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Masnik: un relato conmovedor del hombre que jugó con Pelé y marcó a Cruyff, fue campeón de América y del Mundo y vive olvidado con los tobillos del tamaño de sus rodillas

Juan Masnik (Foto Martín Cerchiari @fotocerchi)


Se remangó el pantalón y mostró los tobillos. Eran del tamaño de las rodillas. Huellas de “guerra”. Le quedaron así después de tolerar el pinchazo de cinco jeringas para sacarle líquido sinovial e inyectar corticoides. La batería de medicamentos que debe tomar a diario probablemente barren con la jubilación.

El hombre en cuestión jugó con Pelé. Marcó a Johan Cruyff  en un Mundial. Y la gente le llegó a mandar postales, con dos dólares adentro del sobre, para que las devolviera firmadas.

Quiero compartir este texto con ustedes porque me conmovió. Su narración me transportó al lugar. Seis años atrás el fotógrafo Martín Cerchiari fue a la casa de Juan Masnik, el Chueco, un grande del fútbol uruguayo que fue campeón de América y del Mundo con Nacional. Su relato me estremeció al punto tal que lo llevé a un libro (Son cosas del fútbol, Fin de Siglo). ¿Quién dijo que un fotógrafo no puede narrar sus sensaciones?

Martín debe haber estado 10 minutos con el Chueco Masnik. Fueron suficientes para este relato estremecedor … 

Foto Estrellas Deportivas


El miércoles la planilla del diario estaba cargada. Tenía unas cuantas notas entre ellas unos retratos fotográficos a un tal Juan Masnik, ex jugador de fútbol. Llegué a su casa por la zona de Montevideo Shopping, luego de tocar timbre e insistir golpeando la puerta me abrió una señora que podía ser mi abuela y me invitó a subir por una escalera a una casa de altos. Había un poco de olor a comida y a encierro.

Al llegar arriba pedí permiso para entrar, la señora me indicó que esperara en la mesa del living. La casa parecía congelada en los años 80, me hizo acordar a mi niñez. Los adornos y muebles, incluso el cassetero, era todo de por lo menos dos décadas atrás, lo único moderno era el televisor de plasma.

Las persianas de enrollar estaban apenas abiertas, entraba un haz de luz duro pero la atmósfera era casi de penumbra. De camino a mi asiento pude ver de reojo a Masnik en su cuarto levantándose lentamente de su cama. Al parecer lo había despertado de la siesta.

Al rato apareció caminando lentamente con un bastón, su característica más sobresaliente era su nariz de boxeador. Dejo el bastón detrás suyo y se sentó en la mesa a mi lado. Todo era muy lento y yo tenía otras notas que hacer, si bien venía a ritmo de 5 minutos por nota ésta era evidente la que me tomaría más tiempo y no quería apurar y quedar como un joven ansioso e irrespetuoso.

Masnik apoyó una bolsa llena de fotos sobre la mesa, mi misión, además de imágenes a él era reproducir esas fotos que eran de cuando Juan jugaba en los años 60 y 70. Yo sólo sabía que jugaba al fútbol nada más. La primera foto que me muestra es una que lo muestra con treinta y pico marcando a Johan Cruyff, en el Mundial del 74. Cuando observé la foto lo volví a mirar y me di cuenta que estaba sentado en la casa de un señor jugador de fútbol.



La pila de fotos era como un currículum de imágenes, el joven Masnik aparecía junto a Pelé, a Robert Redford, a una Miss Universo, tenía fotos con Spencer, con el Loco Gatti, jugando finales del mundo con Nacional. En fin, era la historia del fútbol viva.

Nos detuvimos en una foto donde jugaba con Cerro pero la anécdota era extrañísima (para mi por lo menos) porque estaba jugando contra un equipo de Escocia en el Yankee Stadium de Nueva York. En 1967 el Club Atlético Cerro participó de la United Soccer Association, una liga de fútbol profesional entre equipos de Estados Unidos y Canadá. Todos los que participaron en ella eran franquicias basadas y controladas por clubes de Europa y Sudamérica.

Cerro representaba a la ciudad de Nueva York y se llamaba New York Skyliners. El Cagliari de Italia por ejemplo también participó y representaba a Chicago Mustangs. El plantel estuvo tres meses viviendo en Estados Unidos y jugando ese campeonato que intentaba promocionar el soccer en Norteamérica. Masnik tenía 24 años.

En 1975 volvería a la gran manzana para jugar en el Cosmos junto a Pelé por un año. A esta altura el abuelo era mi ídolo, un fenómeno que salió de El Tala, en Soriano. Se lo llevaron a las formativas de Peñarol y no paró hasta primera, luego tuvo un problema con un dirigente y pasó a Cerro. Empecé a preguntarle todo, no pareció importarle que no supiera nada de él, de su historia.

Juan Masnik y Hugo Gatti


Es bueno hacer un alto en el relato de Martín sobre el paso del Chueco al Cosmos. Sobre aquel pase, Masnik contó en Estrellas Deportivas de El Diario.

