de Liverpool, me acuerdo, le alcanzaba las pelotas, el pateaba del medio de la cancha, así practicaba a los golero, me quedo esa imagen de el, pateando fuertisimo de la mitad de la cancha, gracias por la reseña y el recuerdo de un ídolo de mi querido Liverpool

    ResponderEliminar
  6. Hoy me mandó este reportaje del Tano mí tío OVIDIO SILVA mencionado en la nota. Hermosa carrera por todo lo vivido, a todos los que alguna vez empezamos este hermoso camino y nos quedamos por distintos problemas nos hubiese gustado llegar y vivir al menos un poquito de lo que hizo EL BOCHA....

    ResponderEliminar
  7. Conocí al tano en 1968 en la platea america pues compartimos el mismo apellido. Podemos ser primos lejanos. Lamento no haber cultivado su amistad pues las vueltas de la vida así son. Un grande y la gente se acuerda mucho de el.

    ResponderEliminar
  8. Yo tuve la suerte de ver jugar a Bertocchi un gran jugador, ahora entiendo porque jugó tan poco tiempo en Tampico, poco faltó para ser campeones.
    Es inolvidable en Monterrey y con la jaiba brava de Tampico,by en general en todo el futbol mexicano.
    Dios le de mucha salud al mago de la media cancha, un gran aplauso para el !!!!
    Dios lo bendiga 🙏

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

  Conoció el dolor a un grado que no se lo desea a nadie. La morfina no le hacía efecto. Fue sometido a 40 intervenciones. Su mamá imploró para que no le amputaran la pierna. Fue inevitable. Le costó aceptarse. Hoy juega en Plaza Colonia de amputados y tiene el sueño de jugar los Paralímpicos. El 5 de diciembre de 2010 Cristian Butin se subió a la moto y partió rumbo al tambo donde trabajaba. Iba mal dormido. A la altura del kilómetro 190 de la ruta 21 el cansancio le pasó factura. Fue un instante. La moto se fue de la ruta. Con el codo tocó un cartel y cuando reaccionó pretendió salvar la situación. Intuitivamente atinó a mover la rodilla derecha que impactó contra un pilar del Puente San Pedro. Voló por el aire. Como estaba consciente atinó a llamar a su padre Miguel Ángel. “En el momento no percibí la gravedad del accidente. Para que tengan una idea cuando llegó mi viejo le pedí que llamara al trabajo para avisar que me iba tomar el día libre”, recordó Cristian. Pero el supues
Ortiz, el Loco Gatti de Wanderers que iba a entrenar a caballo Foto: Twitter de Wanderers "El Loco Ortiz… ¡Qué personaje…! Melena larga y rubia. Jugaba de bermudas y se le daba por ir a entrenar a caballo. Le gustaba cantar, y como vivía en Las Piedras, se aparecía por la radio a entonar unos tangos. Cuando se fue terminó vendiendo mechones de pelo entre los hinchas". La introducción del desaparecido Aníbal Maño Ruiz, exentrenador de reconocida trayectoria y que fue compañero del Loco, despertó la curiosidad. ¿Quién fue aquel golero que defendió el arco de Wanderers? Corría la década del 70 cuando los bohemios sorprendían a todos contratando a un golero distinto. Para unos, un imitador de Hugo Orlando Gatti. Para otros, un personaje con brillo propio. Miguel Ángel Ortiz, el Loco, estuvo poco tiempo, pero dejó su huella en el Prado. En tiempos donde los goleros vestían con buzos de colores oscuros, el Loco se dejaba la melena larga y rubia que sostenía
El yankee que jugaba cuando aparecía Espert y el pase de Manzana López por un pool: Cyssam historias de un sentimiento   La Federación Uruguaya de Básquetbol había dado el ultimátum. El club que no tenía tablero electrónico no podía jugar en Segunda. Por la calle Marcos Sastre cundió el pánico. Era viernes. El equipo debutaba el martes. No había tablero. No había dinero... El cuadro se había gastado los pocos pesos que le quedaban en la incorporación de Fernando López. El pase del Manzana fue histórico. Lo pagaron con la venta de una mesa de pool. Pero aquella tarde un par de jugadores rascaron los bolsillos y lograron adquirir un tablero sencillo y a bajo costo. Claro, el tema era dónde ubicar y cómo levantar aquella pesada estructura. No había forma. Entonces a uno se le ocurrió salir a comprar dos puntales de eucaliptus para levantar el tablero y de esa forma poder arrancar el campeonato de ascenso. El tema es que, como la cancha era abierta, había que sacarlo