Me dolió Quique. Recordé tus consejos. El whisky compartido en algún viaje. Aquel llamado, indignado, cuando me echaron del diario. Tus audios mateando con Zitarrosa. Las fotos de las verduras al horno. Pucha Quique… Esta semana no me sonó el teléfono. No me mandaste ningún audio comentando del mundillo del fútbol. Fue silencio.
Cuesta
asumirlo. No me voy a atribuir nada que no me corresponda. No tuve la fortuna
de trabajar contigo. Pero desde que te retiraste generamos un ida y vuelta.
Dudé
en escribir Quique. Por respeto. Por aquellos que tienen muchas más cosas que
contar que yo. Pero consideré injusto no expresarme sobre tu don de gente. Por
eso me animé. Es mi humilde pero sincero homenaje.
Como
olvidar las dos semanas en la calle Los Claveles, en aquella enorme casa de don
Guillermo Del Piélago donde vivimos la Copa América de 2004. El viaje a Piura
en un ómnibus que alquiló tu inseparable compañero Alberto Kesman y que se
quedó en medio del desierto de Sechura. Allá bajamos a empujar entre las bromas
de Cacho Barizzoni y los nervios de Kesman. Y vos descendiendo del ómnibus con esa
pachorra habitual y los pantalones caídos.
O
cuando me mirabas y me decías: “Pampita –porque para vos yo era Pampita por mi
parecido con Biaggio- lo mata la ansiedad a Alberto… quiere llegar cinco horas antes
al estadio. ¡Qué vamos a hacer cinco horas en el estadio! Jaja”.
Aquellas
eternas charlas hasta la madrugada con algún whisky de por medio. Recuerdo una
mañana que despertaste entusiasmado porque habías escuchado en una radio
peruana una frase que adoptaste para la previa: lo mejor de la vida. Y pasaste
a decir “¿Qué tenés en el oído? Tenés Universal, lo mejor de la vida”.
Acá
nos veíamos poco. Nos cruzábamos en el pasillo del Estadio porque vos recorrías
el periodismo en una radio y yo en un diario.
Pero
me tuviste del otro lado del dial. Todos los días. Una especie de pacto jamás
firmado pero respetado: a las 12:30 la Oral y desde las 13 Derechos Exclusivos.
Tengo innumerables grabaciones. Sobre todo las de tus críticas Quique. Agudas y
sinceras. Comprometido con la profesión como dijo Bardanca. Es verdad, vos
tuviste compromiso con la profesión, la dignificaste. Jamás negociaste la
libertad.
Si
hasta dijiste que te pusieron “una cocarda” cuando te bajaron del avión de la
selección. Te premió la gente Quique.
En
2015 decidiste retirarte del periodismo para cumplir el sueño de radicarte en
Piriápolis. Y no sé los motivos pero cimentamos y consolidamos un intercambio.
Se dio, espontáneo y sincero. Fui afortunado. Ya no tenía que prender la radio.
Vos me mandabas tus comentarios en un audio. Estabas retirado, pero estabas al
tanto de todo sin escuchar, porque como me decías, “no escucho nada, de mañana
pongo a Beto Casella en Radio Continental. Me mató de la risa con Casella”.
Tenías
hasta la particularidad de mirar los partidos en silencio. “Mute es el mejor
comentarista del fútbol uruguayo” me decías permanentemente.
Los
sábados de mañana mateabas con Zitarrosa. Era un clásico recibir tú audio. “Así
amanece en la comarca, con el mejor”, y ponías algún tema de Alfredo. Y luego me
mandabas un audio del Polaco Goyeneche.
No
puedo pasar por alto el día que te enteraste que me echaron del diario y me
llamaste indignado por la situación. Parecías mi compañero de toda la vida. Lo
valoraré para siempre.
Tenías
la virtud de bajarme a tierra algún día que otro cuando te contaba sobre mis
ganas de largar todo. Fuiste generoso para responder a mis dudas. Vos eras
hombre de consulta. De esos que quedan pocos. Y hago mías las palabras de
Bardanca y Álvarez de Ron: “Nos pasó de iniciarnos en esto y buscar referencias
y de renegar de nuestros mayores en la profesión por no poder encontrarlas. Pero
mirando para el costado uno lo encontraba al Quique”.
