Mágico.
El rey de la bohemia. Un jugador de otro planeta como lo definió Maradona. Se
dormía en la discoteca. No se levantaba para ir a entrenar. El Bambino Veira le
contrató un grupo flamenco que le fue a cantar para despertarlo. Lo invitaron a
jugar en Barcelona y llegó tarde al aeropuerto. Pagaba la vuelta en los bares y
le prestaba el auto al que se lo pidiera.
A
Jorge Alberto González la gente no lo conocía por su nombre. Para el mundo del
fútbol fue simplemente Mágico. Un fenómeno sin igual. El orgullo del fútbol de
El Salvador. “Un genio”, como lo definió el uruguayo José Luis Zalazar que fue
su compañero en Cádiz y del que no dudó en afirmar que fue “el mejor jugador
con el que he jugado en toda mi carrera”.
Zalazar
llegó a Cádiz para la temporada 87/88 a pedido del técnico uruguayo Víctor
Espárrago. Allí, los dos uruguayos, se encontraron con el genio del Mágico. Su
fama trascendía fronteras y las dudas, en la ciudad rodeada de playas, pasaba
por saber cómo controlaría Espárrago al ídolo del club. Es que el mago
salvadoreño venía precedido de una fama increíble. A la hora que el equipo entrenaba,
él estaba tomando café con leche en un bar.
“Jugué
con el Mágico un año. Un personaje. Esos genios que da el fútbol, un tipo muy
bohemio que jugaba porque se divertía. Para mí ha sido el mejor jugador con el que
he jugado en toda mi carrera y mira que he jugado con Fernando Morena que es mi
ídolo de siempre, con Enzo Francescoli, con Sosita, con Fonseca, con Ruben Paz,
Venancio Ramos, una cantidad de jugadores increíbles… Pero este chaval era otra
historia, este estaba hecho de otra pasta”, expresó Zalazar con una
inconfundible tonada española cuando lo llamé para la Revista Túnel.
“¿Qué
tenía? Cosas particulares como a la hora del entrenamiento. Nunca llegaba en
hora, pero con nosotros ese año se portó de maravillas porque Víctor lo sabía
llevar”, reconoció Zalazar antes de dar paso a las historias con el Mágico.
“Anécdotas
miles… Una vez vamos al Nou Camp a jugar con Barcelona y todo el mundo me había
dicho de la fama del Mágico. Y cuando bajó del ómnibus estaban ahí todos los
periódicos, Mundo Deportivo, Sport, La Vanguardia, porque llegaba el hombre. “Llega
el rey”, en tapa de los periódicos”, comenzó narrando Zalazar. Y agregó sobre
aquel partido: “Perdíamos 0-1 y él estaba de suplente, entonces Víctor
(Espárrago) le dice a Modesto Turrens: ‘Profe, que caliente Mágico’. Y cuando
lo llaman sale a calentar con las medias bajas y los zapatos de chanclas, salió
corriendo así, tenía los zapatos puestos como si fueran chancletas. Víctor se
agarraba la cabeza y decía no, no puede ser, dígale a Mágico que se ponga los
zapatos”.
“El
Mágico era un bohemio. ¿Sabés lo que es un bohemio?”, expresó Zalazar a Túnel
antes de dar paso a otra anécdota. “Mira te cuento una, en ese entonces él
tenía un Ford XR3 rojo, que en aquella época era tremendo auto. Y yo andaba a
pie, no tenía auto, pero cuando tenía que ir a algún lado y le comentaba, el
Mágico me decía: ‘Toma Zala, acá tienes las llaves. Lo traes cuando quieras’. Y así era con todos
porque de repente veías el coche estacionado en cualquier lugar de Cádiz y no
estaba el Mágico. Se lo prestaba a todo el mundo”.
Su exentrenador en Valladolid, Fernando Redondo, recordó que lo que menos le importaba al salvadoreño era el dinero. Jamás reparó en ello. “Un día le digo, Mágico tienes que pasar a cobrar la nómina del mes que tienes el dinero ahí arriba, no lo dejes, y me dijo: ‘Míster, ¿el dinero qué es?”, recordó Redondo en una nota con ESPN. Y agregó: “Podía llegar un día de lluvia sin zapatillas y sin chaquetón porque había alguien afuera que lo necesitaba y se lo había dado”.
No podían con su vida
“Las
discos, ufff….”, expresó Zalazar a Túnel sobre los mil y un comentarios que
giraban alrededor del delantero salvadoreño. “Yo ese año que jugué con él no le
conocí ninguna, pero las anécdotas del Mágico en la noche son tremendas. Salía
de la disco y no se escondía, por el contrario, la gente le pedía fotos”.
Era
habitual que Jorge se ausentara de los entrenamientos. Pero no de uno o dos,
no, como reveló uno de sus exentrenadores, David Vidal: “de 30 días que tenía
el mes se entrenaba 15. De repente, se pasaba ocho días sin venir. Cuando
llegaba, le preguntaba dónde se había metido. Me decía que había tenido muchas
cosas que hacer y que no podía entrenarse”.
