Don Roque era cantinero. El presidente de la IASA era un hombre con ideas revolucionarias. Un día le pidió a Julio Toyos si lo acompañaba a ver al accionista de la FNC al que le dijo: “vengo a comprar el Palacio de la Cerveza”. Con el cuadro en la B se inició la aventura y la increíble historia de un club que fue rico.
Aquel
día, Toyos no podía creer cuando se sentó junto a don Roque y Numa Pesquera,
expresidente de Nacional y accionista de la Fábrica Nacional de Cervezas. Luego
de los saludos de rigor, don Roque sorprendió: “Le vengo a comprar el Palacio y
la Popular”. Numa Pesquera se acomodó en el sillón, lo miró, y respondió:
“Roque… si el Palacio y la Popular lo estamos vendiendo porque no conseguimos
mantenerlo, ¿cómo va a hacer un club de fútbol? ¿De dónde van a sacar la plata
para comprarlo?”.
Pero
a Roque Santucci, presidente de Sud América, nada lo detenía. Ni siquiera los
que lo tildaban de loco por la patriada de querer comprar el Palacio de la
Cerveza. El hombre llevó el tema a una asamblea de socios del club. Allí se
informó que la Intendencia de Montevideo y Obras Públicas entregarían un dinero
y el resto se pagaría en cuotas con lo que se pensaba recaudar organizando
bailes. Acto seguido, Roque comenzó a revolear la bandera al grito de ¡Sud
América nomá! Y se aprobó la compra. Los buzones pasaban a ser los “nuevos
ricos” del fútbol uruguayo.
Sí,
por curioso que resulte, la Institución Atlética Sud América, que por estos
tiempos lleva años deambulando por la B, tuvo una época de oro donde los
jugadores de los equipos en desarrollo querían jugar en los naranjitas porque
pagaban en fecha y hasta por adelantado.
Pero
aquel no era el único detalle: en Sud América jugaron mundialistas de la
jerarquía de Julio Pérez, lo dirigieron históricos como el Mono Gambetta,
contaron con jugadores que eran citados a la selección, vendieron a futbolistas
de la talla de Alcides Cacho Silveira y fueron ni más ni menos que dueños del
Palacio Sud América, un lugar donde las orquestas se ponían sus mejores trajes
para tocar y donde se cerraban las ventanillas con el cartel de entradas
agotadas.
Y,
por si fuera poco, aspiraban a instrumentar una idea llamada “Universidad
Popular”, un centro de estudios en el podrían inscribirse y asistir a clases
todos los jóvenes montevideanos socios o no socios y también los niños.
Los años dorados
Cacho
Silveira desparramó su fútbol por el mundo, pero jamás olvidó el Sud América de
1957 y 1958. “Tuve la felicidad de integrar elencos formidables, estelares y en
ambientes selectos. Pero a nivel de clubes tengo un recuerdo emocionado para
aquel Sud América de 1957 y 1958, que podría definir como fenomenal”, recordó
Cacho en abril de 1980 en Estrellas Deportivas.
Silveira
apuntó que en aquel equipo jugó con el mundialista Julio Pérez, al que definió
como “el mejor compañero, por todo. Siendo Campeón del Mundo vino a Sud
América, y pareció que era uno que venía a probarse. Humilde, con un cariño
para nosotros los nuevos que rayaba en lo insólito”.
Para
que tengan idea del poderío de los buzones, por aquellos años el club fue
invitado a una gira por Europa.
La compra del Palacio de la Cerveza
Poco
tiempo después de aquella aventura, en 1960, Sud América adquirió el inmenso
edificio del Palacio de la Cerveza. La idea era generar ingresos con los
bailes. El cuadro estaba en la B cuando se produjo la compra.
Don
Roque Santucci fue a hablar con Fernández Crespo, presidente del Consejo Departamental
de Montevideo, al que le pidió dinero para adquirir aquella sede que no tenían
ni Nacional ni Peñarol.
“Fernández
Crespo le dijo: ‘¿400 mil pesos a cambio de qué quiere usted?’. Y Santucci, que
era un personaje muy pintoresco, le respondió: “Te dejo los sótanos para
guardar los cabezudos (los del desfile de carnaval) y Fernández Crespo, que era
un político de barrio, que vivía al lado del Palacio, accedió a darle la plata
a Sud América”, contó Toyos cuando lo entrevisté para la revista Túnel, aportando
otro detalle increíble: “Cuando el club empezó con los bailes de los sábados,
Fernández Crespo se iba a la casa de un familiar porque no podía dormir”.
A
decir de Toyos, “de la noche a la mañana, un club que no estaba acostumbrado a
tener empleados, pasó a tener 17 máquinas de cortar fiambre, tres pianos de
cola, y ser el tercer grande desde el punto de vista económico, no financiero”.
El
Canario Celmar Aguilera, jugador símbolo de la época, reveló: “Antes los
cuadros debían plata a los jugadores, pero Sud América estaba al día y muchas
veces hasta nos adelantaban plata. Hubo momentos en que tuvo mucha plata. Si
vos le preguntabas a los jugadores de los cuadros chicos, querían ir a jugar a
Sud América porque ahí se cobraba”.
El
reconocido jugador, que fue seleccionado uruguayo, agregó: “Santucci compró el
Palacio de la Cerveza y decían que estaba loco. Pero lo compró igual. Y la
verdad, hubo un tiempo que aquello fue algo sensacional con los bailes”.
