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El honor de los uruguayos fue inquebrantable. Los jugadores, que ganaban dos dólares por día y no les alcanzaba ni para regalarle una flor a su novia, rechazaron un “arreglo” propuesto por Saporta para dejarse ganar y seguir con posibilidades en el Preolímpico de básquetbol de Monterrey.



“Estoy convencido de que el gilipollas de Damiani no se ha percatado que la mejor posibilidad de clasificarse para ellos es la de que Uruguay pierda mañana con los australianos”, deslizó ante los periodistas el presidente de la Federación Española de Básquetbol, Raimundo Saporta, una tarde de octubre de 1968 en el hotel de la selección roja.

¿A qué se refería Saporta? La paridad reinaba en la serie clasificatoria que jugaban Uruguay, España, Polonia, Australia e Indonesia por dos lugares en los Juegos Olímpicos de México. La definición de la serie llegó al extremo de que había dos lugares para tres candidatos: España, líder del grupo, Polonia y Uruguay, un punto por debajo.

 Los españoles veían con buenos ojos que fuera el equipo uruguayo el que clasificara a los Juegos Olímpicos y no el polaco que era su sombra negra. Entonces propusieron un trato. Que los celestes se dejaran ganar por los australianos con la promesa de que ellos vencerían por demolición a Polonia. El plan favorecía la clasificación española, evitando correr cualquier riesgo ante la eventualidad de perder con Polonia, y la de los celestes por gol average.

Aquella selección uruguaya había concurrido al torneo de casualidad. Curiosamente, los dirigentes no tenían prevista la participación de la celeste en el Preolímpico. La historia comenzó a gestarse en el Sudamericano de 1968 jugado en Asunción, Paraguay.

La campaña de Uruguay había sido digna de destaque. No fue campeón porque Brasil contó con mejor gol average. Los norteños tenían un equipo soñado. Eran tiempos de Rosa Branca, Mosquito y Ubiratán, entre otros. Y como premio por el rendimiento del seleccionado, los dirigentes de la Federación Uruguaya analizaron mandar al plantel al Preolímpico que se disputaría en Monterrey, México.

Sin embargo, debido a problemas económicos, la Federación decidió disolver la selección. El tiempo pasó, la participación celeste estaba descartada hasta que, fiel a la tradición uruguaya de resolver todo a último momento, un mes antes del inicio del Preolímpico se rearmó el combinado.

A las apuradas. Así viajó el seleccionado a Monterrey a disputar el torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos que se disputarían del 12 al 27 de octubre de 1968 en México.

 

Los protestones uruguayos

Foto: Conmebol.com

Uruguay integró la serie con Australia, España, Polonia e Indonesia. El primer partido de los celestes fue ante los españoles que venían de vencer a Indonesia. La selección roja presentó a un gigante de 2,03 metros llamado Clifford Luyk, que era un estadounidense nacionalizado español.

El partido fue cerrado, con final incierto, pero terminaron venciendo los españoles. La página Endesa Basket definió a los uruguayos como: “Pequeños, duros, rocosos, protestones hasta la saciedad, marrulleros y de lo más competitivos. Con tales “armas” delante, el partido era para ganarlo, porque para enmarcarlo no iba a ser. Se ganó 68-63”.

Posteriormente, los celestes se encaminaron y ganaron dos partidos consecutivos ante Polonia e Indonesia. De esa forma se llegó a la definición. España tenía tres victorias con un saldo de gol favorable de más cinco. Uruguay y Polonia llegaban con dos triunfos, pero con mejor diferencia de gol average para los polacos (-2 contra -3 de Uruguay).

La fecha final, fijada el 2 de octubre, marcaba a primera hora el duelo entre uruguayos y australianos. Y luego cerraban españoles contra polacos.

En aquellos cruces había determinadas particularidades que los uruguayos desconocían, como que Polonia era la bestia negra de España. Los polacos llevaban seis partidos consecutivos venciendo a los españoles en los últimos nueve años. Por lo que España temía lo peor... Un triunfo uruguayo y una victoria polaca, los dejaba afuera de los Juegos Olímpicos.

 

Propuesta española

Foto: Endesabasketlover.com

Es allí que entra en acción Raimundo Saporta, connotado dirigente español, sugiriendo un entendimiento a Damiani.