“El 74 fue un año negro para mí. Siempre soñé con el Mundial y me tocó el del 74 y como capitán del equipo. El peor momento de mi vida deportiva por lo que pasó. De vuelta a Montevideo jugué varios partidos en Nacional hasta que me lesioné. Fue el menisco de la rodilla derecha. Quedé afuera gran parte del Uruguayo. Mi último partido fue con Defensor en el Franzini y ahí volví a sentirme. La recuperación duró varios meses y al volver comprendí que debía buscar otros horizontes. Fue entonces que se hizo el pase al Cosmos de Nueva York. Quiero aclarar algo aquí: yo no quedé libre. Compré el pase con mi plata. Es decir, con la deuda que Nacional tenía conmigo. Fue un arreglo donde hubo una sola condición: Nacional aceptaba solo si el pase era para el Cosmos”.

Posteriormente narró como fue la vivencia de jugar con el Rey Pelé.

“A Estados Unidos otra vez como pioneros, en algo que muy pocos habían intentado, fuimos cinco uruguayos: Julio Correa, Américo Paredes, Alfredo Lamas, Omar Caetano y yo.  Era una buena ocasión. Se podía hacer plata grande. Pero a los cuatro meses vino Pelé…”.



Cuando llegó el negro yo les dije a los muchachos: ‘Ahora la quedamos’. Nada personal, por supuesto, pero era lógico que él iba a querer traer a sus conocidos, a los jugadores que él prefería, a los que eran sus amigos. Entonces se iba a complicar para nosotros. Y así fue nomás. De todas formas hicimos una buena campaña. Incluso cuando yo dije que regresaba, me ofrecieron renovar el contrato, pero ya no era lo mismo. El dinero grande era para Pelé. ¿Pelé? Sensacional. Como jugador y como persona. Un caudillo, además”.

Pero retomemos el relato del fotógrafo Cerchiari de su encuentro con Masnik …

A mí me gusta el fútbol pero no conozco nada de los años 60 y 70 así que yo solo preguntaba todo lo que me parecía y el señor me contaba. Yo tenía un remise en la puerta del cual a esa altura ni me acordaba. Estuve como media hora, no me quería ir, era una leyenda de fútbol. Lo comprobé cuando entró a sacar cartas de la bolsa de Mary Poppins donde tenía esas fotos, recortes de diarios, y revistas. Las cartas eran de todas partes del mundo: Alemania, Hungría, México. Eran coleccionistas de firmas de jugadores de los mundiales que le pedían una firma junto a una postal con su rostro luciendo la camiseta celeste de la que fue capitán. Le pedían la firma al dorso de la foto y le enviaban 2 dólares para que la pudiera enviar devuelta. Me contó que respondió algunas pero que muchas veces el correo cuesta más que 2 dólares y dejo de hacerlo.

Juan Masnik con Luis Cubilla


Hace poco tuvo problemas de corazón y dejó de trabajar. Una leyenda del fútbol con una jubilación de 4.500 pesos. Como centro de mesa una caja de zapatos tenía una batería de medicamentos que Juan Masnik debe tomar a diario. Por supuesto que esos medicamentos barren con la jubilación porque además del corazón, sus rodillas y tobillos sufren los años. Sufren las infiltraciones que le hicieron los médicos de los clubes grandes para que el caudillo, el líder dentro de la cancha, pudiera estar en alguna que otra final. Después de sacarle cinco jeringas de líquido sinovial e inyectar corticoides los tobillos del jugador son ahora del tamaño de sus rodillas. No estoy exagerando, se remango el pantalón y me mostró eso tobillos que alguna vez supieron correr los sábados en Tercera y los domingos en Primera (hablo del mismo fin de semana defendiendo a Peñarol). “La nariz nunca me la quise arreglar; yo era cabeceador y sabía que algún codazo me iba a ligar”.

Las nuevas generaciones piensan que los héroes del fútbol empezaron en el 2010 con Luís Suárez, Cavani o Forlán sin saber que antes existieron tipos igual de grandes pero que no hicieron millones en un pase. Todos son celestes cuando gana la selección, ¿pero quién ayuda a éste señor?

Le queda el hecho de haber jugado en los dos grandes, esto le genera amistades como su cardiólogo que lo atiende porque, fanático de fútbol, sabe a quién le está cuidando el corazón.

Me emocioné y me enojé que el tipo esté olvidado en la penumbra mientras el fútbol uruguayo recuerda sus hazañas, esas que hoy los clubes no consiguen desde hace 25 años. Le agradecí todo lo que me contó, le dije que era un honor hablar con él, le pedí que no se levantara para despedirme, que no era necesario. De todas formas lo hizo. La señora me acompañó por las escaleras hasta la puerta de salida, en el camino comentó que había olor a comida porque había hecho churrasco. Mis ojos demoraron un poco en acostumbrarse a la luz brillante, recordé todas las notas atrasadas pero con la alegría de haber estado sentado en la mesa con Juan.

Comentarios

  1. Un crack Masnik!!!, tuve la suerte como muchos de tenerlo como técnico, y nos marco para toda la vida, como algun otro!!, terrible persona!!!, un abrazo gigante para él!!!

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  2. Lo vi dirigir a Luis Angel Firpo mas de 40 partudos invictos grande masnik

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  3. Excelente como siempre y sobre un grande grande.
    Salú por el deporte y sus historias...

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  4. Un grande Masnik, brillante jugador, hoy no tendría precio...fue un adelantado en su puesto, era completo para la época...lamentablemente los dirigentes se olvidan de los que le hicieron ganar grandes títulos como Juan Masnik...

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