Los bailes del Suda
Y
de esa forma el club puso en marcha los bailes del Sud América. En una zona de
fácil acceso, a escasas cuadras del Palacio Legislativo. Los descreídos jamás
imaginaron la congestión de gente que se producía los fines de semana por la
calle Yatay. Aquello era increíble. Alrededor de cinco mil personas en un lugar
donde llegaron a tocar 12 orquestas en una noche. El baile tenía tres pistas.
Una locura.
La
cola de gente para ingresar era interminable. En el baño de los caballeros se
alquilaban peines y hasta la pasada de desodorante Palmolive en barra.
Julio Toyos, que está en el club desde 1950, me reveló en la charla para Túnel que fue el primer presentador y el encargado de contratar a los músicos. “Recuerdo que de madrugada iba a hacer los depósitos nocturnos”.
Para las orquestas, concurrir al Sud América era como para los futbolistas ir a jugar al Estadio Centenario.
Y aquel florecimiento repercutía en el aspecto deportivo. “Concentrábamos en Carrasco, en la casa de un socio. El Mucho Romero, que trabajaba en el Palacio e iba a la cancha y decía: ‘Muchachos, ¿precisan plata? Vayan por la sede”, recordó Celmar Aguilera.
Y
rememoró el día que fue a pedirle un adelanto de dinero al presidente: “Resulta
que nos armamos de valor con el Pelado Chagas y fuimos a hablar con don Roque
(Santucci) para pedirle un adelanto para poner un puesto de pescado. Me dio mil
pesos. A los pocos días me lo encuentro y me preguntó: “¿Y el puesto de pescado
dónde lo pusiste?”. En la laguna, le dije, y se reía”.
La Universidad Popular
Pero
la visión de aquellos dirigentes naranjitas fue un paso más allá. En 1963 el
club había logrado el retorno a Primera División y en su edición del lunes 25
de noviembre, el diario El Día informaba sobre la idea de crear una Universidad
Popular.
“Recordemos
que la IASA adquirió el Palacio de la Cerveza, de costo millonario, en una
operación desusada y con una financiación que hizo posible únicamente la enorme
voluntad, el cariño apasionado de algunos que anhelan ver a la institución en
un sitial de privilegio en el concierto ciudadano. Y hoy podemos agregar que no
solamente han cumplido los pagos con regularidad, sino que están adelantados en
$ 150.000.00 con lo que queda demostrado aquel viejo decir: “querer es poder”.
Allí
no termina lo de Sud América ya que se adquirirán en breve dos solares por
Isidoro de María, totalizando 5.000 metros, o sea aumentando la actual
propiedad en unos dos mil metros más.
¿Qué
se hará con todo eso? Y bien, se planea un gran gimnasio, canchas de bochas, de
bowling, salones de clases, lectura, etc, para culminar con el funcionamiento
de la “Universidad Popular”, en la que podrán inscribirse y asistir a clases
todos los jóvenes montevideanos socios o no socios y también los niños.
Pero
la realidad es que aquello quedó en una simple idea como reveló el periodista
Julio Toyos: “Lo de la Universidad Popular fue una expresión de deseo que jamás
se concretó”.
La muerte del Palacio
Con
el paso del tiempo aquella mina de oro que eran los bailes del Sud América
comenzó a tener filtraciones por todos lados.
“El
tema se hizo profesional, gente que laburaba por la plata y se avivaba,
entonces empezaron los problemas con juicios laborales que, sumados a un
deterioro en el clima de los bailes, fueron matando a la gallina de los huevos
de oro”, expresó Toyos.
Para
colmo de males, allá por la década del 80, los buzones contrataron al argentino
Roberto Perfumo como entrenador. Y aquella inversión terminó siendo el
principio del fin para Sud América.
“No
sé cuánto cobraba Perfumo pero dicen que era algo fabuloso, tenía un coche en
la puerta y le pagaban el hotel. Después se llevó todo, no se llevó los bancos
de la sede porque no lo dejaron”, expresó el Canario Aguilera.
Cuando el argentino abandonó el club, hizo un juicio que dejó a los buzones en la cuerda floja. Y fue así que el dinero que había entrado (200 mil dólares según reveló Toyos) por el pase de Jorge Siviero a Chile, y con el cual muchos propusieron hacer una piscina, se destinó a pagar la demanda de Perfumo.
Al
poco tiempo el club sufrió otro golpe. Los mozos de los bailes del Suda
reclamaron 140 mil dólares. Ya no estaba Roque Santucci, y se había recurrido
al Contador Hugo Heguy que había logrado poner la casa en orden. Pero aquella
demanda les movió el piso, por lo que resolvieron poner en venta el Palacio
como informó Últimas Noticias el 1 de setiembre de 1997.
“Se
perdió todo… Sud América, de ser el tercer grande, pasó a ser uno de los clubes
más humildes que hay acá, casi a nivel de club de barrio. Los que vamos a ver a
Sud América somos un grupo pequeño”, expresó Toyos con un dejo de nostalgia.
Es
que nada queda de aquellos años de florecimiento. Solo recuerdos. Hoy el
Palacio se convirtió en estudio de televisión y aquellos que se criaron en el
club sienten un inmenso dolor en el alma, como el Canario Celmar Aguilera… “Me
lastima lo que pasó con el club. Me siento hincha. Tengo 87 años y todavía me
queda el sentimiento por la camiseta”.
que gran locación, buenas salas, por Yatay, por Marcelino Sosa, planta alta, patio,gimnasio, sede , es decir lo tenía todo. el último en organizar los bailes y último dueño, fue Juan Bentancourt. por siempre serán los bailes de la IASA, como canta el Canario Luna.
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