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“Dame la mano que me muero”, le dijo a la señora que lo asistió. Su acompañante falleció al instante. Lo internaron y cuando los médicos le dijeron que debían amputarle la pierna pidió morir. Hasta que entendió que lo importante es la vida y no un miembro.

Foto Aníbal Nario

A partir de ahí, Luciano Varela se levantó a pelear. Se transformó en una fiera competitiva. Para que tengan una idea: defiende a Uruguay en fútbol, básquetbol y tenis.

Todo comenzó un día de marzo de 2018 cuando Luciano fue en su moto a la casa de un amigo. Allí, un conocido de su amigo, le pidió si lo llevaba a dar una vuelta en la moto. Eran las 11 de la noche cuando se calzaron los cascos y salieron. Circulaban por Avenida Centenario cuando un auto los encerró. El acompañante se asustó y se tiró del rodado por lo que Luciano perdió el control y voló por el aire. La caída fue durísima. Enseguida apareció una señora para asistir a los heridos. A Luciano le costaba respirar. No sabía que tenía las costillas fracturadas, que se había roto los ligamentos de una rodilla y tenía una arteria cortada. “Dame la mano que me muero”, le dijo a la señora que trataba de tranquilizarlo.

Permaneció cerca de 40 minutos tirado en la calle hasta que llegó una ambulancia para asistirlo. Cuando lo cargaron en la camilla para trasladarlo a un hospital los gritos de dolor fueron desgarradores. Allí escuchó decir que su acompañante había fallecido.

Luciano fue internado y a las pocas horas lo fue a visitar un familiar que le tocó la pierna y se sorprendió al notar que tenía la zona fría. “Cuando me destapé me encontré con que tenía toda la pierna negra porque me había cortado una parte de la arteria y no se habían dado cuenta”, recordó Luciano.

Enseguida llamaron al jefe de emergencia y lo metieron en el bloc quirúrgico. “Me operaban todos los días. Me abrían y veían cómo se iba recuperando la zona afectada, hasta que se dieron cuenta que no daba para más... Y ahí cambió todo…”, recordó el joven.



Tras la sexta intervención quirúrgica, Luciano despertó, observó muchos médicos a su alrededor y pensó que la amputación de su pierna era algo inevitable. Se largó a llorar. No tenía consuelo. Era un chico de 22 años.

Tomó del brazo a su hermano Enrique y le dijo: “me van a cortar la pierna, antes de que me la corten prefiero morir”.

Enrique lo calmó. “Cabezón hay que salir adelante, hay prótesis”, atinó a decirle en ese momento donde no tenía consuelo. “Estuve una hora donde, la verdad, prefería morir antes de que me cortaran la pierna. Hasta que, gracias a mi hermano, entendí que lo importante es la vida y no un miembro”.

Cuando el médico entró a la sala a comunicarle la medida, el joven se adelantó: “Me vas a cortar la pata”, le dijo. Ante la respuesta afirmativa atinó a preguntar dónde se la iba a cortar, si arriba de la rodilla o por debajo.

Luciano fue amputado arriba de la rodilla porque la misma estaba muy afectada por el impacto del accidente.

Foto Aníbal Nario


Después de estar tres días en CTI fue pasado a sala. Para tolerar el dolor le pasaban Fentalino un fuerte analgésico opioide similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente.

Cuando le dieron de alta, como no tenía sociedad médica en Montevideo, le correspondió la última en la que había estado afiliado: Comero de Rocha. Y allá se fue a vivir con su mamá Clara González y su hermano Luis durante un mes y medio.  

Juicio y nueva vida

Cuando Luciano fue dado de alta surgió un problema. Debido a que en el accidente había fallecido una persona  tenía una causa abierta y se tuvo que presentar a declarar ante la Justicia.

La señora que lo auxilio se presentó como testigo y declaró que un auto había encerrado a la moto que conducía el chico y que ese había sido el motivo principal del accidente.

Luciano desconocía que la señora se había presentado a declarar. Y lo curioso del caso es que no la conoce y jamás la volvió a ver.

“Fue la persona que me ayudó en la calle y nunca más la vi. Es increíble, pero no sé ni cómo se llama”, admitió.

Tampoco supo nada de la persona que lo encerró y generó que perdiera una pierna. Lo cierto es que el juez de turno levantó la causa y Luciano retomó su vida.



La rehabilitación fue dura. “Acostumbrarse a que te falta una pierna no es sencillo. Al inicio me bañaba sentado, luego pasas al andador, muletas y ahora utilizo bastones. Tengo prótesis, pero es muy lenta e incómoda, por eso prefiero utilizar bastones”, expresó.