Siempre
dispuesto para ayudar. Siempre de buen humor, con la picardía del barrio a flor
de piel como la anécdota que contaste en el programa La Caja Negra de TV
Ciudad.
“En
el año 86 se juega un partido a beneficio en el Estadio. El Daltón Rosas Riolfo
siempre me dijo, nunca te metas en un partido con jugadores profesionales
porque lo jugadores agarran al periodista de pinta. Si hay un preliminar en el
Estadio con jugadores profesionales vos no juegues. Ese día llego a hacer la
previa con Ariel (Delbono) y viene Pablo Forlán y me dice, ‘Enrique tenés que
jugar’. Y le digo, no traje zapatos. ‘Yo te presto los míos que juegan solos’,
me apuró. Ariel me decía no vayas. El técnico era Ramón Barreto y me dice jugá
abierto contra la Olímpica. Y me empieza a marcar un muchacho joven que no me
la dejaba tocar y la tribuna se venía abajo. Y le digo: Macho, al que le están
gritando es a mí. Vamos a hacer una y una. Bárbaro me dice, caño y jopeada. Me
viene la pelota, y yo caño y jopeada. La tribuna se venía abajo. Le hice dos caños
y pedí cambio. Entró Kesman en mi lugar. La tribuna se venía abajo cuando salí.
Vino Battagliese a hacerme una nota como el mejor jugador de la cancha y lo que
la gente no sabía es que yo había comprado al lateral jajaja. Eso es barrio.
Aparte llegué a la cabina y Ariel (Delbono) me dice: ‘jugaste muy mal”.
Ese
era el Quique. El de la previa y las notas al final del partido en radio
Universal. El que marcó una línea de pensamiento. El que no ocultaba su bronca
porque Danubio y Defensor no jugaban en sus canchas. El que respetaba a los hermanos
Scotti y Jorge Casales. El del amor por Bella Vista y su club de básquetbol. “Tengo
la camiseta de Auriblanco, porque después del primero de Auriblanco, soy de la
Reserva de Auriblanco, y después de los veteranos”.
El
que reparaba en los detalles como el mensaje que me mandó el 7 de agosto de
2018 recordando a su viejo compañero: “Hoy se cumplen 7 años del fallecimiento
de un grande del periodismo, el Dr. Ariel Delbono. Gran amigo, sin una mácula,
excepcional ser humano, maestro y referente del periodismo uruguayo”.
A
veces pienso que es injusto el viaje de la vida. Cuando estabas disfrutando lo
que tanto deseabas, te fuiste. Nos quedó un asado pendiente. No importa Quique,
ya nos volveremos a encontrar. Yo llevaré la botella.
Como siempre, excelente pluma, más cuando se escribe con el corazón.
ResponderEliminarAbrazo
Qué comentario puedo hacer?
ResponderEliminarNinguno porque no hay nada para corregir, porque tus palabras emocionan y además describís anécdotas que no todos conocíamos.
Me hiciste llorar, es que cada día que pasa y me hago más vieja más sensible estoy y todo me duele en lo físico por los años y en el alma porque soy así y no puedo cambiar.
Qué suerte que lo publicaste!!!
Sería una pena que solo lo hubieras guardado en tu corazón.
gracias por escribirlo Seño, un grande Quique.
ResponderEliminarHola Señorans, soy Luis y quiero decirte antes que nada que es un gusto intercambiar estos pareceres sobre un capo como fue, es y será el Quique Yannuzzi. Y dejame decir que vos también sos un buen periodista.
ResponderEliminarPero la partida del Quique dolió en varios niveles, porque el Quique era grande en todas las canchas.
Tipo querido como pocos, trabajador, carismático, pero lo más importante, era buena gente y eso créanme, no se compra el la farmacia.
Gracias por homenajear a este Grande.
Tus palabras, ahora también son nuestras!
Espectaculares palabras, muy emotivas y sentidas. Tremendo homenaje para un profesional coherente siempre.
ResponderEliminarExcelente relato. Gracias por compartirlo..
ResponderEliminarcon el gran Quique, se fueron las previas de nuestro fútbol. prendía la cantora antes y te hacía vivir el partido del arranque , un gran periodista
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