Sus
salidas se transformaron en leyenda. Al punto tal que, todas las mañanas, un
empleado del Cádiz pasaba por su domicilio para despertarlo y obligarlo a
concurrir a entrenar.
Vidal
contó una anécdota increíble. Resulta que después de una semana sin entrenar,
el Mágico se presentó un sábado con la intención de jugar. Pero el DT no lo
convocó. El salvadoreño esperó a Vidal al final del entrenamiento y lo encaró.
“Usted no tiene ni idea de fútbol”, le dijo Mágico que acto seguido sacó un
paquete de cigarrillos Winston de su bolsillo lo empezó a dominar sin dejarlo
caer al suelo.
José
Luis Zalazar recordó una historia que tiene punto de contacto con lo narrado
por su exentrenador.
“Recuerdo
que concentrábamos en el parador de Cádiz y teníamos un lugar para desayunar y
cenar apartado de la gente, en el subsuelo. Se bajaba por ascensor y se subía
por escalera. Y el señorito, después de cenar, tomaba un limón o una manzana y
subía por la escalera dominando la manzana hasta la recepción sin que se le
cayera”.
Al
año de su llegada, Cádiz logró el ascenso. El Mágico comenzó a ganar el corazón
de la gente que lo adoptó como un hijo de la ciudad.
Dejó plantado al PSG
El
Mundial de España 1982 fue el trampolín para Jorge. El Salvador clasificó al
máximo evento y el delantero llamó la atención desde la preparación. El equipo
salvadoreño jugó un amistoso contra el París Saint Germain. Y aquel flaco
desgarbado, de pelo revuelto y que jugaba con las medias bajas llamó la
atención. ¿Quién es ese peludo?, se preguntaron los galos. Y no lo dudaron,
fueron por su fichaje. Los franceses tenían el pase cerrado con el FAS de El
Salvador pero, el día que se tenía que firmar el contrato, el Mago no se
presentó en el hotel. Los dejó plantados.
Fue
cuando apareció en escena el entonces secretario técnico del Cádiz, Camilo Liz,
para pujar por el pase contra otro de los interesados, el Atlético de Madrid.
La suerte parecía echada. El equipo amarillo era un humilde cuadro de Segunda
división pero, como el hombre era impredecible, se fue el Cádiz.
Jamás
imaginaron los gaditanos que el Mágico se convertiría en leyenda, bandera en
las tribunas, tatuajes en la piel. Aquel Mago que inmortalizó el número 11
jugando con la camiseta por fuera del pantalón, aún hoy es tema de conversación
en los bares de la ciudad.
Sus
goles permanecen en la memoria hasta el día de hoy como el que le hizo al
Barcelona en 1983 con una electrizante corrida desde la mitad de la cancha
dejando rivales por el camino.
José Luis Zalazar no olvida un golazo que marcó en Valencia. “En Mestalla, el campo del Valencia, que tiene una de las hinchadas más complicadas del fútbol español, el Mágico le hizo un gol a José Manuel Sempere que hizo parar a la gente. Yo nunca había visto una cosa igual: 40 mil personas sacando pañuelos al son de torero”, expresó a Túnel.
El rey de la noche
Pero
el tema es que el Mágico convivía con el diablo en el cuerpo. Una especie de
Isidorito Cañones, aquel personaje de las historietas que amaba la noche.
Y
mientras la gente enloquecía con las diabluras del salvadoreño en la cancha,
los entrenadores sufrían a lo largo de la semana por sus prolongadas ausencias
a los entrenamientos.
Para
que tengan una idea, David Vidal, uno de sus técnicos en el Cádiz, lo salía a
buscar de noche por las discotecas. El Mágico se escondía.
Un
noche, enterado de que su entrenador había aparecido en la disco, Jorge se
escondió en la cabina del disk-jockey y se quedó dormido durante toda la noche
detrás de una cortina.
Otro
que lo padeció fue el técnico argentino Héctor Veira. El Bambino, con su
particular estilo, contó en el programa Buenos Muchachos de CN5.
“El
Mágico un fenómeno, una cosa espectacular, pero… El entrenamiento yo lo hacía a
las 10 y venía a las 11. Lo hacía a las 11 y llegaba a las 12. Un día le regalé
el despertador del Pato Donald, lo hice sonar y parecía Irak. Y le digo, mirá
Mágico si no te despertás con esto no te despertás más. Al otro día
entrenamiento, lo puse a las 11 y llegó como a las 12:30 y dije este no tiene
solución. Entonces ¿saben qué hice? Alquilé una orquesta flamenca y fueron
todos los músicos y empezaron: ‘Mágicooooo ven a entrenar. Mágicooooo te
estamos esperando’. El Mágico abrió la puerta despacito y dijo: ‘me levanto
porque me gusta la música’ (risas). Un talento, un monstruo. ¡Qué divino
Mágico!”.