Como el chico jugaba al voleibol en Nacional, sus compañeros organizaron una movida solidaria a benefició de Luciano.

“Dicen que uno cosecha lo que siembra y fue lo que me pasó”, comentó Varela. Es que, a las dos semanas de salir del hospital se organizó un torneo mixto para colaborar y fue uno de los torneos más grandes que se hicieron ya que participaron 42 equipos. El lema fue “Todos por Luciano”.

Cuando concurrió al evento e ingresó a uno de los gimnasios, apoyado en un andador, la gente se paró a aplaudir. Luciano se largó a llorar.


El deporte como salida

Luciano con su novia Lucía


Aquel evento fue el impulso que necesitaba. Al mes y medio de estar amputado se puso a buscar videos de fútbol y le saltó uno de la selección uruguaya de amputados jugando un torneo Sudamericano en Argentina, que era clasificatorio para el Mundial.

Eran las dos de la mañana en su casa cuando llamó a los gritos a su madre, su padre y su novia que saltaron de la cama pensando que se había caído. “Voy a jugar al fútbol para amputados y voy a ir al Mundial”, les dijo ante la cara de sorpresa de sus familiares.

Fue así que, pese a la negativa de su fisioterapeuta que no quería que fuera a jugar por temor a que se abriera el muñón, comenzó a mandar mensajes a todos lados hasta que Juventud le abrió las puertas. “Arranqué para el complejo de Las Piedras a comenzar la nueva carrera deportiva”, afirmó.

Cuando llegó, lo primero que le preguntaron fue cuánto tiempo tenía de amputado. “Un mes y medio”, respondió. “Vos estás loco”, le dijeron. Pero Luciano, lejos de achicarse, redobló la apuesta: “Bueno, vamos a probar”.

Con su padre en Juventud

Le entregaron un bastón y le explicaron algunas cosas. “La primera pelota que me tiraron fue para la pierna derecha y cuando la veo venir le tiré un viaje y me caí, porque no tenía la pierna”, comentó.

El joven reveló que en aquel entrenamiento estaba Franco Mederos, el 10 de la selección, que le enseñó algunos movimientos. A las dos semanas venía un cuadro argentino a jugar. Luciano jamás pensó que, faltando 10 minutos para el final, lo mandaran a la cancha: “Me sentí pleno. Fue el puntapié para decir es por acá”.

A partir de ese momento se convirtió en una máquina competitiva. Cumplió con su palabra: fue al Mundial de México y sintió un orgullo difícil de explicar con palabras. “Jugar por la selección de tu país es tocar el cielo con las manos”.

Foto gentileza Luciano Varela


A su regreso del Mundial se presentó en APRI (Asociación Pro Recuperación del Inválido) y empezó a jugar al handball, después desembocó en el básquetbol en sillas de ruedas, donde también defendió a Uruguay en el Sudamericano, y terminó jugando al tenis disputando un Challenger en Perú. Hoy juega en Progreso y a través de Pablo García lo llevaron a jugar a Los Lobos de Argentina.

Foto gentileza Luciano Varela


Su rutina es tremenda. Vive con su padre Walter y su novia Lucía Pintos. Se levanta a las 7 de la mañana para ir a trabajar en un Jardín de infantes como ayudante de la maestra. Sale al mediodía rumbo a su casa donde come algo para luego ir a la Plaza 3 donde entrena dos o tres horas de tenis. De ahí se mete en el gimnasio de Nacional para hacer pesas. Sobre las 18.30 entrena con el básquetbol, y cierra el día en La Teja con Progreso. 

Pucha, cuantas cosas pasaron Luciano... Pensaste que te ibas. Pediste morir cuando te enteraste que te cortaban la pierna. Pero te levantaste a pelear y como te dijo tu hermano Enrique… Lo importante es la vida.

Foto Aníbal Nario


Comentarios

  1. Un orgullo Luciano tu vida tu lucha tu alegría!!!!! Soy Silvita y te dejo un abrazo gigante!!!!! Eres un ejemplo de que se puede y la vida siempre vale mas! Desde el Jardín donde trabajas te queremos por esa fuerza arrolladora que tienes que contagia!!!! Gran abrazoo

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  2. Un grande con todas las letras. Un ejemplo a seguir para aquellos que teniendo lo todo, no encuentran una salida. Orgullosa de haberlo conocido. Un dulce pero sobre todo un luchador

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  3. Impresionante historia como siempre estimado!
    Muchas gracias por compartirla!

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  4. Impresionante tu actitud, cuanfo se quiere no hay barreras. Admiro tu personalidad que fué la que te ayudó a salir adelante. Sos un ejemplo a seguir.

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