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La caída del sol en el Nasazzi. El aroma del habano del viejo. La foto con Chiquito Vismara siempre al lado. La vuelta olímpica con su señora embarazada. El orgullo de la estrella en la camiseta. Llorar al hablar del cuadro. El Pocho Navarro es Bella Vista en estado puro. Su única camiseta en Uruguay.



Su historia con el club comenzó de manera curiosa. Jugaba en la Quinta de Peñarol cuando en un amistoso contra los papales les marcó dos goles. El Pocho quedaba libre a fin de año, por lo que su padre no dudó en apersonarse al otro día en Acodike, la empresa donde trabajaba el técnico de las formativas papales, Sergio Markarian.

Don Navarro le dijo al DT que su hijo quería jugar en Bella Vista. Sergio no dudó un instante y brindó su inmediata aprobación.

Fue de ese modo que Rubens Pocho Navarro empezó a escribir con los papales una historia a pura emoción.

“Lo que siento por Bella Vista no lo puedo describir con palabras. Recuerdo que cuando estaba en el exterior llamaba al periodista Julio César Gard para ver cómo había salido Bella Vista”, recordó el expuntero que en Uruguay no defendió otra camiseta que la blanca y amarilla.

El Pocho conoce cada rincón del Nasazzi como la palma de su mano. “A los hinchas de Bella Vista los conozco a todos, puedo decir donde se sentaban unos a los que les decíamos Benitín y Eneas”, rememoró.


Pero si hay un recuerdo que se mantiene inalterable al paso del tiempo es el aroma del cigarro de su padre. Son esas cosas que suelen llevar a la gente a darse una vuelta por el pasado.

“Es imborrable…”, me dijo y se le llenaron los ojos de lágrimas cuando lo entrevisté para el libro de Bella Vista. “Cuando corría por la punta sabía que en el Nasazzi estaba mi viejo por el aroma del habano. El viejo siempre andaba ahí, para el lado de abajo del Nasazzi”.

El Pocho fue campeón uruguayo de Quinta división y en 1976 formó parte del plantel que logró el ascenso a Primera. En su primera etapa en los papales jugó desde 1976 hasta 1983. En consecuencia defendió al club en la Copa Libertadores en tiempos donde se hacía de tripas, corazón.

“Recuerdo que había una camiseta sola, un día se la quise cambiar al 9 del Portuguesa porque la de ellos tenía un escudo de hilo dorado divino y la nuestra iba con el sello de Covadonga. Me acuerdo que jugabas un partido y pesaba 100 kilos la camiseta”, rememoró el Pocho.


En aquel vestuario del Nasazzi no había perchas, se colgaba la camiseta de un clavo.

Al Pocho Navarro no se la cuentan, las vivió todas en Bella Vista. “En una época pasaba más tiempo en el club que en mi casa. Es verdad, es que iba temprano a entrenar y volvía de noche porque nos quedábamos tirando penales hasta la caída del sol”.

En 1983 Navarro fue transferido a San Lorenzo de Argentina. El puntero tuvo un largo recorrido por el exterior jugando en Colombia, México y Argentina donde integró el plantel de River Plate que en 1986 ganó la Copa Libertadores y la Intercontinental.


Hasta que en 1990 ocurrió lo impensado. Pocho jugaba en Gimnasia y Esgrima La Plata cuando la directiva nombró a la dupla López y Cavallero como entrenadores. Como el uruguayo había tenido diferencias con ellos en San Lorenzo dijo que se iba porque tenía claro que no iba a jugar. Y así ocurrió.

En San Lorenzo con Hernán Sosa y Eber Bueno

Al otro día de retornar a Montevideo tocan timbre en su casa. Era Carrara, dirigente de Bella Vista, para proponerle su regreso al club.

En ese entonces, a Pocho le rondaba en la cabeza la idea de dejar de jugar y radicarse en Argentina. Llevaba tres meses sin entrenar, pero era Bella Vista. Y volvió.

Se reencontró con viejos amigos y compañeros. Entre ellos el histórico Chiquito Vismara, un hombre que siempre aparece a su lado en la foto. “Con Chiquito llegamos juntos al club, una persona espectacular. Siempre aparece al lado mío en las fotos porque tenía la costumbre de hincarse siempre al lado del puntero izquierdo”, recordó Pocho.

Chiquito tampoco lo olvida. Para que tengan una idea, lo considera parte de su familia. “Empecé con De Jesús en las fotos y luego al lado de Rubens Navarro con el que tenía una amistad con los padres. Somos como hermanos con el Pochito”, recordó Vismara.

El Pocho encarando a Carlos Diogo

Pese a haber jugado en muchos clubes y haber ganado la Copa Libertadores con River Plate argentino, hay algo que el Pocho no cambia por nada en el mundo. ¿Saben qué es? El orgullo de que la única estrella que tiene el escudo de la camiseta del club lo tuvo como protagonista al ganar el Uruguayo de 1990.

El santuario papal de Pocho Navarro

Cuando habla del club lo hace con emoción y orgullo. Lo siente como parte de su familia.

“Bella Vista es parte de mi vida, ahí empecé a ir con mis viejos sentados en la tribuna, ahí conocí a mi señora Adriana, ahí tuve mi primer y mi último hijo, ahí pasé momentos inolvidables, de hecho siempre le dije a mi hija que ella entró al Nasazzi antes de nacer. Pero el gran orgullo que tengo es que llegué a Bella Vista en 1976 y había un escudo, y me fui en 1992 y en el escudo quedó una estrella”.

Comentarios

  1. Una historia como hay pocas. Excelentes recuerdo. Por amor a la camioneta.

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  2. En la foto que dice encarando a Carlos Diogo es a Víctor Hugo Diogo

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