Lejos
de esconderse o refugiarse en excusas, el salvadoreño declaraba: “Reconozco que
no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las
quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede
que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una
tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo
hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”, declaró a Diario de Cádiz.
A jugar con Maradona
El
Mágico era ingobernable. Allá por 1984, el hombre estuvo desaparecido. Nadie
sabía nada de Jorge. El diario tituló: “Sin rastro de Mágico”. Después de 18
días de ausencia el salvadoreño se apareció en el entrenamiento pretendiendo
jugar el fin de semana. David Vidal, exentrenador del club, reveló en ESPN:
“Los gaditanos querían ver al crack en el estadio, pero el crack llevaba 18
días sin aparecer a entrenar, entonces no lo convocaba y la gente sacaba
pañuelos en contra mía”.
Fue
entonces que la directiva decidió ponerlo en la lista de transferibles y
multarlo con un millón de pesetas.
Allí
surgió como interesado el Atalanta de Italia que decidió hacerle una prueba
para ficharlo. ¿Y qué hizo Mágico? ¡Jugó mal para que no lo contrataran!
“Sí
es cierto, porque me acuerdo que en ese entonces estaba muy a gusto en Cádiz y
se me hizo esa oferta para ir al Atalanta. Llegamos a la conclusión de que
tenía que ser un partido de entrenamiento y yo no quería. Y me alegré de no
haberme quedado en Atalanta”, reconoció en una nota televisiva. Dice la leyenda
que preguntó si había pescado frito y que, cuando le dijeron que no, respondió:
“Yo no voy”.
Fue
ahí que apareció Barcelona interesado en llevarlo a una gira por Estados Unidos
para que jugara al lado de Diego Armando Maradona.
Zalazar
recordó aquel momento en la charla con Túnel. “El Barcelona se lo pide al Cádiz
para llevarlo a Nueva York a jugar un partido con Maradona porque lo querían
comprar. Tenía un vuelo de las 8 de la mañana de Jérez a Barcelona en el cual
iba a viajar con un directivo llamado Tomás. Pasa una hora, y el Mágico no
aparecía, pasa otro rato y como no venía el tipo lo fue a buscar al hotel.
Golpea la puerta y no abre. Baja a recepción y sube con el encargado que abre
la habitación y se encuentran con Jorge durmiendo. Lo despiertan, el Mágico lo
miró, y le dijo: ‘¿Qué hace?’. Nos tenemos que ir a Barcelona, le dijo el
dirigente. ¡Y el Mágico no quería ir! Al final lo convencieron y se lo llevaron
a tomar el avión para jugar con Maradona”.
El
salvadoreño jugó con Diego y su fichaje era un hecho pero resulta que una noche
el propio Maradona pretendió hacer una broma activando la alarma de incendios del hotel. Todos los jugadores
abandonaron las habitaciones. Todos menos uno… el Mágico. Cuando lo fueron a
buscar estaba impasible en la habitación con una chica. Adiós pase.
En
enero de la temporada 1984/85 se concretó su pase a Valladolid. Allí, los
dirigentes le hicieron marca a presión para evitar sus juergas. El Mago no
aguantó y se volvió a Cádiz, ahora con un contrato especial: ganaba 700 dólares
por partido jugado.
Espárrago lo dominó
Fue
justamente en su segunda etapa en el club donde se encontró con el entrenador
que mejor lo supo llevar, el uruguayo Víctor Espárrago.
“Con
Víctor se portó fenomenal. Ese año llegaba a su hora a entrenar y fue la mejor
temporada en la historia del club”, expresó Zalazar.
Mágico
González jugó ocho temporadas y media en el Cádiz, y la media restante en el
Valladolid, donde le pusieron un psicólogo y un acupuntor a su servicio.
Fue
admirado por Maradona. Cruyff lo colocó entre los cinco mejores extranjeros que
pasaron por el fútbol español y su excompañero José Luis Zalazar no dudó en
afirmar que en Cádiz es ídolo eterno.
Parece mentira que un jugador que fue el rey de la noche, que llegó a ausentarse 18 días de los entrenamientos, que se escondía en las discotecas, que la directiva llegó a declararlo transferible, se termine transformando en leyenda al punto tal que una de las puertas de ingreso al estadio Ramón de Carranza lleve su nombre: Mágico González. Una puerta abierta al corazón de los gaditanos.
Los jugadores de fútbol, los deportistas todos, las personas en general destacan cuando su desempeño es por demás diferente. Este personaje, su vida, su historia destacó por su total extravagancia en su vida pública, pero más en su desempeño deportivo son esas personas que en su simpleza son enormes...
ResponderEliminarGracias Nacho por este regalo de historia.
Salú.
Una historia muy peculiar e interesante.
ResponderEliminarTambién da para reflexionar sobre tantas oportunidades desaprovechadas.
Muchas gracias como siempre estimado!