Pero aquel no fue el único movimiento que intentaron los ibéricos. Ricardo García, que fue uno de los jugadores del plantel uruguayo, reveló en el libro Pequeñas grandes historias del básquetbol uruguayo, que los españoles fueron a hablar con el técnico de Uruguay, Héctor Bassaizteguy, al que le comentaron que los polacos habían ido a plantear que ellos tenían que clasificar para que el básquetbol europeo tuviera dos representantes en los Juegos. “Un complot contra América”, acotó García.

Pero a los españoles no les gustaba mucho la idea de dejarse ganar por Polonia por tantos puntos. Y fueron a hablar con el entrenador uruguayo, al que le propusieron que Uruguay se dejara ganar por Australia y que ellos prometían que le ganaban por 20 a Polonia facilitando la clasificación celeste. “Por supuesto que Bassaizteguy les dijo que no, el tipo era mormón. Igual consultó el tema en el grupo porque les preguntó a Poyet y Ramiro (De León) que le dijeron que de ninguna manera. Sin mucho rodeo le dijimos que no”, contó García.

El jefe de la delegación de Uruguay, José Pedro Damiani, también recibió un sugestivo llamado. “Raimundo Saporta, mi viejo amigo, me llamó, no para acomodar el resultado, pero sí para que el ganador lo hiciera por el tanteador más bajo posible porque clasificábamos los dos”, admitió el Contador en su libro biográfico. Aquel 2 de octubre Uruguay cumplió con su mandato histórico. Nada de arreglos. Venció a Australia por un doble 78 a 76.

Los jugadores se fueron a las duchas con la satisfacción del deber cumplido. Luego del baño reparador se sentaron en la tribuna a ver el juego entre España y Polonia.

 

Indignación



A los españoles les alcanzaba con no perder por más de siete puntos para clasificar a los Juegos. Una derrota por esa diferencia, o menor, clasificaba a los dos equipos europeos. No había que ser muy lúcido para darse cuenta de que sería sencillo entenderse en ese último enfrentamiento.

Empezó el partido y Polonia sacó 15 puntos. A los uruguayos, sentados en la tribuna, les llamó la atención. En el segundo tiempo España se puso en partido y se llegó a un cierre tanto a tanto. Los minutos finales fueron calificados de vergonzosos por parte de los uruguayos que miraban cómo españoles y polacos fueron llevando el juego al tanteador que les convenía a ambos para clasificar a los Juegos Olímpicos.

Muchos años después, la página de la ACB (la principal liga de baloncesto profesional de España) proporcionó detalles de los segundos finales de aquel partido que ganaron los polacos 83 a 82.

“Se entró en los dos últimos minutos de la batalla con 5 puntos de desventaja. Sin embargo, un robo de balón, más una cesta del recientemente nacionalizado Luyk, incitó al enemigo a consumir los últimos quince segundos de choque sin lanzar siquiera para asegurare totalmente su pase, reteniendo la pelota mientras los uruguayos –en la grada– se mostraban enfurecidos y acusaban de complot a ambos contendientes, que regresaban de esta forma a los Juegos Olímpicos”.

 

Premiados

El único consuelo que les quedó a los uruguayos fue cuando bajaron a la cancha a recibir la Medalla de Bronce. En ese momento el estadio entero los aplaudió mientras los silbidos invadieron el gimnasio cuando premiaron a españoles y polacos.

Lo curioso del caso es que, como premio a lo que había pasado, el Comité Olímpico Internacional invitó a los celestes a la Villa Olímpica donde estuvieron cinco días viviendo con el resto de los atletas, según reveló Ricardo García.

Aprovechando los contactos que tenía el técnico Bassaizteguy con las iglesias de Estados Unidos se consiguieron una serie de amistosos. Antes de ir a la Villa, los celestes hicieron una gira. El equipo percibía un caché por presentación, dinero que servía para cubrir los gastos. De aquellos dólares, los jugadores no le vieron ni la cara a Washington, como recordó Ricardo García: “¿Saben lo que nos dieron a nosotros durante los dos o tres meses que estuvimos afuera? Dos dólares por día. No te daba ni para traerle una flor a tu novia”.

Comentarios

  1. Lamentablemente amigo HONOR es una palabra desacreditada y ensusiada en nuestro país, hoy casi que miramos en blanco y negro las fotos de actos honorables, de acciones respetables pero espero que detrás de tu labor honorable se recupere el espíritu de la palabra HONOR...
    Gracias una vez más por compartir.
    Salú.

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  2. Impresionante historia que desconocía. Muy entretenida y aleccionanteque reivindica valores tan necesarios en el presente. Muchas gracias estimado periodista y escritor.

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